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Pasadas las 18 horas, cuando el sol se escabulle con timidez, las luces y los villancicos toman por sorpresa la naturaleza del Real Jardín Botánico en el centro de Madrid. Este 2019, por primera vez, el jardín más famoso de la ciudad ha sucumbido al espíritu navideño con una iniciativa que ha agolpado a cientos de personas en su entrada el día de la inauguración. Pese a que el alumbrado se encenderá hasta el 6 de enero todos los días de 18 horas a 23 horas, fueron muchos los que quisieron ser los primeros en deslumbrarse con semejante paseo nocturno.
En los jardines varios paneles con algún tipo de planta o flor de las miles que viven en el recinto se proyectan sobre los árboles cercanos. Son de los elementos más desconcertantes para los visitantes, que intentan averiguar qué clase de iluminación navideña es esa.
Las luces juegan turnándose cada pocos segundos para darle a las copas de los árboles colores imposibles: ahora morado, ahora azul… Incluso el verde es más eléctrico y vivo que el de la propia naturaleza.
En los caminos del Real Jardín Botánico, iluminados por esas diminutas bombillas que evocan a cientos de luciérnagas, los villancicos acompañan en el primer tramo del recorrido, que abarca en total un kilómetro y medio.
El paseo que conduce hasta la plaza de la Alegría está bordeado por figuras reales en posición casi de baile, o quizás no, y es un deseo del que las mira: ¡que dancen! Dos puertas de luces se convierten en parada obligada para una foto antes de llegar a la plaza, donde árboles y estatuas brillantes se funden con el agua de una pequeña fuente.
¡No podían faltar los árboles navideños! Uno triangular amenaza con ser casi tradicional, pero las notas musicales que lo embellecen de arriba abajo marcan la diferencia. Enfrente, con una fuente de separación, una bola gigante –el adorno por excelencia estos días– guarda en su interior siete bolas más pequeñas, azul eléctrico, en las que se reflejan las bombillas blancas de la bola madre provocando miles de puntitos bailarines.
Al ritmo de la música, la Vía Láctea ha descendido hasta el Jardín Botánico para mostrarse en todo su esplendor en un singular emparrado. Un espectáculo de luces aparece, desaparece, baila y cambia de formas mientras una infinidad de visitantes graba un vídeo para no perder detalle y ser el rey de las redes. Se trata de una de las mayores atracciones del parque.
Cinco corazones gigantes se han ganado, acurrucados en la Rotonda de los Corazones, el lugar seleccionado para llevarse el mejor selfie. Ojo, que los atascos están garantizados. Pese a que la organización hace turnos de una hora (de 18 a 23 h) podría ser difícil luchar contra las aglomeraciones en algunos puntos.
El alumbrado está pensado para embaucar a todos, pero los niños son los que más captan la magia que intenta transmitir la experiencia.
Los seres fantásticos tienen su propio rincón, como en la propia naturaleza. El Bosque de las Hadas está custodiado por un unicornio, que casi dice adiós al itinerario.
Pero la despedida reserva otra sorpresa: un deseo. Los visitantes pueden escribir sus deseos en una cartulina en forma de pino o de estrella y colgarla en varias cuerdas que cuelgan de árbol a árbol. Si las peticiones van orientadas a los Reyes Magos, se puede aprovechar la tienda del Real Jardín Botánico y sacarle todo su jugo a la visita. ¿Cuántos buenos deseos acumulará el Jardín estas Navidades?