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Vestido ya con el traje de neopreno, Seory echa un último vistazo a su reloj antes de poner rumbo a Gerri de la Sal. Son las 16:00h y el grupo no puede demorarse mucho más en lanzarse a las aguas del Noguera Pallaresa que, gracias a la apertura de la presa, tiene caudal suficiente en verano para realizar su descenso en rafting.
"Estamos en el río más potente de aguas bravas de España y todo el sur de Europa por su gran navegabilidad: 42 kilómetros”, cuenta David Díaz-Más, director técnico Rafting Pallars Turisnat, la empresa que lleva desde 1986 ofreciendo deportes de aventura y naturaleza. Durante las dos horas que dura la actividad, él seguirá la misma ruta de la embarcación, pero por carretera, para garantizar la seguridad del grupo.
Todos ayudan a remolcar la balsa hasta la orilla, frente al puente románico. Según la capacidad, su peso oscila entre los 60 y 80 kilos. Seori anima al grupo a refrescarse antes de abrochar cascos y chalecos salvavidas, mientras da unas breves instrucciones sobre cómo se debe coger el remo o cómo actuar en caso de caída en zona de rápidos: “Hay que dejarse flotar con el cuerpo hacia arriba, los brazos en cruz y los pies por delante para protegerse de posibles obstáculos”, explica el joven escocés criado en los Highlands.
Inmersos ya en este río de aguas totalmente cristalinas, la belleza del paisaje te engulle por completo: cañones, cascadas, fuentes naturales y desfiladeros se intercalan entre tramos tranquilos y emocionantes rápidos y remolinos que aparecen cuando el río se estrecha. Las corrientes aceleran la balsa que, por momentos, se eleva esquivando rocas y troncos. Los remos palean en el aire mientras el agua se cuela por la balsa convirtiendo la diversión en pura adrenalina.
Las vistas sobre la Sierra de Peracalç, cuyas formas recuerdan a una giganta dormida, es otro aliciente de esta ruta que paisajísticamente es espectacular. La balsa te lleva incluso a tocar las paredes de la Argenteria, en el desfiladero de Collegats, cuyas formas sirvieron de inspiración a Antoni Gaudí en obras como la Sagrada Familia de Barcelona. En el cielo, varios buitres planean curiosos sobre los bañistas.
“Hay zonas del río con sólo tres palmos de profundidad y otras donde puedes lanzarte desde una peña y no tocar fondo”, cuenta David, que lleva 23 años practicando este deporte. De ahí que muchos chiquillos (y también adultos) aprovechen la parada del baño para lanzarse desde las rocas. Otros, jugarán con la flotabilidad del traje de neopreno para dejarse llevar por el río y relajarse. Los 16 kilómetros de esta ruta de tarde terminan en la Font de la Figuereta, cerca del monument als raiers. ¿Ganas de más? El tramo de la mañana es otra experiencia sólo apta para los más valientes.
Gina Calvet espera con su tabla de SUP frente a la playa de Piolet, en el embalse de Sant Antoni. Situado en la comarca del Pallars Jussá, este pantano de 11 kilómetros de largo se alimenta de las aguas de los ríos Noguera Pallaresa y Flamisell. Es uno de los lagos más grandes del Pirineo y su nombre se lo debe a la ermita de Sant Antoni de Susterris, cuyas ruinas descansas sumergidas bajo el agua.
Junto a la orilla, la joven prepara la quilla -o aleta- de su tabla antes de lanzarla al agua y sujetarla a uno de los árboles del pantano. El viento de la tarde provoca un animado oleaje que amenaza una actividad donde el equilibrio es fundamental. Pero Gina no se desanima y con una energía contagiosa se coloca sobre la tabla para comenzar con los primeros estiramientos.
"La posición inicial debe ser cómoda: bien de rodillas, sentada o con las piernas estiradas", comenta Gina. Es importante coger confianza sobre estas tablas hinchables cuyo peso alcanza los 8 kilos. Una vez arriba, sólo hay que seguir las instrucciones lo más concentrado posible, retando al vaivén del agua y adquiriendo poco a poco la destreza suficiente para ir avanzando con ejercicios más complejos.
"Podemos hacer yoga, pilates, ejercicios de relajación o cualquier tipo de entrenamiento”, cuenta esta joven que, tras estudiar Ciencias de la actividad física y el deporte en Barcelona, fue durante su Erasmus en Finlandia donde se enganchó definitivamente al SUP (Stand up Paddle) donde se trabajan todas las partes del cuerpo.
