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Parque Quinta de los Molinos (Madrid)

10 destinos para ver los almendros en flor

En busca del festival efímero de los almendros en flor

Actualizado: 04/02/2025

Cada mes de febrero la naturaleza celebra un festival de belleza efímera, con fecha de caducidad. Los almendros son el patito feo que se convierte, por unas semanas, en cisne.
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Los árboles no solo son enormes fábricas de oxígeno sino que, dependiendo de la época del año, pueden ofrecer espectáculos, tan maravillosos, que merezca la pena desplazarse y hasta viajar para poder verlos. En otoño, sus hojas adquieren toda la gama de colores del amarillo al rojo; y, en primavera, tiñen los campos de blanco o rosado. El almendro es el primero en florecer, a finales de invierno, y los pueblos y comarcas celebran este estético evento con ferias, caminatas, festivales y música; porque la belleza alimenta el alma. A continuación, los mejores lugares de España para ver este espectáculo que alegra el mes de febrero.

1. Parque Quinta de los Molinos (Madrid)

Calle Alcalá arriba, concretamente en el número 527 -muy cerca de IFEMA-, uno puede escaparse por unas horas de la gran ciudad y disfrutar de este espectáculo, anticipo de la primavera. Esta enorme finca, convertida en parque público, cuenta con cerca de 1.500 almendros que florecen en el mes febrero. Hay que estar atentos con las fechas para no perderse este precioso pero breve acontecimiento.

Parque Quinta de los Molinos (Madrid)
El Parque Quinta de los Molinos, en Madrid, es en febrero un paraíso de almendros en flor. Foto: iStock

El parque cuenta con grandes extensiones de arbolado que, además de los almendros, engloban otras especies como olivos, pinos, eucaliptos o abetos. Dividido en dos zonas claramente diferenciadas, la norte con estilo romántico-paisajista y la sur de carácter agrícola, la quinta fue propiedad de César Cort Botí, prestigioso ingeniero y arquitecto que la adquirió a principios del siglo XX. La finca contiene dos edificios firmados por él: un palacete y la Casa del Reloj, ejemplos de la arquitectura prerracionalista madrileña de aquella época. Al morir su propietario, en 1978, y conforme a sus deseos, pasó a ser patrimonio del Ayuntamiento de Madrid y ha sido catalogada como Parque Histórico en 1997. El parque abre todos los días de 06:30 a 22:00.

2. Garrovillas de Alconétar (Cáceres)

Dice la leyenda que el rey de estas tierras se casó con una princesa del norte. Como ella añoraba la nieve, el monarca mandó plantar muchos almendros junto al palacio para que, al menos unos días al año, el paisaje le recordara las tierras nevadas de su infancia. Esta localidad extremeña tiene cada año su Muestra del Almendro en Flor, una fiesta de un día que comprende una pequeña ruta para ver los árboles en todo su esplendor, degustaciones gastronómicas y música, en la romería posterior. Una semana más tarde se celebra también la Feria de la Almendra. Este año se prevé que la fecha para tan señalado evento sea el 15 o el 22 de febrero, y puede consultarse en la Oficina de Turismo de Garrovillas.

Garrovillas de Alconétar
la Plaza de la Constitución, de estilo medieval, rodeada de casas con soportales. Foto: iStock

No hay que perderse este bonito pueblo que cuenta con una de las plazas más hermosas de España, la Plaza de la Constitución, de estilo medieval, rodeada de casas con soportales. Están también las iglesias de San Pedro, la de Santa María, el Convento de las Monjas Jerónimas y las ruinas del Convento de San Antonio de Padua. El Castillo de Floripes es una fortificación de estilo gótico de la segunda mitad del siglo XV, que se encuentra dentro del perímetro de un embalse, por lo que la mayor parte del tiempo está parcialmente sumergida, excepto es épocas muy secas. El paisaje podría ser el decorado de una escena de Juego de Tronos.

3. Villalpardo (Cuenca)

Este rincón al sureste de la provincia de Cuenca cuenta con extensos campos de almendros, que tiñen el paisaje de blanco y rosa al final del invierno. Hay una ruta de senderismo que va del pueblo de Villalpardo a Vadocañas y que recorre 17 km entre estas especies arbóreas, unas de las primeras en anunciar la primavera. La ruta forma parte del sendero G-66, tiene una dificultad baja y permite ver la ermita de Nuestra Señora de la Consolación.

Almendro en flor.
Hay una ruta de senderismo que va del pueblo de Villalpardo a Vadocañas entre almendros. Foto: iStock

En este municipio, los lugares de interés son la Iglesia Parroquial de San Pedro de Advincula, un templo religioso levantado en los siglos XVI y XVII, la Rambla de San Pedro, donde se puede ver la vegetación autóctona y los pintorescos restos de un viejo puente de piedra; además del cuco Tío Gallina, una construcción típica de la zona que servía de refugio a los que trabajaban en el campo, y la Ribera de Vadocañas, una zona pintoresca del río Cabriel.

