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LA concurrida plaza del Quiosco

Ruta por Ezcaray (La Rioja)

El pueblo mutante según la estación

Actualizado: 08/01/2018

Fotografía: Roberto Ranero

Durante siglos, Ezcaray ha vivido de su industria textil y maderera, de las que apenas quedan pocos, aunque afamados, vestigios. Hoy este pequeño pueblo riojano de 2.000 vecinos llega a mutiplicar por diez su población con la llegada de las primeras nieves a la estación de esquí de Valdezcaray y cuando el calor aprieta en verano. La localidad es, además, todo un lugar de peregrinaje gastronómico, por sus lustrosas barras de pinchos y sus 3 Soles.

Aún no se han levantado muchas persianas y la escarcha en las lunas de los coches evidencia la helada de la pasada noche. Pero ya se ven las primeras vecinas ataviadas con zapatillas de deporte, abrigo con buen forro y bufanda (por supuesto, de mohair) arrancando la marcha mañanera hacia el Molino Viejo. A lo lejos se vislumbran las primeras nieves que han pintado de blanco la cima del San Lorenzo (2.271 m), y que en pocos días cubrirán Ezcaray al completo.

El senderismo es una afición que practican muchos lugareños y turistas.
El senderismo es una afición que practican muchos lugareños y turistas.

Las gentes de este pequeño pueblo riojano son muy aficionadas al senderismo. "Es difícil resistirse a disfrutar de este paisaje que nos rodea", reconoce Alicia Garrido, una ezcarayense enamorada de su localidad y que ejerce de nuestra cicerone. Con el arranque de diciembre, los verdes, ocres y rojizos de los rebollares, hayedos y pinares del piedemonte de la Sierra de La Demanda, que escoltan el cauce del río Oja, se tiñen de blanco. Es entonces cuando el bastón y calzado cómodo se sustituyen por crampones o raquetas de nieve para ascender a la estación de esquí de Valdezcaray (22 km de pistas esquiables).

La estación de Valdezcaray cuenta con 24 pistas y 300.000 visitantes por temporada. Foto: shutterstock.
La estación de Valdezcaray cuenta con 24 pistas y 300.000 visitantes por temporada. Foto: shutterstock.

Si las ganas, el tiempo o las fuerzas no alcanzan para llegar hasta la cima, a escasos tres kilómetros del casco urbano está la alternativa de la ermita de Santa Bárbara, un mirador desde el que se observa todo el valle, con un paisaje salpicado de casas construidas en piedra de mampostería. "Incluso los días muy despejados se alcanza a ver, a lo lejos, Santo Domingo de la Calzada", asegura Alicia. Más cerca del pueblo, "y mucho más bonita", está la otra ermita, consagrada a Nuestra Señora de Allende, con sus espectaculares ángeles arcabuceros, la colección más grande de España de estas reliquias del Virreinato del Perú, que escoltan a la patrona de la villa.

Desde la ermita de Santa Bárbara se contemplan unas espectaculares vistas del valle. Foto: shutterstock.
Desde la ermita de Santa Bárbara se contemplan unas espectaculares vistas del valle. Foto: shutterstock.

A la vuelta de la caminata mañanera, muchas vecinas y turistas hacen parada en 'Autoservicios Mari' (Sagastia, 17), de los Guindilla, donde echar a la bolsa de compra unos caparrones o verdinas para el almuerzo, quesos de Los Camaros –de oveja o cabra con trufa–, o los peculiares Tondeluna (musgo y verde, 100 % leche cruda de cabra y con escasos días de curación), morcillas o los pates artesanos de verduras y carne de chorizo, el favorito de Sergio, el tendero. En la misma calle, en 'El Colmado de Ezcaray' (Sagasta, 5), el matrimonio de Matías y Milagros vende desde hace veinte años productos gourmet de la comarca, como las nueces de Ojacastro, la miel de brezo o los licores de maguillas, moscatel y pacharán caseros.

Sergio, de 'Autoservicios Mari', expone todos los días en la calle su género.
Sergio, de 'Autoservicios Mari', expone todos los días en la calle su género.