El cielo azul de la tarde de verano contrasta con el verdor de las montañas de la Sierra de Boumort. Llevamos un largo rato tumbados sobre la tabla, el agua moja la espalda y el suave balanceo te recuerda dónde estás. Por un momento, la voz de Gina parece hipnotizarte hasta tal punto que olvidas que estás inmerso en un maravilloso paisaje prepirenaico. Tu cuerpo y mente conecta con el entorno.
El siguiente reto: subirse a la tabla de pie y remar. Es la prueba definitiva (y más divertida) de saber cómo tenemos el equilibrio. Gina, que fundó su empresa Pyrenees Mountain Wellness hace seis años y se mueve con su furgoneta por diferentes puntos en torno a Pobla de Segur -el pueblo de su abuela-, recomienda empezar colocando los pies en paralelo.
"Ya con las piernas flexionadas, hay que ir subiendo lentamente, amortiguando el movimiento de la tabla", explica esta joven que durante el invierno, trabaja como entrenadora de esquí y snowboard . Varias caídas harán todo más divertido, y una vez conseguido, te sentirás el rey del embalse.
Sin salir de la comarca de Pallars Jussá, el embalse de Terradets propone una nueva aventura a la conquista de las aguas del Noguera Pallaresa. Esta vez en kayak. En el parking del hotel Terradets, en Tremp, espera Ángel Bautista de Zenith Aventura, listo para comenzar una ruta en este pantano de aguas apacibles con vistas a la cara norte de la sierra del Montsec, el Congost de Terradets y la cara sur de los Pirineos.
Antes de subirse al kayak, frente al pequeño embarcadero de madera, Ángel reparte varias bolsas estancas para asegurar las pertenencias en caso de caída. Después, da una pequeña charla sobre cómo sostener bien la pala, timón y empuje en todo nuestro camino. "Si os fijáis, las hojas son asimétricas", explica este joven nacido en la cercana localidad de Áger. "Mientras una cuchara está en el agua, ayudándonos a avanzar, la otra corta el aire, de modo que encontramos una menor resistencia", apunta.
“Es importante llevar la espalda recta, las piernas ligeramente flexionadas y los brazos estirados, que sea la cintura la que gire. También es importante el juego de muñecas y acompañar los movimientos con el cuerpo. Cuánto más cerca introduzcas la pala del kayak, más rápido irás”, aconseja el guía, justo antes de poner rumbo a una pequeña playa situada a unos dos kilómetros. Buen comienzo para ejercitar brazos.
Una vez en el agua, la tranquilidad de este humedal lo convierten en un lugar ideal para familias y principiantes. Bosque de álamos y sauces en la ribera y varias zonas de juncales donde juguetean las aves, acompañan el paseo, mientras las suaves montañas prepirenaicas se reflejan en el agua a modo espejo. En el fondo, permanecen sumergidas las ruinas del monasterio de Sant Miquel de Cellers, sólo visibles cuando baja el nivel del agua.
Una vez en la playa, Ángel propone dejar las canoas y dar un paseo a pie por la antigua carretera C-13 de Llimiana, ya poco transitada. El lugar es de lo más pintoresco, con su túnel de piedra agujereado, bordeando el pantano. Un agradable recorrido junto al desfiladero de Terradets, donde se encuentra la Cove dels Muricecs o Muriacs (Cueva de los Murciélagos), hoy cerrada al público para proteger su valiosa colonia de 700 quirópteros. La imponente presa de la central hidroeléctrica marcará el fin del paseo. Toca regresar.
De vuelta a la playa, es buen momento para un baño antes de retomar la piragua y seguir paleando. Un grupo de niños chapotean en el agua mientras sus padres preparan un picnic arropados por el bosque de ribera que les ayuda a protegerse del intenso calor veraniego. El entorno es idílico para pasar el día.
Tras rodear el pantano, regresamos al embarcadero, donde varias familias esperan su turno para comenzar la aventura. A pesar de ser un paseo tranquilo, el cansancio -sobre todo en los brazos- reclama recuperar fuerzas. Una buena opción es parar en el restaurante del Llac, en el cercano Hotel de Terradets, donde probar diferentes platos de la cocina pallaresa sin perder de vista el pantano.
O bien coger el coche y dirigirse a 'Casa Roca', en el pequeño pueblo de Sant Martí de Barcedana. Un antiguo lagar de aceite y vino del siglo XV convertido en una casa rural regentada por payeses y llena de encanto, donde degustar platos tan auténticos como la olivada, la escudella, las manitas de cerdo al fuego o los embutidos de la zona. El mejor cierre para una buena aventura.