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Cerca de la localidad de Parada des Sil, en la Ribeira Sacra se encuentra Los Balcones de Madrid, un espectacular mirador de 500 metros de altura sobre los Cañones del Sil. Gracias a su estratégica situación se puede fotografiar el recorrido del río Sil al fondo del cañón que forma entre las montañas y avistar una curiosa selección de aves. La zona cuenta con otros puntos (Bolmente, mirador del Duque, Mirador del Cabo o Do Mundo) que también ofrecen vistas espectaculares. Muy cerca de él se sitúa el Monasterio de Santa Cristina y, dicen, que las vistas que ofrece son muy parecidas a las de los famosos Fiordos noruegos.
En un entorno forestal y marítimo se sitúa este mirador de 498 metros de altitud en cuya cima, y si el tiempo lo permite, se pueden disfrutar de unas insuperables vistas de la ría, los municipios de Boiro, Pobra do Caramiñal y Santa Uxía de Ribeira y las islas de Arousa, Cíes y la de Sálvora. Además, es muy fácil encontrar vacas y caballos en total libertad. Las fotos serán insuperables.
La desembocadura del río Miño, el Océano Atlántico y la costa portuguesa son las principales vistas que se alcanzan desde este mirador de 341 metros de altura. En su colina se descubrió el Castro de Santa Trega, ocupado, según estudios arqueológicos, entre los siglos I a. C. y I d. C. Además de la iglesia dedicada a Santa Trega (o Tecla, en castellano), se pueden admirar petroglifos de más de 2.000 años de antigüedad.
Seguro que cuando visiten este maravilloso enclave lo que vean les resultará familiar y es que en él se filmaron algunas imágenes de la teleserie Doctor Mateo. Situado en el acantilado de Lastres, perteneciente al concejo de Colunga, se tienen unas impresionantes vistas del pueblo, de la playa La Griega, del puerto y de los Picos de Europa. En el recinto se encuentra la capilla de San Roque que alberga un pequeño retablo barroco. Y, si es aficionado al senderismo, desde aquí parten varias rutas debidamente señalizadas.
En uno de los collados más famosos de la Sierra del Sueve asturiana se levanta el Mirador del Fitu, una atalaya levantada a principios en 1927 para que los turistas que ya frecuentaban la zona pudieran disfrutar del paisaje sin árboles que lo enturbiaran. Construida en hormigón y cemento, la plataforma sobresale del terreno y se eleva un metro y medio del suelo. Nada más construirla, los lugareños lo bautizaron como cazu por su forma de taza. En días despejados desde él se pueden admirar el mar Cantábrico, Ribadesella, Colunga y Villaviciosa (al norte); las localidades de Parres, Cangas de Onís y Covadonga (al sur) y los Picos de Europa y la Cordillera Cantábrica (al fondo).
El cabo Vidio está cerca de la población de Riego de Abajo. Se trata de uno de los cabos más importantes de Asturias. Forma un acantilado de 80 metros sobre el mar y dos de sus atracciones son el faro y la Iglesiona, una cueva formada por la erosión del oleaje y que puede visitarse con la marea baja. La vista marítima que se puede contemplar desde esta atalaya es uno de los atractivos paisajísticos más destacados de la costa asturiana, entrantes y salientes que dan vida a calas prácticamente vírgenes por su difícil acceso como Playa de Grandas, Playa Doria, Playa La Cueva o Playa Los Negros.
Llegar a este punto de observación es una experiencia única, no solo por la sensación de tranquilidad que se respira, sino también porque está construido a 300 metros sobre el río Gándara mediante una estructura metálica con barandillas de cristal y, en su mayoría, suspendido en el aire. Aquí se aprecia toda la belleza de la comarca de Soba, las casas tradicionales, las montañas y la cascada serán protagonistas de las fotos de nuestra cámara.
Las playas de Suances son uno de sus más valiosos tesoros y, desde este mirador, se puede ver dos de las cinco playas que posee el municipio: la Concha y la de los Locos. La primera siempre está más concurrida y, la segunda, es visitada por los amantes del surf (está declarada Reserva Natural del Surf, por cierto) porque en ella se crean unas olas perfectas para la práctica de este deporte. Es muy recomendable ir al caer la tarde y sentarse en uno de sus bancos de madera para disfrutar de unos atardeceres increíbles. Eso sí, los días de mucho viento es imposible estar mucho tiempo.
Aunque su nombre es Mirador del Collado de Llesba, popularmente se le conoce por el Mirador del Oso por la estatua en piedra (obra de Jesús Otero) de este impresionante mamífero en peligro de extinción, que en esta zona, la del Valle de Cereceda, convive con otras especies también a punto de desaparecer como el urogallo y el águila real. En cuanto a vistas, desde este balcón natural se tiene una amplia perspectiva del Parque Natural de los Picos de Europa.