Nos vamos a chatear

La visita a ambos establecimientos, y que estamos próximos al mediodía, nos despierta el apetito. Los más osados aún se atreven a tomarse el chato de vino previo al almuerzo en las terrazas que resisten al frío de la Plaza de la Verdura. "Es tradición que todo el que llega por primera vez a Ezcaray se acerque a este lugar y agarre la argolla del Fuero –situada en la primera columna del soportal de la Oficina de Turismo y la Biblioteca–. La leyenda cuenta que cuando en 1312 el rey Fernando IV otorga el fuero al valle de Ezcaray, a Ojacastro, Zorraquín y Valgañón, entre los privilegios que le concede, se incluye uno que impedía juzgar a todo aquel que hubiese cometido un delito en otra villa o ser entregado a la justicia de otro señorío. Por eso muchos malhechores venían aquí y al llegar agarraban la argolla y gritaban '¡esta es mi casa!', para que todos los vecinos le escucharan. Así que, el que más o el que menos, tiene un pasado villano en Ezcaray", explica con ironía Alicia.

La famosa argolla de la plaza de la Verdura y los balcones adornados con flores.
La famosa argolla de la plaza de la Verdura y los balcones adornados con flores.

No hay tiempo para rastrear el ADN de los 2.000 vecinos censados, pero a la vista de las lustrosas barras de pinchos que lucen muchos bares y restaurantes, lo que sí está claro es que aquí hay buen paladar. En la misma plaza de la Verdura está 'Casa Masip' (Av. Academia Militar, 6), con la portada de los vinilos de Benny Carter, Miles Davis, Bill Evans y Charlie Parker colgadas de la pared... y Vicenta en la cocina. "El jazz corre por las calles de Ezcaray gracias a la figura del querido Ebbe Traberg, al que esta tierra conquistó", recuerda María Ángeles, una de las hijas de Vicenta. Ebbe –que a pesar de haber nacido en Dinamarca le llamaban 'el holandés'– era un periodista, novelista y, por encima de todo, un enamorado del jazz, una pasión que contagió a Ezcaray, donde se celebra, desde hace 21 años, un interesante festival. La primera noche de cada edición se puede vivir en el 'Masip' mientras se prueban los pimientos rellenos de carne, las alegrías riojanas rellenas, las patitas de cordero o los huevos escalfados con bechamel.

Todo un espectáculo de pinchos para la hora del aperitivo.
Todo un espectáculo de pinchos para la hora del aperitivo.

En la otra gran plaza, la del Conde de Torremúzquiz –"aunque pocos te sabrán indicar por ese nombre, porque todos la conocemos como plaza del Quiosco", nos aclara nuestra guía–, los niños corretean por los soportales y algún vecino toma el sol asomado a la balconada de su casa, que en primavera luce surfinias y gitanillas. Habrá que esperar al buen tiempo (desde mayo y hasta El Pilar) para escuchar todos los domingos a mediodía a la banda municipal tocar en el quiosco.

Las lustrosas barras de pinchos de 'El Mesón'.
Las lustrosas barras de pinchos de 'El Mesón'.

Mientras, pasamos un rato eligiendo entre la veintena de pinchos de 'El Mesón' (c/ Arzobispo Barroeta, 23), como el de espárrago navarro rebozado con jamón y queso o el de calabacín con foie y queso. En el 'Ubaga' (c/ Arzobispo Barroeta, 20) son más elaborados. Con Emma en la barra e Íñigo en cocina suelen rotar tanto las tapas como los vinos, "aunque son casi todos riojanos, por aquello de hacer patria". El pincho de Tondeluna verde, hígado de pato y manzana triunfa bastante, al igual que el bacalao con pisto y hongos o la cecina rellena de mousse de pato. Para los días de frío, como hoy, muchos arrancan la jornada de chateo con un caldito de verduras y ternera bien calentito.

Los fines de semana y épocas festivas, los locales de Ezcaray están muy concurridos.
Los fines de semana y épocas festivas, los locales de Ezcaray están muy concurridos.

Para darse un buen homenaje en la comida o cena también hay varias opciones. En el gran horno redondo de 'El Robledal' (C/ Lamberto Felipe Muñoz, 20), Lourdes González lleva dos décadas asando cabritos de Cameros, corderos y cochinillos riojanos con maderas de roble, haya y encina. "Los fines de semana estamos llenos; aquí se vive del verano, las festividades y la temporada de esquí", reconoce la cocinera, mientras su marido, Jesús, se lamenta de que este año la temporada de setas haya sido tan pobre y no podamos probar la paletilla rellena de boletus y trompetas, "todo un escándalo".

