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Un hombre, Joaquín Manchado, maneja a su antojo la principal terminal del Puerto de Barcelona, convertido en la puerta de entrada del negocio de las drogas. Así arranca la tensa historia de Mano de hierro, miniserie de Lluís Quílez (Bajocero) que llega a Netflix dispuesta a ser el nuevo thriller de crimen y acción de moda en la plataforma.
A lo largo de ocho episodios, veremos cómo la tensión de Mano de hierro irá en aumento mientras vamos conociendo el presente y el pasado de la familia que maneja el narcotráfico portuario, un negocio que existe en la realidad por la poca vigilancia de las mercancías. La historia se ha rodado en numerosos escenarios y localizaciones reales de la capital catalana, con la zona portuaria como emblema.
La Barcelona de Mano de hierro es distinta a la que se puede ver en la ficción en los últimos años: “Desde las Olimpiadas hasta ahora, en estos últimos 30 años, creo que se ha hecho un retrato de Barcelona muy turístico, muy pulcro y muy bonito, pero Barcelona son muchas cosas”, nos comenta Lluís Quílez, creador y director de una serie que ha reunido a distintas estrellas del cine español (Eduard Fernández, Natalia de Molina, Enric Auquer, Chino Darín, Jaime Lorente, Sergi López, Daniel Grao…).
Quílez, que reside en esa zona de la ciudad y la ve a diario, quería “recuperar el espíritu de esas películas del cine quinqui o de la Barcelona más vinculada al cine negro que se hacía antes”. En los seis meses que duró el rodaje de la serie, para el director era una prioridad “enseñar este retrato moderno de la ciudad, multicultural y conectado a la parte más marítima” y por eso no recurrieron nunca a un plató.
Para conocer de verdad dónde se ha grabado Mano de hierro hay que empezar, claro, por toda la zona portuaria e industrial de la ciudad: el Puerto de Barcelona y Zona Franca. La serie nos mete de lleno en esta parte de la costa de la ciudad, inaccesible en su interior si no se trabaja allí o se tiene algún permiso. Entre grúas y turbios negocios, descubrimos un lugar que nunca se había visto en ficción con tanto detalle.
El equipo de Quílez estuvo rodando en distintos lugares que usan realmente los estibadores y trabajadores del puerto. Es decir, todo aquello que está detrás y más allá de la Playa de San Sebastián. Una de las opciones más sencillas para hacerse una idea de cómo es esta zona es coger el Teléferico del Puerto, pero podemos escoger el que realmente aparece en la serie: el Teleférico de Montjuïc y la Estación Mirador, donde vemos un encuentro panorámico entre los personajes de Chino Darín y Ana Torrent.
Si vamos de este a oeste, hay que arrancar desde la zona de clubes náuticos y de puertos deportivos: en Mano de hierro vemos los exteriores del conocido Port Vell, pero también del puerto de Marina Vela (amarre del yate del personaje de Daniel Grao), además del restaurante 'Velissima Barcelona'. Y Quílez destaca que también rodaron para el capítulo 5 en la cercana lonja de pescadores, ahora remodelada (Confraria de Pescadors).
A partir de ahí aparece la localización dominante de los primeros capítulos de la serie como centro de operaciones de la familia Manchado: el puerto industrial. La garita de control de acceso se situó en la Estación Morrot (donde está también el bar de los estibadores, 'Bar La Cantina' de Morrot) y se rodó en la Terminal de Port Nou, donde se ambientó la zona de contenedores o la fundamental Terminal A en la serie, donde incluso se rodó en una torre de control real, situada en el Carrer del Port de Ningbó.
El equipo de la serie tuvo un acceso inédito por toda la zona franca donde operan las empresas logísticas en las que trabajan hoy decenas de miles de personas. En la serie podemos ver el puerto al que se accede desde el Carrer de l’Oest para meter de lleno al espectador en ese muelle de naves industriales, contenedores y chatarra. Un inmenso recorrido que en la serie llega hasta su parte final (Delta Depot), la que colinda con el Aeropuerto del Prat.
Lo que más sorprendió del Puerto a Quílez -que también detalla lo complicado que fue, por ejemplo, rodar allí una descarga de mercancías (capítulo 2)- fue “su magnitud”. “Es un lugar muy grande: tú empiezas en un extremo del puerto, vas con coche por dentro e igual estás 40 minutos hasta que sales. Abarca muchos kilómetros. Es una especie de laberinto donde hay muchísimas empresas, diferentes terminales, en el que conviven el puerto de mercaderías y el de pasajeros”, dice el director.
Pero Mano de hierro no es solo el Puerto. A medida que avanzamos en la turbia trama de los Manchado, la serie se abre más allá de las grúas y a lo largo del tiempo. “Es una serie de ocho capítulos con muchísimo contenido, y uno de sus puntos característicos es que es muy rica en cuanto a localizaciones”, comenta Quílez.
Por eso en distintos episodios acabamos viendo muchos exteriores del núcleo urbano de Barcelona, sobre todo los que de verdad están cerca de esas zonas portuarias: las calles del distrito de Sants‑Montjuïc (donde está el Puerto), de Ciudad Vieja (principalmente el Barrio Gótico, El Raval y La Barceloneta) y también de Hospitalet de Llobregat (donde se recreó el antiguo barrio de Can Tunis y la estación de trenes).
Si queremos descubrir algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad lo podremos hacer en el capítulo 7 de Mano de hierro, durante una espectacular persecución. En estos planos adrenalínicos salimos desde Miramar, se coge el Paseo de Colom y se pasa por Montjuïc (El Estadio Olímpico Lluís Companys aparece también en el capítulo 3) o la estatua de Colón hasta recorrer el Paseo de Juan de Borbón y llegar a la Torre Alta Mar.
Otra persecución de la serie, ambientada en el Raval, se produjo realmente en plena Barceloneta, entre las calles Pepe Rubianes, Vinaròs, Sant Carles y Vilajoiosa, mientras que el robo del móvil que presenciamos sí que se rodó en el Raval y se localizó entre las calles de Sant Pau, Santa Margarida y Unió.
Otra de las localizaciones de Mano de hierro que llaman mucho la atención es la del Cementerio de Montjuïc, que podemos ver con mucha presencia en el capítulo 8. “Es como una pequeña ciudad en sí misma donde es muy fácil perderse, pero que además desde el cementerio ves el puerto, con lo que todos los planos podían tener las grúas de fondo”, dice Quílez, que cree que eso a nivel simbólico unía los dos conceptos de Mano de hierro: “La muerte y el puerto”.
Pero uno de los trabajos de exteriores más importantes para la serie fue el que se realizó en la cárcel de Figueras (capítulo 3), donde el equipo de Arte de la serie realizó un gran trabajo para poner a punto una prisión que lleva 10 años abandonada. Y Quílez recuerda también “la tremenda” secuencia de acción que rodaron en un desguace de coches abandonados (Desguace Dueñas) para el episodio 7.
Estas son las principales localizaciones barcelonesas de las más de 100 que hay en Mano de hierro, un esfuerzo de producción de The Mediapro Studio que sirve para darle el necesario ambiente a este oscuro thriller criminal que se vuelve cada vez más y más complejo. A partir del 15 de marzo podrás descubrirlo en Netflix.
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