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Primera mañana: la sorpresa modernista
10:00Fachadas de ensueño
Llegados desde la península vía área o marítima, la primera sorpresa es arquitectónica, con sus más de 900 edificios modernistas y art déco, muchos de los cuales firmó Enrique Nieto, un discípulo de Gaudí que regó la ciudad con su talento a comienzos del siglo XX.
Tras coger fuerzas con unos churros acompañados de un té con hierbabuena en la cafetería 'Mantelete', junto a la Oficina de Turismo, nos encaminamos a descubrir el Ensanche Modernista, comenzando por el Palacio de la Asamblea, centro del poder local, y la Casa Melul, considerada una de las cumbres del modernismo melillense, que contempla desde la acera de enfrente la estatua de Nieto.
Hay que alzar la vista en la avenida Juan Carlos I Rey y las calles adyacentes para descubrir edificios coloridos, de formas onduladas y rica decoración exterior a base de flores, guirnaldas, animales, criaturas mitológicas o bustos femeninos con pechos desnudos que escandalizaron a las autoridades y vecinos de la época.
Su primer proyecto (1910), sede de la histórica pastelería 'Gurugú' –indispensable para tomar desde una empanadilla o un pastel de carne como aperitivo a un milhojas o un mojicón para merendar–; el Casino Español; o las oficinas del pionero periódico El Telegrama del Rif, son algunos de los hitos imprescindibles de este itinerario.
Pero también la Casa de los Cristales con sus columnas nazaríes, la Casa Tortosa y sus balcones profusamente decorados o la imponente La Reconquista y sus cúpulas en forma de piña en la plaza Menéndez Pelayo. El guiño a Barcelona como hermana modernista se plasma en la nueva decoración de la plaza Héroes de España, con trencadís que recuerda al Parque Güell.
13:00De la mezquita al mercado
Subiendo por la calle García Cabrelles –Melilla es la ciudad de las siete colinas, como Roma– se alza la Mezquita Central, obra de estilo neoárabe de Enrique Nieto y lugar principal de culto de la comunidad musulmana melillense, de origen amazigh (bereber o rifeña). Estamos en el barrio del Polígono, el primero que se levantó fuera de la ciudad amurallada cuando a Melilla llegaron aventureros procedentes de diversas latitudes.
Tras refrescarnos en la fuente del Bombillo, la primera pública de la ciudad y adornada con coloridos azulejos, es el momento de tomar un té moruno en alguno de los muchos cafetines que la rodean o de acudir al Mercado Central para comprar especias y ver el género en las pescaderías. Género que disfrutaremos durante nuestra visita a Melilla, cuya gastronomía se basa principalmente en el pescado y el marisco, con los chanquetes y los langostinos de la Mar Chica como protagonistas, pero también rapes, lenguados, pelúas, cigalas, langostas o armados, peces de apariencia prehistórica de dura carcasa y jugoso interior. Si algo se le antoja, lo puede comprar para que se lo cocinen a su gusto en el bar de la planta baja.
14:00Cuscús, tajines y pinchitos
Hora de reponer fuerzas y de encontrarse con una de las influencias más presentes y sabrosas de la gastronomía local: la bereber. Junto a la sinagoga de Or Zoruah –sí, también obra de Nieto– nos sentamos en 'El Caracol Moderno', antiguo 'Rincón de Casa Sadia', famoso por sus pinchitos hechos en anafre con carbón. Mantienen la receta original y añaden tajines, cuscús, pastelas, marrakchia o briouats. Estamos en Melilla, así que el té moruno sustituye al café.
16:00Un respiro verde
Escoltado en uno de sus costados por una hilera de edificios representativos del aerodinamismo de los años 40 y dentro del Ensanche Modernista, el Parque Hernández es el más antiguo de la ciudad, construido a principios del siglo XX, después de que se decidiese desviar el Río de Oro para evitar inundaciones.
Este refugio verde, declarado Parque Histórico, cuenta con esbeltas palmeras, araucarias, ficus, yucas gigantes y pérgolas recubiertas por coloridas buganvillas, además de fuentes, un templete de música y esculturas como la de Félix Rodríguez de la Fuente, junto a la zona infantil de juegos. En la salida por la calle Castillejos está la Comandancia General, emblema de la importante presencia militar en la ciudad, en la que a diario hay dos ceremonias de izado y arriado de la bandera, una al amanecer y otra al atardecer.
17:00La única fortaleza renacentista del Mediterráneo
Melilla presume de muchas cosas únicas, y Melilla La Vieja, El Pueblo o La Ciudadela es una de ellas: la única fortaleza renacentista del Mediterráneo con la única capilla gótica de África, dedicada a Santiago. Accesible a pie, en vehículo o en ascensor, comenzó a construirse en el siglo XV como origen de la ciudad actual y continúa habitada por unas 2.000 personas, por lo que también cuenta con bares y restaurantes, como el que alberga la Escuela de Hostelería. Pocas veces se puede decir que se ha comido en el interior de un aljibe de paredes centenarias.