Cabritos, corderos y cochinillos asados en un tradicional horno castellano.
Cabritos, corderos y cochinillos asados en un tradicional horno castellano.

Cocina de terruño y de terruño sin terruño

Pero sin duda, quien ha puesto en el mapa gastronómico a Ezcaray es la familia del 'Echaurren'. Frente a la enorme iglesia de Santa María la Mayor, de cuya galería principal cuelgan los escudos de los señores ezcarayenses, está el 'Hotel Gastronómico Echaurren' (c/ Padre José García, 19). La antigua casa de comidas que abrieron la tía-abuela Andrea y el tío-abuelo Pedrito a finales del siglo XIX, se ha convertido hoy en uno de los 17 hoteles-gourmet 'Relais&Châteaux' de España y en un 3 Soles Repsol, 'El Portal'. Francis Paniego nació entre los fogones del 'Echaurren', donde su madre, la chef Marisa Sánchez, lleva trabajando desde los 15 años. Ella, una de las primeras mujeres en recibir el Premio Nacional de Gastronomía (1987), y su marido Félix convirtieron la casa familiar en todo un escenario gastronómico. Aquí conviven perfectamente la cocina tradicional que cinceló Marisa y la vanguardista de Francis.

Las famosas croquetas de Marisa, entre las mejores del país.
Las famosas croquetas de Marisa, entre las mejores del país.

El 'Tradición' es el más veterano de los restaurantes. Sería sacrilegio marcharse de él sin probar sus míticas croquetas de pollo y jamón serrano, de masa muy fina e interior casi líquido, o una buena cazuelita de caparrones (alubias rojas) con chorizo, panceta y sus piparras. Los pimientos de cristal caramelizados, con huevo a baja temperatura y patatitas, las albóndigas de ternera de la abuela, con trufa y parmentier, la merluza a la romana confitada a 45º con pimientos verdes y sopa de arroz o los callos con morros de ternera a la riojana, "ganadores del primer campeonato de callos del mundo" según reza en la carta, son otros imprescindibles. Hacer hueco para el extraordinario pastel de requesón tradicional con crema helada al licor de hierbas que hacen los monjes del cercano Monasterio de Valvanera. De lunes a viernes a mediodía, en esta casa se ofrece un lustroso menú del día, con un plato principal de cuchara.

Marisa Sánchez y Francis Paniego.
Marisa Sánchez y Francis Paniego.

'El Portal' lo arrancó Francis en 2001. Hoy cuelgan de su entrada tres Soles Repsol y dos estrella Michelin. "Mi cocina es de terruño pero sin los corsés del terruño. No tenemos tantos productos en nuestro entorno como quisiéramos, ni cuando quisiéramos. Estamos en un clima duro de montaña en invierno. Por eso queremos cocinar no solo lo que la tierra nos da, sino también lo que la tierra nos sugiere". De ahí nacen aperitivos como Bajo un manto de hojas secas, un cono de boletus relleno de salteado de setas de temporada y cubierto con remolacha, berza, calabaza, brócoli, pétalos de rosa y hojas de lollo roso deshidratadas, "un garbeo por un hayedo de Ezcaray" en un solo bocado.

Los sesos lacados de 'El Portal', todo un espectáculo visual y gustativo.
Los sesos lacados de 'El Portal', todo un espectáculo visual y gustativo.

Los dos menús que ofrece Paniego en su casa son 'Tierra', un recorrido por la tradición culinaria de La Rioja (cigalas con un pil-pil de nueces de Ezcaray, lomos de bacalao confitados sobre una riojana de caracoles o unos morros glaseados sobre una muselina de patatas y hortalizas); y el más atrevido 'Entrañas', donde el chef nos invita a enfrentarnos a "desafíos" como comer casquería cruda (tartar de corazones de cordero con polvo helado de foie-gras, aguacate y mostaza) o hincarle el paladar a unos sesos lacados, sobre un toffe de ave, que emulan la textura del hígado de pato.

Los pelaires que confeccionan para Loewe

El 'Echaurren' es una buena opción para alojarse, con su zona de chimenea para los días de invierno o su terraza ajardinada cuando arranca la primavera. La última remodelación de sus 25 habitaciones y zonas comunes es obra del estudio Picado de Blas, que apostó por los tonos madera neutros y ese juego de color entre lo tradicional y lo vanguardista que representa la cocina de madre e hijo.

