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Es la hora de pensar en esas cosas sencillas que ahora se valoran más que nunca, de llenar el depósito y conducir hasta el rincón más virgen donde plantar la furgo y acampar bajo un cielo estrellado, escuchando el susurro del mar o el silencio de la montaña y despertarse con el zumbido y la sombra del pinar. En familia, en pareja, con amigos o en solitario. Es hora de un verano camper y estos son los mejores lugares para rendirle homenaje y dormir sobre las cuatro ruedas.
Entre el mar de plástico y el desierto de Tabernas, conducimos hacia el Cabo de Gata al encuentro con el Mediterráneo y a la huida del turismo de masas. La carretera AL-3115, camuflada en la polvareda, atraviesa este territorio protegido de 45 kilómetros de costa virgen. Allí se esconden calas volcánicas de ensueño entre arrecifes y búnkeres de la Guerra Civil.
Aunque sus innumerables recovecos entre cabos, montículos y enclaves tan hippies como Mónsul o los Genoveses inviten a pernoctar, hacerlo está prohibido en la mayoría de ellos. Pero siempre hay alguna excepción, además de los campings. En la entrada del parque natural, pasado el pueblo del Cabo de Gata y las Salinas, la Carretera Antigua del Faro se asoma a la playa de la Fabriquilla, que se convierte en el lugar más tranquilo para aparcar y pasar la noche a escasos metros del mar. El vaivén de las olas, el olor a salitre, la compañía de algunos pescadores y las vistas de ese pliegue de montículos abrasados por el sol sobre las aguas transparentes del mar de Alborán. En otras palabras: Cabo Gata.
Entre los páramos del interior del parque se encuentra el área 'Cabo de Gata Camper Park', abierto todo el año con todos los servicios que pueda requerir un nómada de asfalto. Desde 10 euros la pernocta.
Subir hasta el faro del Cabo de Gata para disfrutar de las vistas del arrecife de las Sirenas y Punta Baja. Para disfrutar de las mejores vistas submarinas, bucea en las calas de la Media Luna, Los Amarillos o Higuera.
El levante nos guía por la carretera N-340 hacia nuestro siguiente destino ubicado en el extremo meridional de Europa. Desde Algeciras al cabo de Trafalgar se despliega el Parque Natural del Estrecho (19.127 hectáreas), territorio sacudido por los vientos australes, donde las aguas del Mediterráneo se unen a las del Atlántico y donde bohemios, surferos y, por supuesto, furgoneteros han encontrado su meca con acento gaditano. Entre las colinas coronadas por molinos y el Mediterráneo, el Mirador del Estrecho nos presenta este paraje tan lejano y desolador, que mira hacia la costa marroquí (a 14 kilómetros) desde sus cerros y dunas. Las carreteras se entierran entre la arena como lo hacen los pinares y en las playas y caletas, windsurfistas y kitesurfistas se deleitan como en ningún otro lugar.
La franja entre Tarifa y Bolonia es uno de esos paraísos nacionales para la "vida en furgoneta", por su tranquilidad, por ese espíritu playero y de libertad (que se ha ganado el apelativo Cadizfornia) y por ese entorno salvaje que lo aísla del resto de Andalucía. En concreto, el aparcamiento de la playa de Valdevaqueros, junto al chiringuito 'Volare', se convierte en un punto estupendo para pasar la noche en nuestra casa rodante, bajo las lomas de la duna y con vistas a África, el Estrecho y un cielo plagado de cometas de kitesurf.
En Tarifa, el área de La Marina (Pintor Pérez Villalta, 6). Es un austero descampado, pero acoge hasta 50 plazas exclusivas para autocaravanas (o cualquier vehículo catalogado como vivienda) y está situado muy cerca del casco antiguo de la "capital del viento". Desde 8 euros la pernocta y un máximo de dos días.
Quien no haya probado el windsurf ni el kitesurf debe saber que este es "el lugar" para hacerlo.
