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Los subsuelos del museo, una de Indiana.

Puertollano y las minas de Almadén (Ciudad Real)

En busca de la arqueología minera de Puertollano

Actualizado: 18/02/2017

Fotografía: Ramón Peco

Puertollano es la puerta de entrada a una de las zonas más hermosas de Castilla-La Mancha: el Valle de Alcudia. Una inmensa llanura de más de cien kilómetros de longitud en la que en su día hubo innumerables pozos mineros. Hoy duermen casi olvidados. A no demasiados kilómetros de la localidad también se encuentran las milenarias minas de mercurio de Almadén, que tras cerrar en 2002 fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
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Aún quedan mineros en Puertollano, pero ya no extraen carbón. Los últimos se dedican a acondicionar el cierre de la última mina de La Mancha: Encasur. Una inmenso cráter labrado por la acción del hombre que se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad. No muy lejos de este lugar se encuentra el espectacular complejo petroquímico de Repsol. Unas instalaciones que al verlas al anochecer dan la impresión de que estamos ante una ciudad futurista. La refinería da fe de que nos encontramos en una localidad que sigue teniendo un fuerte espíritu industrial. Pero Puertollano también ha vuelto a fijar sus ojos en sus orígenes.

Vista de la refinería de Puertollano.
Vista de la refinería de Puertollano.

Antes de que llegase la minería y la industria a este rincón, entre la Mancha y el puerto de Despeñaperros, la población era un paso importante para el ganado. De hecho, cuando nos adentramos en el valle de Alcudia, donde puede ser difícil llegar a encontrarse con alguien pues es uno de los lugares menos poblados de España, uno se topa con pastos inmensos plagados de vacas.

Un hombre frente a los prados del antiguo campo minero.
Un hombre frente a los prados del antiguo campo minero.

Esta mezcla entre el mundo rural y la arqueología industrial hace de Puertollano un lugar bastante interesante. Los impresionantes restos de los pozos mineros rodeados de ovejas que se ven en sus inmediaciones, conforman un paisaje con una cierta atmósfera de western. De hecho, recorrer el rico legado de arqueología industrial de los alrededores de la población puede ser bastante estimulante. Sobre todo para los que practican el senderismo y los que gustan de encontrar rincones olvidados montando en bicicleta.

Castilletes mineros en pleno campo.
Castilletes mineros en pleno campo.

Pero antes de recorrer las inmediaciones de Puertollano, penetremos primero en su interior. El centro de la ciudad gira en torno al paseo de San Gregorio, una extensa rambla ajardinada que es el pulmón de la ciudad. A su alrededor se concentran numerosos comercios y bares. El paseo prácticamente termina en la que sin duda es la principal seña de identidad de la localidad: la fuente agria.

En el Paseo de San Gregorio.
En el Paseo de San Gregorio.

En ella casi siempre hay alguien llenando botellas o garrafas con las aguas, con propiedades medicinales, que brotan de ella. La fuente se encuentra recogida de la intemperie por una especie de kiosko de metal con aires decimonónicos. El agua de la fuente, que tiene un sabor intenso y metálico, deja en el paladar un sabor agrio y profundo.

Un hombre llena botellas en Fuente Agria.
Un hombre llena botellas en Fuente Agria.

Así que conviene llevar algunas botellas vacías al visitarla. A escasos metros de esta fuente se encuentran las antiguos baños de la localidad, que hoy son dependencias municipales. En su momento eran muchos los que acudían a ellos para bañarse en unas aguas que, como las de la fuente agria, se decía que tenían excelentes propiedades. En el interior del edificio aún quedan vestigios de las piscinas y bañeras.

Fachada de la Casa de Baños de Puertollano.
Fachada de la Casa de Baños de Puertollano.

El centro de Puertollano es un lugar bullicioso, plagado de bares en los que es posible degustar generosas tapas. A la hora de comer no es mala idea buscar alguno de los restaurantes en los que se pueden encontrar carnes de la zona: de cordero, ternera o de caza. Una vez que nos alejamos del centro es buena idea intentar visitar el Museo de la Minería, en cuyo interior se recrea con gran realismo varias galerías de una mina de carbón. La extensión de esta recreación confunde a los sentidos. Pues uno llega a creer que se encuentra a cientos de metros de profundidad. Este museo es un buen sitio para conocer mejor la historia de Puertollano, incluso la anterior a la llegada de la minería.

Este museo es un buen sitio para conocer mejor la historia de Puertollano.
Este museo es un buen sitio para conocer mejor la historia de Puertollano.

Eso sí, debido a lo restringido de su horario actual recomendamos consultar por teléfono o por correo electrónico las horas a las que se encuentra abierto. Entre los detalles que más nos llamaron la atención están sus logradas maquetas. Gracias a ellas es posible hacerse una idea de cómo fue la localidad en el momento de mayor auge de la minería, cuando la ciudad no tenía tren de alta velocidad pero sí tres estaciones de ferrocarril.

La arqueología industrial caracteriza Puertollano.
La arqueología industrial caracteriza Puertollano.

Una de ellas era la de la línea de la empresa Peñarroya entre Puertollano y Fuente del Arco, que fue construida para trasladar el carbón que se extraía de las minas. Las vías de esta línea fueron desmanteladas hace décadas y se está intentando realizar en sus terrenos una vía verde debido a la riqueza natural del entorno.

Monumento al minero con vistas a Puertollano.
Monumento al minero con vistas a Puertollano.

Decidimos acudir en busca de uno de los últimos vestigios que quedan en pie de esta antigua línea ferroviaria: la antigua estación situada a las afueras de la localidad de Cabezarrubias del Puerto, que se encuentra a media hora en coche de Puertollano. En plena sierra norte de Alcudia. Una excursión recomendable.

Estación de Cabezarrubias.
Estación de Cabezarrubias.

Cerca de los dos edificios que quedan en pie, muy cercanos a una casa rural, la vegetación ha invadido el andén, pero aún es posible percibir el rastro oscuro dejado por los trenes llenos de carbón que atravesaban en este hermoso paraje. Un sitio que recomendamos visitar al atardecer. Cuando los últimos rayos del sol bañan el paisaje se puede llegar a pensar que en cualquier momento uno de esos trenes está a punto de pasar.

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