En la zona de la chimenea se conservan los tapices 'Toile de Jouy', tan del gusto francés.
En la zona de la chimenea se conservan los tapices 'Toile de Jouy', tan del gusto francés.

Entre los numerosos alojamientos turísticos de esta localidad, donde en verano la población se llega a multiplicar por diez, están los 'Apartamentos Ezcaray' (c/ del Fuero, 7), con capacidad de dos a seis personas, algunos dúplex, con vigas vista de madera y vistas a la sierra de La Demanda. Otra alternativa es el hotel 'Casa Masip', con doce habitaciones con muebles y camas de maderas macizas, tallados en la antigua fábrica artesanal del pueblo, y unos desayunos de lo más lustrosos para arrancar bien el día.

Las doce habitaciones de 'Casa Masip' están bautizadas con nombres familiares y de la comarca.
Las doce habitaciones de 'Casa Masip' están bautizadas con nombres familiares y de la comarca.

En las tres opciones, como en casi todas las casas de Ezcaray, para abrigarse en la cama o sentados en el sofá, no faltan las mantas de mohair. La tradición textil se remonta varios siglos, a la época de apogeo de la trashumancia de ovejas por esta zona. "En el siglo XVIII se construye la Real Fábrica de Santa Bárbara, en honor a la esposa del rey Fernando VI. Se hacían paños y sarguetas (telares). Hoy, los edificios que la acogieron sirven de sede del Ayuntamiento, un teatro y el albergue para senderistas y esquiadores en la plaza de la Constitución", detalla Alicia. La Real Fábrica dejó de funcionar a mediados del XIX, aunque por aquel entonces había 29 fábricas textiles en toda la villa.

Los apartamentos son una buena opción para familias que eligen la localidad como destino turístico.
Los apartamentos son una buena opción para familias que eligen la localidad como destino turístico.

Una de ellas era la del tío de Cecilio Valgañón, donde se hacían paños de estameña y uniformes para militares y frailes. "Sin embargo, tras un viaje en los años treinta a Madrid, mi padre, que era un hombre muy creativo y con mucha sensibilidad estilística, se queda enamorado de las confecciones de mohair que hacían los ingleses y que lucían en los escaparates de la capital", recuerda Juan Luis Valgañón, hijo del fundador y actual director de 'Mantas Ezcaray'.

Todo el proceso en el telar se hace de manera artesanal, como desde hace casi 90 años.
En el antiguo taller, donde se expone un telar de 300 años, está la tienda de 'Mantas Ezcaray'.

Cecilio se atreve con los colores vivos en la España negra de la posguerra y en los años cincuenta se pone a trabajar con el mohair, fibras del pelo de la cabra de Angora. Hoy, el sonido embaucador de los telares sigue poniendo banda sonora a la fábrica y los rodillos de cardos continúan rompiendo el pelo para dar suavidad al mohair. Estas mantas, fulares, chaquetas, bufandas, ponchos y bolsos no solo se venden en la tienda del pueblo (c/ González Gallarza, 12), sino que han conquistado grandes almacenes de lujo de toda España, Estados Unidos, Suiza, Francia y Japón, y fabrican para marcas (con etiqueta propia) como Celine, Loewe, Hermés, Armani o Carolina Herrera.

En el antiguo taller, donde se expone un telar de 300 años, está la tienda de 'Mantas Ezcaray'.
En el antiguo taller, donde se expone un telar de 300 años, está la tienda de 'Mantas Ezcaray'.

De la otra gran industria que sustentó durante décadas Ezcaray, la maderera, ya solo resisten tres grandes empresas de butacas para cines y teatros. "El pueblo es actualmente el mayor productor de este tipo de mobiliario de toda España, además de exportar a todo el mundo", explica Jesús Gómez, de 'Ezcaray Internacional'. La cooperativa la crearon en 1955 unos trabajadores de la centenaria 'Sillería Segura', y hoy da trabajo a 75 empleados que, de manera muy artesanal, producen todas las piezas de las butacas. "A diferencia de otras empresas, que son más de ensamblaje, aquí tenemos secciones de metal, madera, espumado, diseño, pintura, montaje, tapizado...", presume Gómez, quien confiesa que siempre que viaja con la familia y entra en un cine, teatro o salón de actos tiene la costumbre de agacharse para comprobar si donde se sienta ha salido de sus manos.

Las mujeres son mayoría en la sección de tapizado.
Las mujeres son mayoría en la sección de tapizado.

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