Monforte de Lemos marca la capital y punto de partida en esta comarca de las tierras altas gallegas, mientras que el Sil marca la frontera fluvial entre Lugo y Ourense esculpiendo un inmenso cañón y una denominación propia: Ribeira Sacra. Laderas donde se cultiva la uva en bancales desde tiempo de los romanos, ermitas que se asoman desde las montañas de granito, y pueblos perdidos entre el bosque autóctono donde haremos nuestra siguiente expedición camper.
La carretera LU- 903 se escora una y otra vez tratando de no perderle la pista al curso del Sil, atrapado entre paredes verticales de hasta 500 metros de altura, rumbo a su desembocadura en el río Miño en Os Peares. Cruzamos el río por el embarcadero de Doade para conducir por la empinada ladera hasta el Mirador de Peña de Matacás, junto al pueblo de Paradela. Nos asentamos en este enclave solitario y silencioso donde contemplar la silueta del Sil, los bancales de viñedo, las casitas tradicionales de sillares de granito y tejados de pizarra, y los hórreos y caseríos cubiertos por los tonos fuego del atardecer gallego. Pura calidade.
A 13 kilómetros de Monforte de Lemos se encuentra el embarcadero de Doade o el lugar idóneo para una incursión fluvial, ya sea en catamarán (desde 9 euros) hasta el embalse de Santo Estevo y de vuelta o en kayak para remar por el tranquilo cauce del Sil. La empresa 'Boral Aventuras' los alquila desde 10 euros por una hora y media.
En el centro del Golfo de Rosas, entre L'Escala y Ampuriabrava, el río Fluviá inunda en su desembocadura las Marismas del Ampurdán y camufla el extenso arenal que dibuja el contorno completo de esta bahía. Por ella pugnaron griegos, romanos y hasta franceses cuando asomaba el buen tiempo. Nosotros trataremos de pasar desapercibidos en este paraje de humedales, estanques y dunas.
Atravesamos el pueblo de San Pedro Pescador para buscar entre estas dunas doradas, donde abundan campings de nivel como 'Nautic Almata' o 'Aquarius', el rincón más virgen y solitario para plantar nuestro vehículo y explorar los senderos del Parque Natural de las Marismas del Ampurdán.
Tomamos el Carrer Afores hasta llegar al Mediterráneo y olvidar el asfalto por un camino arenoso a la izquierda que nos conduce a un espléndido aparcamiento metido en la playa de Can Martinet y a una espléndida panorámica de toda la bahía. Aquí tampoco suelen escasear los amantes del kitesurf tratando de domar el viento de la Tramontana.
El Golfo de Roses destaca por su catálogo de lujo de opciones para campistas. Todas a escasos metros del Mediterráneo entre pinares y humedales, con todos los servicios y facilidades para autocaravaners. En concreto, la Ballena Alegre, con casi 900 plazas, es ideal para familias con niños para desahogarse en las canchas de tenis, futbol, piscinas o vóley playa y empaparse de esa tranquilidad que impera en cada rincón de la Costa Brava.
Además de la vela ligera, kayak, windsurf o kitesurf, entre las diversas actividades náuticas que se ofertan en los campings, también puedes alquilar una bici y rodar por la Ruta de los Estanques, un recorrido circular de 32 kilómetros desde El Cortalet, donde se encuentra el centro de visitantes del parque natural.
Rumbo al Teide. Avanzamos por la TF-38 desde los acantilados costeros de los Gigantes, pasando la localidad de Chío hasta sumergirnos en este océano de pinos que rodea el corazón volcánico de la isla. El Parque Natural de la Corona Forestal es un área protegida de 46.614 hectáreas, la mayor del archipiélago canario, que se extiende desde los 300 metros sobre el nivel del mar hasta los 2.718 del Alto de Guajara. Una red de caminos, como el GR-131, conecta este enorme bosque de barrancos y laderas que se asoman al Pico del Teide.
¿Dónde dormir?