El Salto del Nervión es, gracias a sus 222 metros de altura, el salto de agua más alto de la Península Ibérica. Lo suyo es visitarlo en época de lluvias o deshielo porque, en verano, la cascada puede llevar solo un hilillo del valioso elemento. La perspectiva desde el mirador es impresionante, como también el bosque de alrededor y la fauna que allí se encuentra: águilas, halcones, alimoches, lobos, corzos, jabalíes… aunque el que tiene mayor protagonismo es el buitre leonado. El sitio cuenta, además, con numerosas y fáciles rutas para hacer a pie o en bici.
Colocado estratégicamente en la carretera del Parque Natural de Urkiola, en el Alto de Krutzeta, se encuentra esta balconada para disfrutar de la belleza del singular paraje del Valle del Aramaio. Los caseríos diseminados, el verde de la vegetación, las impresionantes formaciones rocosas… Todo ello hizo que se bautizara este enclave como 'la Pequeña Suiza', un apelativo que acuñó el rey Alfonso XIII cuando, en 1905, visitó la zona.
La Foz de Arbayún es uno de los más alucinantes paisajes navarros. El río Salazar ha horadado las estibaciones de la Sierra de Leire hasta formar paredes de hasta 100 metros de altura. Un reducto natural protegido desde 1987 que esconde diferentes tipos de aves. El mirador, que parece suspendido en el aire, ofrece la mejor panorámica de Foz de Arbayún. No se olviden los prismáticos porque, con un poco de suerte, podrán ver sobrevolar buitres o halcones.
El recorrido por el sendero que conduce al Mirador de los Buitres no tiene desperdicio. Desde él disfrutarán de las maravillosas panorámicas de la Hoya de Huesca, los Mallos del Agüero, Peña Rueba o los Mallos de Riglos, un paraíso para los escaladores. Estas espectaculares formaciones rocosas, con paredes de hasta 272 metros de altura, nacieron fruto de la creación de la cordillera pirenaica y la posterior erosión de morrenas glaciares. Desde el Mirador de los Buitres se tiene una impresionante imagen de los Mallos de Riglos y, atención porque si van al atardecer, las rocas aparecen con unos maravillosos tonos rojizos.
Este mirador de impresionante balaustrada de hierro se encuentra al final de la Rambla Nova, a unos 40 metros sobre el mar que permite admirar el Mediterráneo, el puerto de Tarragona, la Playa del Miracle y el Anfiteatro. Es un lugar muy apreciado por los tarraconenses que, aseguran que tocar la barandilla de hierro (o tocar ferro) trae mucha suerte.
Uno de los mayores tesoros naturales de Cataluña es el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici ubicado en la parte central de los Pirineos. Es tan extenso, que cuenta con 26 rutas de senderismo que muestran las diferentes caras del parque. Uno de los itinerarios más populares es el Cap a les Aguiles d’Amitges, donde se puede admirar el Lago d’Aigüestortes con más de mil metros de largo, los dos picos llamados Els Encantats, de más de 2.700 metros de altura, y la Cascada de Ratera, con una caída de 100 metros. Desde el Mirador de l’Estay de Sant Maurici, ubicado a un kilómetro del lago, se aprecian unas vistas únicas, perfectas para hacerse unos selfies con ellas de fondo.
Una de las estampas esenciales de la isla es Cabo de Formentor, situado en el extremo norte de Mallorca. Formentor es una península que se alarga unos 12 kilómetros y que llega a tener unos 3 kilómetros de ancho. Este lugar es uno de los más frecuentados por los turistas que se acercan para contemplar el paisaje y las espectaculares vistas de la Bahía de Pollença y del mar Mediterráneo. Entre las varias posibilidades de hacer una parada para ensimismarse con lo que la naturaleza regala, está el Mirador de la Creueta, instalado a 232 metros de altura con el islote de Colomer al fondo. Imprescindible ir al caer el sol cuando, moribundo, llena la zona con sus tonos rojizos y dorados.
La costa de la Sierra de Tramontana guarda parajes increíbles y no es de extrañar que esté considerada Patrimonio de la Humanidad. Uno de los mejores puntos donde admirarla en todo su esplendor es el Mirador de Ses Ánimes. El lugar, además, está lleno de misterios. En sí, el observatorio es una torre de vigilancia (medio derruída por un rayo) construida en 1579 sobre la que se dice que las ánimas tejen allí unas redes invisibles durante las noches de invierno para atrapar a aquellos que se aventuran por sus alrededores. La leyenda se ha visto acrecentada por la creencia de que en este lugar ha habido desapariciones y suicidios. Historias y temores aparte, merece la pena subir hasta este punto para mirar las múltiples perspectivas que ofrece el paisaje.