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Madrid no tiene playa salada pero tiene el pantano de San Juan, agua dulce con bandera azul. No tiene mareas bajas ni altas y el oleaje no compite con el de las costas ni en días de fuertes vientos, pero la sensación de bañarse donde permanece hundido un puente medieval de ocho ojos, que en tiempos unía las dos orillas del río Alberche, es una experiencia. Bajo tus pies, cuando nades, también está la ermita de la Virgen de la Nueva, anegada por el agua y que da nombre a la hoy reconocida "playa de la Virgen Nueva". Cada lunes de Pascua se mantiene la peregrinación a la ubicación nueva, cerca de donde quedó hundida la original en 1955.
¡Dan ganas de tirarse de cabeza a sus aguas cristalinas y azules! Esta playa de arena gruesa puede parecer chiquitita, pero sus 250 metros de longitud por 70 de ancho dan mucho de sí. Se puede llegar a pie o en coche y resulta ideal para los peques de la casa por las piscinas naturales que se forman en una parte de esta cala encajada en unos espectaculares acantilados de origen volcánico. Está al ladito de la conocida Playa de Los Muertos, en el Parque Natural de Cabo de Gata.
En una playa en plena costa del Sol sería mucho pedir que no hubiera gente, pero al menos sus 1,5 km de aguas mediterráneas están acreditadas por una bandera azul. Conocida popularmente por 'El Cañuelo', es la más alejada del puro centro de la ciudad. Allí se escapan los malagueños por el día y se montan grandes juergas por la noche, en los bares del paseo marítimo.
Ni ocho minutos separan el aeropuerto de Gran Canaria de esta playa de medio kilómetro de arena negra. Así que si la ansiedad por bañarse no puede esperar, nada más bajar del avión es una buena opción. Enclavada en Ingenio, un pueblo de tradición marinera, tiene un roque volcánico, perfecto para hacerse selfies y dar envidia.
En Caldes hay dos playas y las dos cuenta desde este año con la bandera azul: Tres Micos y la de Kalima, esta última de la que hablamos ahora. De arena dorada y aguas limpias resulta apetecible para las familias que veranean en la comarca del Maresme.
Se trata de una playa urbana, con su paseo marítimo incluido, en la zona de Terramar, de ahí el nombre, de Sitges. Sus aguas normalmente tranquilas invitan al baño y sus arenas doradas a tomar el sol. Eso sí, también se pueden alquilar hamacas y pasar de la arena mientras uno se entretiene mirando al mar. Es de fácil acceso y cuenta con todos los servicios, lo que incluye hoteles y chiringuitos cerca para refrescarse.
Una playa que te abraza a solo 50 km de Barcelona y 40 de Tarragona, en la comarca del Garraf. A la que la huir cuando en otras playas más próximas hay que pedir la vez para extender la toalla. 250 metros de arena dorada y mediterráneas aguas transparentes en la que los niños pueden adentrarse sin miedo a que les cubra demasiado mientras te tumbas a la bartola sin tener que gritarles que vuelvan a la orilla.
Se trata de la playa de la desembocadura del barranco de idéntico nombre, situada al sureste y ¡es de arena negra! Aunque ésta aparece a veces ligeramente mezclada con blanca, el color predominante es el oscuro, una marca de esta zona de Fuerteventura. Ese tono no ha ayudado históricamente, porque el turismo prefería lo de "arena blanca", así que la primera la bandera azul para Tarajalejo es un logro. Es la más grande de Tuineje y merece la pena no perderse el palmeral.
De arena fina y dorada, no es una playa grande, pero sí recogida y no muy frecuentada, excepto en pleno agosto. El verde llega hasta la misma arena, y aunque hay que contar con los surfistas que ya se conocen todos los rincones, merece la pena. Para quienes no conozcan la zona, seguro que estudiaron en geografía el Cabo de Ajo. Al lado, pegando prácticamente, la playa de Cuberris que este año se ha ganado su primera enseña azul. Como sus dimensiones no son grandes, conviene tener en cuenta la variación de las seis horas de marea. A marea alta, escasa playa de arena.
Al norte de la playa Fortí, en Vinaròs, Fora del Forat es una de esas playas urbanas de la Costa Dorada que invitan a pasear a lo largo de sus 400 metros de longitud, a tumbarse en su arena dorada (y algo gruesa) o a jugar con los más pequeños entre su moderado oleaje. Rodeada de pinos y palmeras, el río Cérvol desemboca al norte de Fora del Forat, y la presencia de un dique de contención hace que parezca que estemos en una pequeña bahía. Es una de las favoritas para las familias y es accesible para personas con movilidad reducida. Pegada al paseo marítimo, no le falta de nada: hamacas, restaurante, aparcamiento...
Ya casi saliendo del entorno urbano de Águilas, esta playa recién galardonada con la bandera azul no presume de arena fina o palmeras paradisíacas, pero sí de ser un enclave natural limpio, de aguas tranquilas y muy accesible para todos. No es una playa que se sature de gente y eso le da aún más encanto. De largo mide unos 200 metros que se recorren apaciblemente chapoteando con los pies en el agua. Cuenta con un aparcamiento cercano y es ideal para practicar buceo o para sentarse a ver el atardecer.