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Hay lugares, como personas, que gustan de escapar a lo común. Que marcan la diferencia respecto a la mayoría. Que son por ello únicos o, cuando menos, poco frecuentes. Celebramos el Día del Orgullo Friki con estos destinos con un cierto toque extraterrestre, pero eso sí, rabiosamente bellos.
Delirante resulta para muchos este paisaje del sur de Navarra moldeado a capricho por los vientos y la lluvia. Un desierto rugoso y ocre por el que a lo largo y ancho de sus 40.000 hectáreas se suceden formas inverosímiles: barrancos afilados en los que algún día fluyó el agua, cabezos de piedra caliza, cortados de hasta 300 metros y cerros solitarios que conforman un universo inhóspito cuya desnudez esteparia le otorga apariencia lunar.
El arte, que sabe de belleza desolada, a menudo se ha sentido atraído por este parque natural declarado Reserva de la Biosfera. Por ello sus parajes han sido tantas veces retratados en anuncios televisivos, ambiciosas producciones de moda y películas como Airbag, Acción Mutante, El consejero y El mundo nunca es suficiente (de la saga de James Bond). También la exitosa serie Juego de Tronos ha sido la última en convertir su perfil en set de rodaje… así como en lugar de peregrinación de los amantes (¿frikis?) de esta fantasía medieval aderezada de drama, intriga y aventuras.
¿Un encuentro entre el arte y la naturaleza? ¿Una reflexión vanguardista sobre el mundo urbano? ¿Una oda al ingenio de la contradicción? Si un lugar es capaz de despertar estas cuestiones, convengamos en que tal vez se trate de un fenómeno extraño. Y ciertamente así se define este museo extremeño emplazado en un antiguo lavadero de lanas. Todo un alarde de originalidad que se debe a un artista alemán, Wolf Vostell, fundador del videoarte y del controvertido movimiento 'Fluxus'.
Efectivamente, nada convencionales son las obras que se hallan en su interior, con títulos tan contundentes como Fiebre del automóvil, La depresión endógena, Réquiem por los olvidados, ¿Por qué el proceso entre Pilato y Jesús duró solo dos minutos? o El fin de Parzifal, diseñada por Salvador Dalí. Obras fundamentales para entender el arte de los sesenta y las paradojas del hombre moderno, todo ello, precisamente, en un entorno agreste como el de Los Berruecos, dotado de un singular atractivo: enormes rocas de granito reflejadas en el agua de las charcas, sobre las que anida una de las mayores colonias de cigüeñas de Europa.
Dicen que es como una sucursal de Marte. Literalmente casi, puesto que la NASA ha realizado aquí algunos estudios por su supuesta similitud con las condiciones ambientales que podrían darse en el planeta rojo. Es lo que tiene formar parte del mayor yacimiento minero a cielo abierto de Europa, que viene siendo explotado desde los remotos tiempos de los tartesios. Una actividad que ha originado un río de color sangriento (de ahí el nombre) y tonalidades ocres en las orillas. ¿La razón? Un alto contenido en sales ferruginosas y sulfato férrico que, junto a la escasez de oxígeno, otorgan un ph muy ácido.
El resultado de tan extraña composición es un paisaje de belleza misteriosa que puede ser descubierto a pie, en bici o en una de esas viejas locomotoras que utilizaban los ingleses que llegaron a explotar estas minas a finales del siglo XIX. A ellos se debe la existencia en Nerva de un pueblo de arquitectura victoriana. Y también la primera pista de tenis, el primer campo de golf y hasta el primer equipo de fútbol que tuvo España, el Río Tinto Football Club, en 1878.
Bien podría ser el hogar de Eduardo Manostijeras, un rincón mágico que invita a sumergirse de pronto en una extraña fantasía. Porque es plantar el pie en este pueblecito enclavado en el corazón de La Vera, la comarca cacereña de piedra, agua y pimentón, y comprobar cómo los setos adoptan formas maravillosas: figuras geométricas, dragones, cabras montesas, elefantes, pirámides, botijos, personajes con sombrero, niños en bicicleta y hasta el mismísimo Pato Donald. Toda una colección de esculturas vegetales que son la seña de identidad de esta localidad rodeada de poderosas gargantas y piscinas naturales.
¿Quiere esto decir que Losar se inspiró en el personaje de Tim Burton? Pues no, y de hecho, se le adelantó unos 15 años. La tradición de esculpir los arbustos se remonta a 1972, cuando un jardinero vecino decidió animar la calle principal con semejantes virguerías. Desde entonces, y con una sabiduría que se va transmitiendo a las generaciones posteriores, la imaginación vuela en sus jardines.
Raro y majestuoso es este paisaje de la provincia de Málaga que está considerado único en el mundo. Por ello, y porque es también uno de los más espectaculares ejemplos de relieve kárstico de toda Europa, fue declarado en 1929 Sitio de Interés Nacional. En realidad se trata de una estructura laberíntica de 1.171 hectáreas, que toma su nombre de sus formas más comunes: las torcas o dolinas, pequeñas depresiones circulares y planas que se van rellenando con los residuos más resistentes a la erosión del agua.
Esto ha originado, a lo largo de millones de años, una sorprendente estampa que también ha servido de escenario a películas de ciencia-ficción: pasillos, cuevas y simas (algunas muy famosas como Toro o Marinaleda), descansos e imponentes desfiladeros entre los que destaca, por su belleza, el Tornillo de El Torcal. Es este el símbolo del parque, un monumento natural que recorren escasos turistas: solo los que están ávidos de oxígeno y de espacios despojados y locos.
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