4. Alcalalí (Alicante)

Si Alicante es tierra de turrones es por sus enormes extensiones de campos de almendros. En el Valle de la Marina Alta se encuentra la localidad de Alcalalí, que celebra cada año la floración con un festival con nombre propio Feslalí. La edición de este año, del 8 al 23 de febrero, incluye rutas entre almendros, entre las que destacan la ruta musicalizada de Mosquera y la ruta al Coll de Rates, con preciosas vistas a la Marina Alta. Entre las actividades culturales hay exposiciones de fotografía, concurso de pintura rápida, talleres de cerámica, visitas guiadas a la Torre Medieval y al Museo Etnológico, un festival de música, Rockalí, cuentacuentos y teatro al aire libre.

La delicada y efímera flor del almendro.
La delicada y efímera flor del almendro. Foto: iStock

La gastronomía y los productos locales podrán degustarse en La Ruta de la Tapa y la Feria de Oficios y Productos de la Tierra, donde no faltarán los pastissos (dulces elaborados con almendra). Ya que se está por la zona, se puede aprovechar la visita para acercarse a algunos pueblos del Valle del Pop, como Xaló, con sus bodegas y su mercadillo de antigüedades los sábados; Llíber, pequeño y encantador, con sus calles empedradas o Parcent, conocido como ‘la Toscana valenciana’.

5. Puig de Randa (Mallorca)

A finales de enero, el interior de la isla empieza a llenarse de flores blancas y rosadas, ya que la almendra es uno de los productos que más enorgullece a los habitantes de esta isla. Este fenómeno, conocido como “la nieve mallorquina”, puede verse en distintos lugares; pero uno de los más especiales es la subida al Puig de Randa, un cerro situado en el municipio de Algaida.

Ermita de Nuestra Señora de Cura en el Puig de Randa en Mallorca.
Ermita de Nuestra Señora de Cura en el Puig de Randa en Mallorca. Foto: iStock

La altura de esta pequeña montaña proporciona unas vistas panorámicas de la comarca del Pla, donde se desparraman las plantaciones de almendros en flor. Según cuenta la leyenda, la montaña se eleva sobre varias columnas de oro, todas resquebrajadas menos una de ellas. Es por eso que hay que encaminarse a la cima con tranquilidad y sosiego, ya que la última de las columnas podría romperse, provocando que el Mediterráneo engullera este cerro y, tras él, el resto de la isla.

Almendros en flor en Mallorca.
Los almendros embellecen el paisaje mires por donde mires. Foto: iStock

El Puig de Randa, conocida también como la montaña de los tres monasterios -Santuari de Gràcia, Ermita de Sant Honorat y Santuari de Cura- ha sido elegida por monjes, caballeros y ermitaños, a lo largo de la historia, para retiros espirituales. El filósofo, poeta, místico, teólogo y misionero mallorquín, Ramón Llull (1232- 1316), la escogió como lugar de retiro cuando tenía treinta años. Allí hizo vida de ermitaño dentro de una cueva y se entregó a la meditación. Otros dos puntos privilegiados en la isla para ver este espectáculo con vistas panorámicas, son la ermita de Bonany, en Vilafranca de Bonany, y el Santuari de Sant Salvador, en Felanitx.

6. Santiago del Teide (Santa Cruz de Tenerife)

Las cálidas temperaturas de esta isla hacen que los almendros de esta zona sean los primeros en florecer en toda España, desde mediados de enero hasta mitad de febrero. Hay una ruta sencilla, de 10 km, que va desde Santiago del Teide hasta Arguayo, pasando por Las Manchas. Aquí, los caminos de lava y el volcán de fondo incorporan notas de exotismo. El ayuntamiento organiza la campaña Almendro en Flor, que este año dura del 1de febrero al 4 de marzo.

Santiado del Teide.
Los almendros también crecen sobre suelos volcánicos. Foto: iStock

Rutas para ver la floración, con distintos grados de dificultad, un mercadillo agro-artesanal, taller de acuarelas, música en vivo, pasacalles, talleres de cocina con almendras y exhibición y degustación de coctelería con este ingrediente estrella. Santiago del Teide bien merece una visita. Dentro del patrimonio natural de este municipio está el Mirador del Cherfe, el Mirador de Archipenque, el volcán Chinyero, declarado Espacio Protegido Reserva Especial del Chinyero, los impresionantes acantilados de Los Gigantes y el Puerto Santiago.

7. Campo de Cagitán (Murcia)

Algunos comparan este espectáculo con los cerezos en flor del Valle del Jerte, solo que éste es menos conocido. Durante el mes de febrero esta extensión que comparten los municipios de Calasparra, Cieza, Mula, Bullas, Pliego y Casas Nuevas se llena de un color que oscila entre el blanco y el rosa fuerte. Los campos de Bullas ofrecen un auténtico espectáculo, como la carretera que va de Mula a Calasparra, entre árboles floridos.

