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Burgos es el único lugar del mundo que puede presumir de tener una gran concentración de patrimonios universales. Corresponden a la catedral, una de las más importantes de Europa; al Camino de Santiago, la ruta más universal que existe y la Sierra de Atapuerca y sus hallazgos paleontológicos, el yacimiento de fósiles más importante del continente europeo; los tres declarados Patrimonio de la Humanidad.
Por si fuera poco, una nueva nominación ha recaído en la ciudad. La Unesco la ha señalado Ciudad Creativa de la Gastronomía, reconocimiento que subraya su carácter culinario de primer orden. La inabarcable constelación de restaurantes y bares que se esparcen por su geografía dan la razón a la nominación. Los cuatro galardones son las patas de una sólida oferta turística, que se localiza en un radio de medio kilómetro. Vamos a ello.
Hablamos de la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Santa María, templo gótico afrancesado que en 2021 celebrará sus primeros 800 años. Destacar algún elemento del vasto templo no sería justo, quedémonos pues con la conclusión de toda la restauración de la parte exterior del edificio, que le ha devuelto la luminosidad que hurtaban siglos de mugre, contaminación y abandono que llegaron a hacer caer una estatua de una de sus torres.
El bosque de agujas de su techumbre, rematado por las torres gemelas laterales, se corresponde con el etéreo cimborrio de aires platerescos de su interior. A los pies de la enorme bóveda se encuentra el enésimo sepulcro del Cid Campeador y su esposa Doña Jimena, cuyos huesos, ahora sí, parecen tener descanso eterno. Junto al sepulcro, el monumental coro de madera de nogal con 103 historiados asientos y la Escalera Dorada de Diego de Siloé no pasan desapercibidos. Este artista también fue el creador del abigarrado retablo gótico flamenco de la Capilla de Santa Ana.
En otro de los rincones del templo, la asombrosa Capilla del Condestable, hueco de luz bajo la girola de la catedral, se conserva otro retablo de este escultor del siglo XVI. En un lateral de la capilla está una pintura de Santa María Magdalena, de Giovan Pietro Rizzoli, discípulo de Leonardo da Vinci, de cuyos pinceles algunos ven rastros en el lienzo.
La Sacristía Mayor con su abigarrada cúpula elíptica y extraordinario mobiliario, las capillas de Santa Catalina, San Juan Bautista y Santiago, y el Museo catedralicio son partes imprescindibles de este templo fastuoso que no desdeña unas gotitas de humor. Las aportan el Papamoscas y su colega el Martinillo, dos autómatas situados en lo más alto de la nave mayor encargados de tocar las horas y los cuartos respectivamente.
La también llamada Vía Láctea, el Camino de las Estrellas o Ultreia, el saludo de los peregrinos medievales, tiene en la capital burgalesa parada principal. La ruta jacobea tuvo mucho que ver en el desarrollo de Burgos, al ser la ciudad una de sus más importantes encrucijadas.
En el siglo IX se convirtió en la ciudad más importante del Camino. La urbe llegó a tener más de 30 hospitales y albergues para los peregrinos. En la actualidad, cuenta con tres y hoy día, quienes recorren el Camino suelen hacer en la capital castellana la parada más prolongada de su ruta.
Antes de llegar al centro de la capital, el camino transita por los poco hospitalarios márgenes de la ciudad. El otrora conflictivo barrio de El Gamonal conduce a la orilla del Arlanzón. El Camino de Santiago entra en el meollo burgalés por la calle San Juan, junto al río Vena. Aquí, junto a la iglesia de San Lesmes, se alzaba un hospital que socorría a los peregrinos.
Por las calle Avellanos y Fernán González se atraviesa el casco histórico, pasando a los pies del Centro de Arte Contemporáneo de Caja de Burgos, para alcanzar el entorno de la catedral.
