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Una "leyenda moderna, una auténtico milagro, la gran turópolis" como la calificó en su libro España ante sus fantasmas, el corresponsal de The Guardian, Giles Tremlett.
Pero dentro del Benidorm universal, ese lugar que remite siempre a vacaciones, hay otro más recoleto, que es el que conocen, transitan y disfrutan los que son de allí, los que viven allí, en las casas del casco histórico, en alguno de los rascacielos o en las urbanizaciones situadas en las pequeñas colinas de Finestrat, por ejemplo.
Es un Benidorm amable, insólito, repleto de rincones, barecitos y largas playas. Les hemos pedido a algunos de ellos que nos acompañen en este paseo por la "mejor ciudad nueva de la segunda mitad del siglo XX", como también la definiría el sociólogo Mario Gaviria.
Así que si no eres de Benidorm pero te sientes atraído de pronto por esta urbe mítica y arrolladora, estos serían los lugares que los benidormenses te aconsejarían para dormir, comer, tapear, pasear, disfrutar de las vistas o tostarse al sol y bañarse en el Mediterráneo. Las vacaciones perfectas en la Costa Blanca, que dirían ellos.
'HOTEL CIMBEL'
Un clásico de Benidorm. La familia de Consuelo Moll, una de las dueñas actuales, lo levantó en los años 70 y sigue siendo un hotel familiar y cuidado, situado en un lugar privilegiado en plena playa de Levante, junto a la Avenida de Europa donde, contra todo pronóstico, se respira tranquilidad.
Pese a estar en el centro neurálgico de Benidorm uno tiene la sensación de que ha escapado de la jarana de alrededor y que se encuentra como en una isla. No hay locales de ocio a su alrededor y además, está en primerísima línea de playa, con acceso directo a ella, por lo tanto con unas fabulosas vistas al mar desde la gran piscina o desde cualquiera de los amplísimos espacios comunes y las habitaciones.
'HOTEL CIMBEL' - Avenida de Europa, 1. Benidorm, Valencia. Tel. 965 85 21 00.
'RESTAURANTE RICE'
Situado en la parte más alta de Benidorm, en Finestrat, en la urbanización Sierra Cortina Resort, se ha convertido en un referente de los locales y eso que solo hace un par de años que abrió.
Kiko Moya y Alberto Redrado, artífices de L'Escaleta, en Cocentaina (con tres Soles Repsol y dos estrellas Michelin) decidieron instalarse aquí, entre Benidorm y Finestrat, y elaborar una cocina informal y mediterránea en este espacio moderno y luminoso, con terraza lounge incluida, donde tomar cócteles mientras se pone el sol.
Imposible olvidar alguno de los aperitivos de su carta: las crestas de raya en adobo crujiente o los costrones de pan y tomate asado con capella torrat. Además, Kiko Moya puso de moda el arroz al cuadrado, una técnica que permite elaborar el arroz en una fina capa en un recipiente metálico y se puede tomar de manera individual. Así cada uno puede pedir una especialidad distinta de las cinco que conforman la carta: Arroz de pato y setas, de ortigas de mar, (nuestra recomendación) de cocotxas de bacalao, de gamba roja, de galeras y blanquet…
'RESTAURANTE RICE' - Plaza Estrasburgo, s/n, Sierra Cortina Resort. Benidorm, Valencia. Tel. 965 85 20 11.
'RESTAURANTE EL BARRANCO'
Otra de nuestras cicerones, Laura Barceló, nos trae hasta la playa del Poniente, un lugar tranquilo frecuentado por nativos. Su padre nació en Benidorm, vivió en una de esas casas de campo que ya no existen, rodeadas de frutales, y ella y sus hermanos pasaron los veranos de su infancia en las playas largas, en una urbe menos congestionada, rodeados de primos y tíos y amigos de todas las nacionalidades que llegaban a este lugar en los años 70.
Sigue teniendo casa, familia y amigos en Finestrat (la montaña pegada a la urbe marítima) y este, El barranco es uno de sus restaurantes favoritos. "En primera línea, tranquilísimo, con un servicio y una materia prima extraordinarios, y una cocina de mercado de primera… Si tuviera que quedarme con algo: el pescado a la sal, los chipirones a la plancha, que los bordan, cualquier arroz, quizá el del senyoret, y en invierno, la sopa de pescado", remarca.
