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Muy cerca de localidades tan turísticas como Benidorm o Altea sorprende encontrar un municipio como El Castell de Guadalest, al que cuesta llegar. Después de bastantes curvas la sinuosa carretera nos conduce a un aparcamiento disuasorio que cumple su función: el centro histórico de este pueblo con encanto, totalmente peatonal, sigue siendo un remanso de paz a pesar de los miles de turistas que recibe cada verano.
Aquí no hay hoteles, pero sí media docena de casas rurales, una decena de apartamentos turísticos y una quincena de restaurantes: lo suficiente para pasar varios días en este bello rincón de la geografía alicantina. También hay varios y sorprendentes museos: el llamado Antonio Marco (Museo del Belén y Casitas de Muñecas); el Etnológico -que ocupa una casa típica de Guadalest del siglo XVIII-; el Museo Microgigante; el Histórico Medieval; el Museo Municipal Casa Orduña; el Museo-Colección de Vehículos Históricos Vall de Guadalest, el Museo de Miniaturas… ¡y el Museo de Saleros y Pimenteros!
Si te gustan las cosas extravagantes y raras, este es tu sitio. Este singular espacio, que está a unos pasos del aparcamiento del pueblo, atesora más de 20.000 saleros y pimenteros de todo el mundo. Datan desde 1800 hasta la actualidad y la creadora de tal muestra, Andrea Ludden, los ha ido coleccionando durante tres décadas. Casi todas las formas posibles están aquí representadas en saleros y pimenteros: pájaros, perros, gatos, toros, astronautas o lavadoras. La variedad es infinita. Lo más curioso es que este museo tiene un homólogo en Tennessee (Estados Unidos), el Salt and Pepper Shaker Museum, también obra de la misma coleccionista.
Continuamos con nuestro paseo en dirección hacia lo alto del pueblo. Es el turno del Museo Microgigante, en el que su autor, el escultor murciano nacido en San Pedro del Pinatar, Manuel Ribera Girona -que firma sus miniaturas como Ussá-, contrasta la miniatura con la obra grande. En este museo, creado en la década de los 90, podrás ver una plaza de toros construida en la cabeza de un alfiler, el libro de la Biblia realizado en un cabello, una pulga vestida paseando en bicicleta o un autorretrato tallado en un grano de arena.
¿El secreto? Ribera Girona trabaja sin respirar para controlar el pulso. En total tiene cinco museos en Guadalest, aunque tres están actualmente en plena rehabilitación: el Jardín Mágico, el Museo Ribera Girona y una casa que está en la entrada del pueblo, que identificarás rápidamente porque tiene en el tejado un caracol gigante. Todos sus museos son un canto a la naturaleza. En el Microgigante, por ejemplo, coge trocitos de naturaleza como una semilla, un fósil, una raspa de un pescado… y los convierte en grandes esculturas. El otro museo visitable en el que podemos admirar su obra es el Museo de Microminiaturas.
En Guadalest es difícil cerrar la boca, porque el asombro continúa a cada paso: en este museo, que data de los años 80, verás sorprendentes piezas creadas por el mismo artista, uno de los mejores microminiaturistas del mundo. ¿Varios ejemplos? Aquí la Estatua de la Libertad está dentro del ojo de una aguja, hay una pulga vestida de torero dando un pase de rodillas, los fusilamientos del 2 de mayo de Goya están pintados en un grano de arroz y La maja desnuda, en el ala de una mosca. ¡Pasen y vean!
Seguimos subiendo y, tras atravesar el Portal de San José, un túnel tallado en la roca, y ver varias tiendas de artesanía, nuestra siguiente parada es el Mirador de la Plaza de San Gregorio, donde, por fin, podemos divisar y fotografiar el impactante embalse de Guadalest.
Varias cafeterías y restaurantes animan esta concurrida plaza, que es una parada obligada en nuestra escapada a Guadalest. Desde allí, además de las sierras (Aitana, la Serrella y la Xortà) que majestuosamente rodean Guadalest, podrás ver, a lo lejos, el hotel paisaje ‘Vivood’, que se encuentra en el municipio vecino de Benimantell.
Tras admirar y recrearte con el pantano a vista de pájaro durante un buen rato -la vista lo merece-, te recomendamos que bajes en coche al mismo para hacer una de las rutas circulares que lo rodean, o bien para hacer un pícnic en medio de la naturaleza. Aunque su mejor fotografía la encontrarás desde lo alto del pueblo, también impresiona verlo de cerca.
¿Tienes hueco en la maleta? En Guadalest también hay tiendas de artesanía y de recuerdos o de productos gourmet como la de ‘Apícola Pérez’. Callejeando por el pueblo encontrarás este comercio, creado por apicultores, que hará las delicias de los más sibaritas y en la que casi todo gira en torno a las abejas: mieles de romero, azahar, tomillo, brezo, lavanda o níspero, cosmética ecológica, polen, propóleo, jalea real… pero también podrás comprar productos locales como aceites de oliva, mermeladas, vinos o espirulina que producen en el mismo valle.
Un consejo más: antes de irte de la zona: visita el Museo de Vehículos Históricos del Valle de Guadalest, que está a siete kilómetros del pueblo, en la carretera a Callosa d’en Sarrià, y que es como hacer un viaje en el tiempo. Todos identificaremos rápidamente modelos que utilizaban nuestros padres o nuestros abuelos, ya que alberga una colección compuesta por unas 140 motocicletas y varios microcoches de los años 20 a los 70. También podrás contemplar máquinas de coser, de escribir, cafeteras, teléfonos o radios.
¿Quién está detrás de esta original exposición? Su impulsor es Ricardo Fracés, oriundo de Benifato, otro pueblo del valle, que a una muy temprana edad despertó un gran interés por los talleres y las máquinas, ya que su familia vivía frente a una herrería y se pasaba los días viendo cómo arreglaban bicicletas, motocicletas, radios o relojes. Con 13 años ya conducía una Vespa 125 de su padre, a los 18 años soñaba con una Derbi Gran Sport 74 y a los 19 años intentó comprar una Ducati 125 Sport o la Ducati 200 Elite, pero tuvo que conformarse con una Ducati 175 TS, compartida con su hermano.
Años más tarde compró una Montesa Enduro 360 H6 para recorrer los caminos forestales de la zona. Poco a poco, empieza a interesarse por el mundo de las motocicletas clásicas y compra una Guzzi 65 para restaurarla. Después llegó una Ducati 98 Sport… y una larga lista de adquisiciones que son el germen de este museo en el que los amantes de las antigüedades podrán pasarse horas.
Estas son solo unas pinceladas de lo que te ofrece Guadalest, catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España, pero este municipio alicantino te espera para que sigas descubriendo cada uno de sus rincones.