En su viaje hacia el Finisterre gallego, el Camino de Santiago ya pasó por Atapuerca antes de alcanzar la capital burgalesa. Ahora lo hace de nuevo frente a los restos principales del mayor yacimiento paleontológico del mundo, recogidos en el Museo de la Evolución Humana, (MEH) que se alza en la orilla izquierda del Arlanzón, apenas a 500 metros de la catedral de Burgos.
Es el cuerpo central de un conjunto de tres edificios que junto al museo, albergan el Palacio de Congresos y Auditorio de Burgos, y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana. Obra cumbre de Juan Navarro Baldeweg, con este monumental conjunto, la capital castellana entró en el siglo XXI. El arquitecto logra trasladar al interior del edificio principal el paisaje de la Sierra de Atapuerca, prolongándole más allá de las amplias cristaleras por las terrazas que concluyen en el cercano río Arlanzón.
En su interior se conservan los más importantes fósiles originales encontrados en el yacimiento. Entre ellos destacan los del Homo antecessor, el homínido más antiguo encontrado en Europa, con piezas tan impagables como Miguelón, el cráneo más completo del llamado Homo heilderbengensis, antepasado del Neandertal y que fue bautizado con su nombre en honor a Miguel Induráin. Elvis la pelvis, una de las más completas del registo mundial, cuyo nombre homenajea al rey del rock, y Excalibur, un hacha de mano perfecta que destila simbolismo y magia.
No hay que olvidar pasar un buen rato en la galería circular, donde es posible mirar cara a cara a diez perfectas reproducciones a tamaño natural de diez especies de homínidos anteriores a nuestra especie.
Risotto de boleto hipotecado con gabardina de jengibre sobre lecho marino, Lechazo confitado al tomillo sobre teja de garbanzos, Langostinos en matrimonio con lío, Minarete de patata rellena de rabo de toro con notas turcas, Tosta ibérica y crujiente morrito de chon. También, por supuesto, Morcilla deconstruida, Morcilla cuadrada con manzana y alioli de piquillo, Caramelo de morcilla y helado de morcilla. En apenas unos metros, aquí se pasa del Homo antecessor al 'Homo gastronómicus'.
Lo señaló Juan José Lucas Giménez, alcalde de la ciudad, en la presentación de Burgos entre Cucharas: "Con la capitalidad española de la Gastronomía en 2013 Burgos se ha convertido en destino gastronómico de primer orden". No hay que entrar en cualquiera de sus reconocidos restaurantes para comprobar que, en realidad, Burgos tenía esa capitalidad unos años antes.
Fue al poco de iniciarse el tercer milenio cuando se puso en marcha la Feria de Tapas de San Pedro y San Pablo. Las especialidades reseñadas al principio de estas líneas son algunas de las participantes en estos años. Las sirven una pléyade de locales que se agolpan en el casco antiguo, en torno a la Plaza Mayor. Todos son muestra de la excelencia culinaria de Burgos, sin duda hoy una de las capitales españolas del pincho y la tapa.
La calle Sombrerería y su entorno acumula el mayor número de bares. Aquí se suceden 'Gaona Jardín' (hay que probar su foie de puré con manzana), 'Mesón Burgos' (las mejores bravas del lugar), 'Morito' (alpargatas de jamón), 'El Soportal' (minihamburguesas de potro), 'El 22' (sopa castellana deconstruida)... y en el entorno del casco viejo hay mucho más.
Por ejemplo, 'Casa Pancho', con su rotunda cojonuda o morcilla con pimiento y huevo de codorniz (el único que no aumenta el colesterol). La vanguardista 'Tapería Royal' sorprende con su Morcilla deconstruida, mientras que la Cecina cocida bañada con espinacas y bechamel de 'La Perla Arandina' es capaz de quitar los males a los peregrinos más agotados. Y por supuesto 'La Favorita', cuyo bocadillo de anchoas a la brasa con cebolla confitada en aceite de carbón y mermelada de pimiento es un monumento indispensable.
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