Ya sea en furgoneta, en autocaravana o en tienda de campaña. El Área Recreativa Pinar de Chío es una zona de acampada oculta entre los pinos de la Corona Forestal, a 17 km de Chío. Mesas, fogones, un espacio con columpios, juegos infantiles y servicios preceden al claro donde se dispersan las tiendas de campaña con vistas al Pico Viejo, la Gomera y el Teide. Las furgos y roulottes son bienvenidas, como el resto de campistas, eso sí, con permiso previo. El acceso es gratuito para pasar un máximo de siete noches y descubrir el lado más silvestre de Tenerife.
El Área de Chío es el punto perfecto para iniciar las caminatas por la Corona Forestal o explorar el Parque Nacional del Teide. ¿Alguna idea? Prueba el ascenso al Pico Viejo desde las Narices del Teide.
Nuestro último destino camper nos lleva a la costa más virgen de Asturias, donde las aglomeraciones de turistas son difíciles de ver y, ahora, imposibles. Una vez pasado Cudillero, esquivaremos la autopista A-8 para encomendarnos a la N-632, o la mejor ruta panorámica del norte, para rodar curva a curva por el Paisaje Protegido de la Costa Occidental Asturiana, que se extiende hasta la Reserva Natural de Barayo. Acantilados de 80 metros de altura, farallones, escollos junto a pedreros, calas salvajes y playas de potente oleaje situadas en el estuario de ríos conforman el litoral del concejo de Valdés.
Además de enclaves bendecidos por el Cantábrico y adorados por surfistas como las playas de Cueva y de Barayo, la de Otur es el arenal más popular de la zona para una pasar una noche en clave camper. Desde el pueblo de Otur por la N-634 tomamos la salida hacia la playa, pasando el camping y unas casinas rodeadas por colinas verdes y campos de ganado, para descender en picado hacia este refugio playero. De dunas de arena fina y oscura, 600 metros de longitud entre dos arroyos y acantilados salpicados por un bosque de eucaliptos y pinos. Cuenta con duchas y aseo en verano, época en la que es mejor evitar los fines de semana para disfrutar de mayor tranquilidad, al menos por el día. Por la noche, solo queda el ambiente surfero, con acento extranjero y estética nómada.
¿Para autocaravanas?
Los de las autocaravanas no lo tendrán tan sencillo para dormir junto al Cantábrico en este paisaje protegido. En las afueras de Luarca, junto al polideportivo, un parque infantil y un skate park, se encuentra una gran zona de aparcamiento (asfalatado y señalizado) donde se puede pernoctar en la autocaravana, pero sin servicios específicos. El área más cercana con servicios para estas casas rodantes se localiza en Navia, 20 kilómetros al oeste, con 12 plazas, acceso gratuito y una estancia máxima de tres días.
La mejor manera de tomarle el pulso a la playa de Otur es confiar en 'Skool Surf', la escuela oficial de Luarca con base en este arenal, enfundarse el neopreno y lanzarse a conquistar las olas del Cantábrico.
"¿Podemos dormir aquí?". Siempre será la eterna pregunta entre los furgoneteros. Por ello, antes de arrancar es necesario aclarar algunos asuntos un tanto peliagudos para la comunidad camper. Por ley está prohibida la acampada libre en España, pero también por ley, en concreto la Instrucción 08/V-74 de la DGT, "mientras un vehículo esté correctamente estacionado, sin sobrepasar las marcas viales de delimitación de la zona de estacionamiento, ni la limitación temporal, no es relevante que sus ocupantes se encuentren dentro, por lo que la autocaravana no es excepción". "Mientras", aclara la instrucción, "no se sobrepase el perímetro del vehículo con toldos, tiendas, etc.".
¿Conclusión? El debate está servido y cada región o administración lo interpreta a su manera. Por lo tanto, hemos marcado en el mapa los lugares habilitados para autocaravanas con todas las de la ley, pero sobre todo aquellos que nos invitan a sumergirnos de lleno (y con respeto) en el paisaje.
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