Así lucen los almendros en flor de Mula.
Así lucen los almendros en flor de Mula. Foto: Mulaflor

La localidad de Mula celebra cada año MulaFlor, su feria del almendro en flor que comprende rutas senderistas, música, actividades, mercadillos, concursos y talleres. La de este año (del 1 de febrero al 16 de marzo) incorpora Gastroflor, la primera Feria de Gastronomía con talleres, showcooking y degustaciones, donde se puede probar el típico muleñico, postre local con el ingrediente estrella de esta fiesta.

Entre Cieza y Calasparra, los amantes de la arqueología no pueden perderse una visita a la cueva de La Serreta, en el imponente Cañón de Almadenes, que enmarca al río Segura. En la cueva hay pinturas rupestres de gran valor y restos de una vivienda romana del siglo III. En Bullas está otra de las maravillas naturales de la comarca, el Salto del Usero, una piscina natural, con cascada y poza profunda. De esos lugares que piden a gritos salir en Instagram.

8. Loarre (Huesca)

El castillo de Loarre, en Huesca, está considerado como el castillo románico mejor conservado de toda Europa. Se alza sobre una colina y en él se rodó la película El reino de los cielos (2005), de Ridley Scott. A sus pies y rodeando la fortaleza, hay numerosos almendros que cuando florecen, entre febrero y marzo, ofrecen un espectacular paisaje.

Castillo de Loarre.
El imponente castillo de Loarre. Foto: iStock

A pocos kilómetros de Loarre, está la localidad de Ayerbe, otro de los marcos privilegiados para disfrutar de la floración que se anticipa a la primavera. Como cada año, se celebra la Caminata en la Flor del Almendro (el 22 y 23 de febrero). Tres recorridos para amigos del senderismo, con tres niveles de dificultad: 24, 18 y 12 km, aunque hay que inscribirse para poder participar.

Para los que prefieran ir por su cuenta, sin prisas, ni metas que cumplir, hay dos rutas que están completamente señalizadas. Se trata de un recorrido circular que empieza y termina en Ayerbe, que atraviesa la localidad de Loarre, y su iglesia de San Esteban, y Sarsamacuello, con su parroquia de San Nicolás de Bari. La primera de las rutas tiene 25 km con 500 m de desnivel; y la ruta dos, que comparte gran parte de recorrido con la uno, cuenta con tan solo 12 km y un desnivel de 190 m.

9. Casabermeja (Málaga)

La Ruta de las Fuentes de Casabermeja, parte de esta localidad malagueña, en la avenida de la Constitución, y se adentra en el campo. Tiene unos 7 km y recorre sus fuentes históricas más singulares, entre la que está la fuente de Parras Viejas, una de las más antiguas. Por todo el itinerario se ven los almendros en todo su esplendor.

Cementerio de Casabermeja.
El cementerio de Casabermeja. Foto: iStock

Otra ruta casbermejeña para asistir a este espectáculo natural con fecha de caducidad es la que sube hasta la Torre Zambra, una atalaya musulmana hasta la que se llega por un camino asfaltado de 6 km, con vistas espectaculares al Torcal de Antequera (un espacio natural que debe su nombre a las torcas que se encuentran en su territorio) y a los Montes de Málaga. El final del trayecto es el que reserva más almendros, ya que es desde donde se divisa todo el valle.

Mujer junto a un almendro en flor.
La belleza de los almendros en flor cautivan a todo viajero. Foto: iStock

Esta ruta, que implica al pueblo de Casabermeja, es una buena excusa para visitar la localidad: la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro, el Cementerio Municipal, declarado Monumento Histórico Artístico por su peculiar arquitectura, que simula a la de una ciudad, o el yacimiento de pinturas rupestres de Peñas de Cabrera, a orillas del río Guadalmedina.

10. Tivissa (Tarragona)

La primavera es un festival de color en esta parte de Cataluña. Se empieza con los almendros en flor, para seguir con la floración de los melocotoneros, en tonos rosados más intensos, y acabar con la de los cerezos. Toda una exhibición cromática que dura casi tres meses, desde la mitad de febrero hasta mediados de abril. Un pueblo idóneo que combina belleza natural con arquitectónica es Tivissa. Este municipio del interior de Tarragona permite pasear entre sus edificios, iglesias y calles; y sus alrededores son ideales para caminar entre los árboles en flor, porque cuando no son los almendros son los melocotoneros.

Tivissa
Vista de Tivissa. Foto: iStock

Pero además, hay una ruta muy sencilla, de media hora de duración, que va del pueblo hasta la ermita de Sant Blai. Por el camino, uno puede parar y hacerse fotos con las grandes extensiones de almendros que hay a su alrededor. Si se coge el coche y la carretera que va hasta la Serra d’Almos, se podrá disfrutar de la experiencia de conducir entre árboles cargados de flores.

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