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La prisa no es buena para el viajero por este territorio de la provincia de Huesca. Aunque nos llamen los picos que vemos en la lejanía hay que hacer la primera parada, salirnos de la carretara N-260, entre Senegüé y Arguisal, y encontrarnos con la pequeña iglesia prerrománica de San Martín, en la población de Oliván, una construcción del siglo XI, edificada hacia 1060, que nos hace pensar en las sorpresas que nos esperan a partir de ahora.
"Mi sueño es que Susín tenga una restauración auténtica", reza la leyenda en la sepultura de Ángeles Villacampa, una mujer luchadora que quiso que su pueblo no desapareciera como tantos otros de alrededor. Susín tiene cinco casas, tres calles y una iglesia mozárabe, la de Santa Eulalia (siglo X), que nos vuelve a sorprender. Desde Oliván podemos llegar caminando a Susín en 45 minutos por una antigua senda señalizada como GR-16. Desde lo alto de la diminuta ermita de las Eras, a pocos pasos de esta aldea, las vistas del valle de Tena son espectaculares.
Desde la década de los 50 del siglo pasado, zonas del alto Aragón sufrieron un éxodo rural sin precedentes. Julio Llamazares, el escritor leonés, localizó una de sus grandes obras, La Lluvia Amarilla, en la población de Ainielle, un lugar abandonado desde 1970, al que se puede llegar por la "senda de la memoria" desde Oliván. Andrés, el pastor literario de Llamazares, nos describe magistralmente estos parajes de soledad al final de su vida.
El sobrepuerto queda atrás y la ermita de la Santa Elena, ya en la carretera comarcal A-136, nos da la bienvenida al valle de Tena, una senda habilitada para personas con dificultades físicas contrasta con las construcciones militares de la línea P7 (Pirineos 7), una impresionante batería de búnkers para piezas de artillería que el general Franco construyó tras la guerra civil, temiendo una invasión desde Francia.
A veces pensamos que los Pirineos separan, pero la verdad es que sirven de puente más que de frontera a nuestros vecinos franceses. A partir de ahora, los triángulos, la forma geométrica más estable, van a ser los testigos perennes de esta parte central de la mayor cordillera del país.
El valle de Tena está recorrido por el río Gállego de norte a sur. Es fronterizo con el valle francés de Ossau y ofrece una variedad de instalaciones para todos los bolsillos. Hoteles, hostales, albergues, campings y espacios habilitados para autocaravanas hacen que los visitantes veraniegos se sientan a gusto entre las estaciones de deportes de invierno.
Pueblos recuperados en las orillas de los embalses, como el caso de Lanuza, conocido por el festival de música Pirineos Sur –donde cada verano se encuentran continentes, culturas y sonidos–, contrastan con poblaciones de larga historia como Sallent de Gállego, uno de los pueblos de Huesca más antigüos de realengo de unos 1.800 habitantes, que actualmente es la capital del valle. El fraile León Benito Martón, conocido escritor sallentino del siglo XVIII, cuando escribió la historia de Sallent, decía que en sus cercanías se hallaba enterrada el Arca de Noé, nave salvadora de las especies de la tierra que acabó enclavada en el valle de Tena cuando acabó el diluvio universal.
El sonido profundo de los cohetes anuncia que el valle es una fiesta en verano. Casi todas las poblaciones del Tena celebran este mes su semana grande. Pueblos como el Pueyo de Jaca o Lanuza lo hacen en la última semana de agosto. Orquestas llegadas de Zaragoza o Jaca animan las noches estivales con melodías de los recordados músicos aragoneses Ixo Rai o con las notas de rancheras y pasodobles. Los tradicionales bingos locales sirven de descanso a los músicos y dan emoción a los hospitalarios habitantes del valle. Cada mañana las charangas animan a los vecinos con sus rondas callejeras.
Nadie que visite estas montañas en verano puede dejar de salir a caminar. Las cumbres suben y bajan, los ibones, con sus aguas que atrapan el color del cielo, esperan cada día a los senderistas que terminan su excursión en las orillas de estos lagos de altura. Hay que reponer fuerzas y demostrar así que la educación elitista del buen gusto no está reñida con los bocadillos caseros y un buen trago de somontano.
Búbal, Saqués, Tramacastilla, Sandiniés, Escarrilla y Formigal son pueblos destinados hace tiempo a albergar visitantes de nieve, al igual que los situados a la otra orilla del río Gállego: Pueyo de Jaca, Panticosa, La Hoz de Jaca y Lanuza.
La voz del gigante de Sallent, el jotero Fermín Arrudi Urieta, que con sus 2,30 m de altura recorrió el mundo de feria en feria a principios del XX, suena en el valle cada día para no olvidar que estos pueblos siguen más vivos que nunca. Que sus habitantes no tienen que salir con lo puesto dejando prioridad a los que llegaron de fuera.
'Restaurante la Tosquera'. Urbanización Formigal, s/n. Formigal.
'Bar el Embalse'. Plaza Mayor, 10. El Pueyo de Jaca.
'Restaurante Asador Mingo'. Carretera Francia, s/n. Escarrilla.
'Casa Martón'. Plaza Valle de Tena. Sallent de Gállego.
'Camping Escarra'. Escarrilla.
'Hotel Bocalé'. C/ Puente Gállego s/n. Sallent de Gállego.
'Hotel Casa Morlans'. C/ San Miguel, s/n. Panticosa.
'Hotel Mariana'. C/ La Iglesia, 9. Tramacastilla.