Pasear por sus cuatro recintos fortificados es viajar al pasado de una población que vivió amenazada por mar y tierra, por lo que se empleó en levantar torres de vigilancia, fosos y puentes levadizos, además de aprovechar cuevas naturales y añadir otras en una ciudad paralela subterránea.
Consiguieron que la ciudad nunca fuera tomada por el enemigo, aunque resistieron asedios como el del sultán de Marruecos en 1774, que duró cien días, en los que las intrincadas Cuevas del Conventico sirvieron de refugio. Habilitadas como museo, en ellas se recuerda este hecho histórico antes de descender a la coqueta Cala de Trápana y contemplar el imponente arco parabólico que sujeta la estructura tras una rehabilitación global premiada por la Unión Europea.
Vitales en el asedio fueron los aljibes, cuya dimensión da idea de cuánto estaban dispuestos a resistir, y varios almacenes, algunos de ellos convertidos en museos como el de las Peñuelas, donde aprender de su pasado púnico, fenicio, romano y árabe, para después sumergirse en las culturas sefardí, amazigh y gitana, otra de las que pueblan esta diversa ciudad.
Un faro que acaba de cumplir su centenario, la iglesia de la Concepción (la más antigua) y otros museos como el Histórico Militar, el de Arte Sacro, el Ibáñez de arte español moderno y contemporáneo, el Archivo Central del Hospital del Rey o el Centro de Interpretación de Melilla la Vieja completan el recorrido.
No se puede abandonar esta parte de la ciudad sin saludar en su plaza a Pedro de Estopiñán, el conquistador de Melilla, o recordar a los que iban a ser ajusticiados en la Torre de las Cinco Palabras, las últimas que pronunciaría: "Creo en el Dios Todopoderoso".
21:00De tapeo por el centro
Melilla conserva la cultura primigenia del tapeo y da a elegir con qué acompañar (gratis) la bebida. En la zona centro, 'La Cervecería' destaca por su decoración modernista y tapas, como el caldero del Rif o el tortillón; en 'Entrevinos' proponen sus perritos variados, como el de carne en salsa o el de morcilla, y en la muy taurina 'La Cantina', rabo de toro, sangre con tomate o riñones en salsa.
En la calle Castelar se puede seguir una ruta que comienza en 'La Casa de l’abuela' con sus buñuelos de bacalao, sigue por el bar 'Castelar', con sus caracoles picantones o sus coquinas a la plancha y culmina en 'La Gaviota', con una variada oferta de pescado a la plancha o frito.
23:00Copa frente al mar
La zona de ocio del Puerto Deportivo Noray se presenta como buen lugar para despedir la noche tomando una copa frente a los amarres de los barcos de recreo. Entre sus locales más singulares está 'La Compañía' y su vagón de tren que recuerda a la compañía de ferrocarril que transportaba hierro desde Marruecos al cargadero de mineral de Melilla, una estructura de hierro conservada cerca de esta zona, durante el Protectorado. Como contrapunto contemporáneo, las Torres V Centenario, levantadas, no sin cierta oposición, cuando se cumplieron 500 años de la historia española en Melilla, en 1997.
9:30Entender la multiculturalidad
Los domingos se organiza una ruta guiada a pie por los templos más significativos de cada culto religioso. Tras haber visto cabezas tocadas por kipás hebreas y chilabas bereberes, toca saber por qué. Después de comprar las entradas en la Oficina de Turismo nos dirigimos hacia la Iglesia del Sagrado Corazón, donde arranca, no sin antes desayunar en la aledaña tetería 'Los Arcos' un té moruno con dulces bereberes como los geringos o tostadas de tacnhift, un pan árabe sin levadura.
El templo cristiano, de estilo neorrománico, data de 1918 y alberga ahora la imagen de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Victoria, cuyo día se celebra el 8 de septiembre con una procesión. Es también el origen de la Feria de Melilla que, al estilo andaluz, tiene casetas para comer y bailar, atracciones mecánicas para niños y mayores, y corridas de toros en la Mezquita del Toreo, la única en activo en África y con visitas guiadas y gratuitas a diario.
Continúa el recorrido en la Sinagoga Or Zoruah (1924), de Enrique Nieto, la principal para una comunidad de unos mil judíos. Aseguran tener la única menorá del mundo con ocho brazos, en lugar de los siete preceptivos de este candelabro ritual, para demostrar la imperfección humana. Melilla fue refugio de sefardíes y judíos y por eso aquí construyeron su primer barrio, colegio hebreo, sinagoga y cementerio en territorio español tras la expulsión de 1492.
El siguiente paso es el templo hindú Mandir, centro de rezo y meditación para el centenar de miembros de esta comunidad, antiguamente dedicada al comercio y hoy muy diezmada y casi superada por la china. Con el proyecto de construir un nuevo templo, similar al de Ceuta, el actual ofrece además clases de yoga y acerca al profano a sus dioses y gurús, y a celebraciones como el Diwali o fiesta de la luz.
No se accede al interior de la mezquita central, donde concluye la ruta. Allí acude buena parte de la comunidad islámica a realizar el preceptivo salat (cinco oraciones diarias) a las que llama el iman desde el alminar poniendo una sugerente banda sonora a esta ciudad multicultural.