Si das un paseo por la larga línea de playa, la de Poniente provoca la ilusión de no estar en Benidorm. Es más tranquila y visitada por veraneantes de toda la vida y por lugareños. Más adelante, la playa del Mal pas, la que corresponde al centro histórico, que suelen frecuentar los que viven allí.
Continuamos por la de Levante, que sería esa locura de playa que todos tenemos en la cabeza, donde contemplar la humanidad entera, y finalizamos la ruta en la cala del tio Ximo, una calita rocosa en Serra Gelada donde se puede incluso practicar snorkel gracias a sus aguas claras y cristalinas.
De este largo sendero de arena fina, el lugar elegido por Laura Barceló es el que está al final de la playa de Poniente: la cala, que es como la llaman los de Benidorm. La cala es especial para ellos porque, dicen, es una “de las mejores playas urbanas de Europa, muy limpia y con todos los servicios”. Un arenal extenso, a pie de calle que, por la orientación de las corrientes marinas, se mantiene impoluto.
En la cala pasaban las largas tardes infantiles de verano. De aquellos años recuerdan "las pandillas, los días eternos y el glamour, que entonces no sabíamos lo que era, pero que ahora está claro, porque veíamos cosas que solo se veían allí".
En los setenta, y principios de los ochenta, Benidorm ofrecía una combinación de gentes muy cosmopolitas. "Teníamos en la pandilla amigos americanos, holandeses, alemanes... Por supuesto no había este bullicio" remarcan.
Laura conserva aún, de aquellas vacaciones de tres meses, la amistad con Lili. "Su padre era neoyorquino y su madre eslovaca y todos los veranos llegaban cargados de chocolates suizos y juguetes americanos, una locura. Lili me contaba buenas historias y yo la escuchaba llena de curiosidad y sorpresa: me gustaba tanto escucharla que le debo la pasión por una historia bien contada". Ha traído para la ocasión una foto que conserva de aquellos años con Lili, en el Rincón de Loix, un barrio en la zona norte de la ciudad donde aún se ve un Benidorm sin rascacielos.
En pleno centro histórico, en los alrededores de la iglesia de San Jaime está el Mal pas, un bar para tapear y comer de cocina tradicional perteneciente a una familia local situado a pocos metros del mirador de la cala de la playa Mal pas, de ahí su nombre. Un lugar con producto fresco, del mar y de la huerta, donde comer quisquillas, anchoas con tomate o ensaladas.
En la calle Santo Domingo, muy cerca de la playa de Levante, se encuentra la “zona de los vascos”, muy concurrida, llena de tiendas y plagada de tabernas vascas donde comer pintxos a cualquier hora del día. Las paradas en cualquiera de esos lugares que recuerdan al norte (abundantes, claro, por la cantidad de vascos que llegan a estas playas en busca de las aguas cálidas del Mediterráneo) desmontan el binomio tópico de Benidorm y mala gastronomía.
Date un baño cultural en la ciudad vertical. La exposición de pinturas y collages del arquitecto Óscar Tusquets, El Gran Benidorm, pone el foco no solo en el característico skyline de Benidorm, sino que muestra una ciudad como nunca lo había hecho nadie: destacando lo bello, la luz y el color. La muestra, que ya se exhibió en Londres esta primavera, en The London Art Biennale, en Chelsea, podrás visitarla hasta el 12 de agosto en Museo Municipal de la Boca del Calvari.
Otra mirada diferente sobre la ciudad es la que hay desde el antiguo cementerio, desde el que también se ve el mar y donde uno tiene la sensación de la ciudad queda lejos. Situado en un pequeña colina, donde se alzan los panteones de las familias de toda la vida, la imagen de los rascacielos conviviendo con este camposanto, tranquilamente y sin remilgos, es para no perdérsela.
Subir a la Serra Gelada de noche y contemplar durante horas otra perspectiva del skyline también es un imprescindible. Una noche de verano en la que sopla la brisa y hay luna llena, te parece un milagro la existencia de esta bella estampa, y entiendes de repente aquello que dice Tusquets: "trece Benidorms liberarían toda la costa española". E incluso, esa boutade del gran Mariscal: "Prefiero Benidorm a Florencia".
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