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Pedalear es saludable lo mires por donde los mires. Te volverá a dar el aire en la cara, tomarás algo de sol, contaminarás menos y, encima, harás deporte mientras te desplazas por tu ciudad o te escapas fuera de ella. Pero el verdadero punto a favor para usar la bicicleta en tu primera excursión, cuando por fin salgas de casa, es esa sensación de libertad inigualable que te regala. No tiene parangón con ningún otro vehículo.
Para empezar, si no tienes una propia, averigua los servicios de alquiler en tu ciudad y ten en cuenta que también te pueden servir las indicaciones que escribimos más abajo. Si tienes la tuya, asegúrate de que la pones a punto en condiciones. Y, que para aparcarla allá donde vayas, necesitarás un candado.
Por muchas ganas que tengas, recuerda que no es montarte en la bici y salir corriendo. Antes de salir de casa, recuerda que la bicicleta ha estado parada, cogiendo polvo, y es posible que necesite una puesta a punto. Revisa las ruedas, presión y el estado. La cadena, esa gran olvidada, debe estar tensa y lubricada.
Hay que asegurarse de que cumplimos unos mínimos para evitar sustos cuando estemos rodando. Empiezo por algo básico: colócate el casco, tanto si te vas a mover por la urbe como por rutas campestres, porque aunque no es obligatorio en ciudad (en mayores de 16) si es mucho más que recomendable proteger la cabeza. Otra medida de seguridad inviolable es asegurarte siempre de que el resto de conductores te vean: ¡usa las luces! Una roja intermitente en la parte trasera –esta deberías llevarla siempre, aunque sea de día– y una blanca, en la delantera. Y revisa tu timbre, indispensable cuando quieres hacerte oír para peatones. Son consejos básicos de la DGT, no te lo tomes a la ligera.
La altura correcta del sillín parece una cuestión peliaguda, pero no lo es. Elévalo al máximo siempre y cuando te permita poner los pies en el suelo; que no des con las rodillas en el manillar, pero que tampoco te quede completamente la pierna estirada al bajar el pedal.
Y, por último, antes de salir, revisa los frenos y, cuando estés fuera, pruébalos en tu propia calle, antes de lanzarte a lo loco a surcar las avenidas de la ciudad. Se trata de ver si puedes parar cuando lo deseas, básicamente.
Con el viento en la cara y feliz de estar fuera, seguro que vas por libre y sin prestar atención a todos los que llevas por detrás. Pues, ojo, recuerda que subido a una bici, ya no eres un peatón embobado con la luz que se cuela entre los árboles o el azul del cielo, eres un conductor. Por lo tanto, no olvides señalizar tus movimientos. Los taxistas, los motoristas, los chóferes o el resto de ciclistas no son adivinos. Indica con los brazos si vas a girar a la derecha o a la izquierda y, de paso, asegúrate de que el conductor para el que haces el gesto te está viendo.
En esta misma dinámica, respeta las señales de tráfico como cualquier otro vehículo. No vale eso de "me salto el semáforo en rojo porque parece que no viene nadie". Es un peligro para ti y para los demás. Eso sí, mira al suelo en los pasos de peatones, verás que muy cerca de donde arrancan las franjas blancas, hay un espacio destinado exclusivamente a motos y bicis para salir en primera posición cuando cambie el semáforo. Asegúrate que sales desde ahí, es más seguro para ti.
En este apartado, también te recordamos la importancia de circular por el carril bici. Algunas ciudades están ampliando y diferenciando claramente estas vías de cara a la "nueva normalidad". De momento, en España no siempre está separado del resto de carriles, pero que no existan elementos divisorios no quiere decir que no tengas uno. Normalmente, cuando está incorporado a las vías que usan el resto de vehículos, lo verás señalizado con un dibujo en el asfalto. En Madrid, es la vía pegada a la que usan los taxistas y autobuses. No la abandones, en la medida de lo posible, te sentirás más seguro porque ahí te suelen respetar más.
¡Que la ropa no te frene a la hora de subirte a la bici! Puedes ir vestido para cualquier plan o excursión como te parezca oportuno y utilizar tu nuevo medio de transporte. Si vas de pantalón, dobla la patera hacia arriba para no ensuciarlo con la cadena o para evitar que se enganche en ella.
Hay cintas que se venden específicamente para sujetar el pantalón, que además son reflectantes y ayudan a que te vean mejor otros conductores. Pero si llevas tus luces reglamentarias, tampoco hace falta; y si doblas el pantalón hacia arriba, tampoco.
Para los vestidos y las faldas, parece que la situación se complica, pero no creas. En el caso de prendas largas, con una goma del pelo se puede transformar fácilmente en un pantalón atando la parte trasera a la delantera y haciendo una especie de moño con el coletero. Si la tela se arruga fácilmente o es muy corta, opta por una pinza de tender la ropa, que también funciona bien.
Los ciclistas de las ciudades principalmente ya llevan ventaja en esto del uso de mascarillas. Ha sido su forma de enfrentarse a la contaminación. Las hay chulísimas con todo tipo de diseños y con fijaciones más o menos rígidas dependiendo de la sofisticación de cada una. Aunque no es obligatorio, tampoco hay excusa para no llevarla. Te dejamos algunas muy originales: AQUÍ.
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