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Agua de Bilbao. Así llaman los más chirenes al champagne y, de hecho, durante décadas se han embotellado y etiquetado tal cual (“Agua de Bilbao”, “Sirimiri”...) vinos elaborados en La Rioja y Cataluña siguiendo el método champenoise tradicional. No obstante, lamentándolo mucho, no es cierto que de los grifos de la villa brote el afamado espumoso. Lo que mana de ellos es agua (¡oh!) que, curiosamente, llega de Álava, concretamente del embalse de Ullibarri-Gamboa, principal reserva de consumo humano en esa provincia y en Bizkaia.
La represa más grande de Euskadi, con 147 hectómetros cúbicos de capacidad (un hm3 equivale a un millón de metros cúbicos), 1.490 hectáreas de extensión y más de 30 metros de profundidad, ejerce una triple función: abastece de agua a población e industria de Vitoria y área metropolitana de Gran Bilbao, regula el caudal del río Zadorra, afluente del Ebro que nace en las estribaciones de la Sierra de Entzia, y sirve de amplia zona de esparcimiento. Es así desde finales de los años cincuenta, cuando se procedió a su llenado y quedaron sumergidos nada menos que una decena de pueblos. La pertinente expropiación forzada a más de 250 familias determinó que sus más de 600 habitantes tuvieran que emigrar con el recuerdo de sus localidades prácticamente como único rastro de su existencia.
La construcción y puesta en marcha de esta mastodóntica obra de ingeniería hidráulica supuso, evidentemente, un profundo cambio en el Valle de Gamboa, a nivel paisajístico, social, medioambiental y económico; donde había tierras de cultivo, caseríos, ganado, Camino Real, molinos, puentes, meandros, escuelas, ermitas, iglesias y cementerios, ahora hay un enorme manto de agua salpicado con playas, islas, embarcaciones, espectaculares pasarelas flotantes, el vuelo de más de 200 especies de aves y rutas y paseos que exprimen el atractivo de su medio centenar de kilómetros de perímetro y tres grandes parques que permiten hacer numerosos planes en contacto con la naturaleza. Sus nombres: Garaio, Mendixur y Landa
La más grande de esas zonas de recreo es el Parque Provincial de Garaio, una península de 116 hectáreas de superficie que se introduce en la zona sur del embalse, donde se recibe el agua del Zadorra. Colinas, praderas y bosquetes poblados de endrinos, espinos albares, majuelos, arces, quejigos, alisos, orquídeas, carrizos, tejones y erizos configuran un lugar de ocio dotado de una red interna de carreteras y aparcamientos (incluidos dos gratuitos para uso exclusivo de caravanas y autocaravanas) que presta servicio a cuantos se acercan a sus orillas.
Moskurio (en Garaio Norte, perteneciente al municipio de Barrundia) y Salurriaga (Garaio Sur, en Elburgo) son las dos playas que, al fin y al cabo, constituyen el principal reclamo de esta área. Pese a encontrarse a sesenta y tantos kilómetros del mar, no faltan en ellas aseos, duchas, fuentes, puestos de socorro, rampas que facilitan el acceso a personas con movilidad reducida ni sendas banderas azules, galardones internacionales que reconocen la calidad tanto del agua como de servicios e instalaciones, y la excelencia en la gestión ambiental. Allí, mientras unas personas toman el sol otras nadan, vuelan cometas, juegan con sus perros o practican deportes náuticos como piragüismo o paddle surf. Olas es lo único que parece faltar a los bañistas.
Su amplitud, con grandes extensiones de campa dotadas de mobiliario y no pocos árboles donde arrimarse en busca del cobijo de su sombra, lo convierten también en escenario ideal de actividades de interpretación ambiental, de gymkhanas, juegos y talleres. Hay mucho por recorrer, así que la tarea se facilita con un servicio de alquiler de bicicletas (solo durante el verano, en la Oficina de Información) y merece la pena acercarse a la torre de Garaio, pues acoge uno de los nidos de cigüeña blanca más antiguos de Álava.
En la parte superior anidan, aunque el punto más elevado del parque es el alto de Ondoriz (604 m.); desde allí se contempla buena parte de la Llanada Alavesa y el vuelo de garzas, garcetas y cigüeñas, únicos habitantes de la isla de Orenin y los restos del pueblo de igual nombre. Eso sí, muchas más aves podrás encontrar durante todo el año en el Parque Ornitológico de Mendixur, enclave esencial para que el valor de la biodiversidad del embalse esté actualmente avalado con su inclusión en la Red Natura 2000.
Lavanderas, carricerines, avefrías, ruiseñores, vencejos, mosquiteros, currucas, chochines, herrerillos, ánades azulones, cormoranes… ¡Hasta gaviotas! Patiamarillas, reidoras y sombrías. Los pájaros son, efectivamente, la gran riqueza del Parque Ornitológico de Mendixur, que reparte sus más de 70 hectáreas de extensión en las colas meridionales del embalse, declaradas Humedal Ramsar de Importancia Internacional. Su conservación es imprescindible para garantizar la reproducción, migración e invernada de numerosas especies.