13:00El mar y sus frutos
Melilla vive volcada al mar, tanto con sus playas de arena dorada y fina como con su puerto deportivo, su Club Marítimo (privado), su pesca –con caña y submarina– y su Semana Náutica, que despliega velas en agosto. Si el tiempo lo permite, toca chapuzón en las playas de Aguadú, Horcas Coloradas, San Lorenzo, Los Cárabos o La Hípica. Y si no, merece la pena caminar escuchando las olas por su Paseo Marítimo, sembrado de una colección de esculturas en bronce del artista melillense Mustafa Arruf, autor también de la monumental Encuentros, inaugurada con motivo del V Centenario de la ciudad.
Una vez relajados con el arrullo del Mediterráneo, nada mejor que disfrutar de sus frutos en 'Miguel Benítez', en el Paseo Marítimo Mir Berlanga, con especialidad en arroces, rape rusadir, chanquetes fritos, angulas de Larache, coquinas, langostinos de la Mar Chica o cigalas. Otra opción, más informal, es la del chiringuito 'La Amistad', con género igualmente salvaje y fresco.
16:00Hoyos y hoyos
La multiculturalidad de Melilla tiene también su reflejo en sus cementerios. En el cristiano, Bien de Interés Cultural, se imponen los panteones militares y las tumbas de las víctimas de las guerras de Marruecos, por las que es considerado camposanto nacional de héroes. Aquí están enterrados el general García Margallo, Enrique Nieto o el médico anarquista José García Viñas, el primero en proclamara la república catalana en 1873, que solo duró dos días. Atesora también leyendas como la del Soldado de los Milagros, objeto de devoción popular. A uno de sus costados reposan los restos del cementerio judío, pero el primero de la ciudad –y de España tras la expulsión de los sefardíes– está actualmente en proceso de rehabilitación para su apertura al público.
Totalmente diferentes son los enterramientos del cementerio musulmán, donde no hay lápidas, en un recinto que cuenta con mezquita y unos patios con fuentes que evocan a los de la Alhambra. Pero, si los camposantos le dan grima, hay otros hoyos con los que distraerse: los del campo de golf público, de doce hectáreas y nueve hoyos, en las inmediaciones del aeropuerto.
18:00A la defensiva
Conforme Melilla fue creciendo las guerras con los vecinos rifeños aumentaron las necesidades defensivas. Nadie construía en España fuertes en el siglo XIX, pero la ciudad fue una vez más una excepción. Necesitaremos un vehículo para recorrer algunos de los ocho que se conservan, porque están dispersos por la ciudad, lo que nos permite conocer algunos de sus barrios o su pulmón verde, los pinares de Rostrogordo, donde además de excursiones y pícnics se celebra la Romería del Rocío, carretas incluidas. En el recorrido también veremos el único Toro de Osborne de África, instalado en 2011 a petición popular y parte de vallado que la separa de Marruecos para frenar la inmigración indocumentada, principalmente de origen subsahariano.
Aunque se considera parte del cuarto recinto fortificado de Melilla La Vieja, está algo alejado y se puede comenzar en él la ruta. Se trata del Fuerte de Victoria Grande, del siglo XVIII, hoy habilitado como centro de interpretación tras una importante restauración. Además de ejercer de vigía del barrio del Polígono fue cárcel de mujeres al estallar la Guerra Civil y desde una de sus murallas disparó el cañón El Caminante, hoy desaparecido, la bala que determinó los límites de la ciudad. El de Camellos, en el Barrio de la Victoria, ofrece otra perspectiva de la ciudad de las alturas; el de Cabrerizas está dentro del cuartel del Tercio Gran Capitán 1º de la Legión, el más grande que conserva una ciudad afectada por la supresión de la mili. Y el de Rostrogordo alberga un complejo turístico y de ocio entre sus rojizas murallas. No hay dos iguales, ni en tamaño ni en planta, ya que jugaban con formas circulares y pentagonales.
21:00El Real está de moda
Dicen los melillenses que el barrio del Real está de moda, y sus concurridos bares de tapas lo demuestran. El más antiguo, el 'Cinema', con su hígado en salsa y sus gambitas fritas; el 'Mesón de la Hoya', con sus callos, albóndigas y buenos embutidos; 'Los Delantales', con especialidad en carnes y chacinas, y 'El Ventorrillo', con su amplia variedad de tapeo, completan la ruta.
Pero los que buscan una excelente oferta de pescados y marisco deben dirigir sus pasos al cercano bar 'Aragón', en el barrio Industrial. Para sentarse a la mesa y darse un homenaje, 'La Traviesa' o 'El Rincón de Alicia' son dos buenas propuestas para irse satisfechos con una cocina mediterránea más elaborada.
23:00¡Un brindis por Melilla!
Para despedir este intenso fin de semana volvemos a su Ensanche Modernista para brindar por Melilla en 'Luz de Gas' o en 'Dry’Och8', dos locales de música variada y buena oferta de combinados.
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