Vegetación de ribera, palustre y lacustre procura alimento y marcos de reproducción y descanso a miles de aves acuáticas como el somormujo lavanco, el pato colorado y la focha común. Mientras, el alga chara constituye la base de la cadena trófica del humedal. Un festín para los adeptos al turismo ornitológico o bird watching, que cuentan con distintos observatorios para ponerlo en práctica.
Buena parte de ello en el agua, como la rana ágil y el visón europeo. En el cielo, más collalbas, alondras, carboneros, cernícalos, milanos, águilas pescadoras y aguiluchos cenizos. Pegados al suelo, jabalís, corzos, erizos, comadrejas. También cicloturistas, claro, muchos de ellos cubriendo la ruta que conecta Mendixur y Garaio entre fresnos, álamos, chopos y sauces. Otro de los planes más que apetecibles aquí.
El Parque Provincial de Landa es, con 40 hectáreas, el más pequeño de los tres. Ubicado al noroeste del embalse, la playa es también el principal reclamo de este espacio enmarcado en el municipio de Arratzua-Ubarrundia. Y de aquí parte el llamado “Itinerario Verde”, una ruta circular alrededor del embalse cuyo recorrido completo abarca 45 kilómetros de distancia y permite disfrutar de la naturaleza, contemplar campos de cereal y ganado, cruzar pasarelas flotantes, darse chapuzones en el agua y observar aves acuáticas. Puede afrontarse entero a pie o en bicicleta, pero los caminantes tienen oportunidad de conformarse con recorridos más breves, de ‘sólo’ 13 (ruta sur) y 32 (ruta norte) kilómetros de longitud.
Por otra parte, el actual pueblo de Landa, perteneciente a la Cuadrilla de Gorbeialdea, se localiza a 20 kilómetros de la capital alavesa, a 555 metros de altitud. Su origen está en una colina a orillas del río Zadorra que antaño fue testigo de fieras batallas, merced a su condición de punto estratégico, y que hoy, paradójicamente, es la calmada isla de Zuaza o Zuhatza (500.000 m²). Entre sus atractivos se encuentran la nueva iglesia de San Bartolomé, que luce en su fachada el mismo reloj que su predecesora, hoy sumergida, y el Humedal de Santiagolarra, nombre del barrio donde se alojaron los cientos de trabajadores que participaron en la construcción del embalse.
A tres kilómetros del núcleo urbano se encuentra la presa que contiene las aguas con un muro de hormigón de 543 metros de longitud (34 de altura desde los cimientos), y desde las inmediaciones se puede ascender sin apenas dificultad a diferentes picos (Troke, Usokoatza, Albertia o Maroto) que procuran estupendas vistas sobre el valle inundado.
Complicado no sorprenderse al conocer que una galería de 3,5 kilómetros de longitud une el embalse de Ullibarri-Gamboa y el de Urrúnaga. Éste, más pequeño (72 hm3), regula las aguas del río Santa Engracia y comparte el objetivo de suministrar agua a Vitoria-Gasteiz y Gran Bilbao. Y luego está Albina, aún más reducido (5 hm3), que se alimenta del río de igual nombre y completa el llamado Sistema Zadorra.
Albina, rodeado de bosques, es bien conocido por pescadores que acuden allí a capturar carpas, lucios y tencas. Mientras, Urrúnaga seduce a cineastas con tesoros naturales que enriquecen este paisaje. Así, recientemente ha sido escenario de secuencias que forman parte de Baby (film de Juanma Bajo Ulloa), y también de Singular, el inminente segundo largometraje del donostiarra Alberto Gastesi, un thriller de ciencia ficción sobre los límites de la inteligencia artificial. Por su parte, los encantos de Ullibarri-Gamboa, incluidos por ejemplo en el catálogo de localizaciones de la asociación Spain Film Commission, se han podido apreciar en producciones como Maixabel, dirigida por Icíar Bollaín.
Así mismo, sus bondades y memorias sumergidas han quedado reflejadas en libros como A cincuenta años (Txus Bilbao) y el concejo de Ullibarri-Gamboa acoge en septiembre Gamboa Zinemaldia, festival de cine y medio ambiente concebido como plataforma para la reflexión en torno a cuestiones como la sostenibilidad.
En cuanto al imprescindible avituallamiento, quien visite los embalses de Ullibarri-Gamboa, Urrunaga o Albina y no lleve su propia comida para dar cuenta de ella en los merenderos habilitados, tiene a su disposición más de un establecimiento hostelero donde calmar hambre y sed. Asomados al mismo mar interior, con estupendas vistas sobre el mismo, se localizan por ejemplo bares y restaurantes como ‘Urbazter’ y ‘Club Náutico’. Aún más provechosa se antoja la visita a ‘Ipar Itsaso’, singular marisquería distinguida con un Solete donde la clientela escoge qué va a degustar en un mostrador a modo de pescadería.
Una vez repuestas fuerzas, quizá te apetezca continuar explorando los alrededores, donde se encuentran vestigios como el castillo de Guevara, museos como Ollerías (dedicado a la alfarería) y rutas tan impresionantes como la ascensión al monte Gorbea, mismamente desde el embalse de Murua. Y también, claro, puedes recorrer pueblos y ciudades como Vitoria-Gasteiz.
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