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Es apodada “el Paraíso de la Luz” y no nos hace falta más que poner un pie en sus seductoras playas para entender la razón. La provincia de Huelva, que presume de ser la que más kilómetros de costa virgen tiene de toda Andalucía, atrapa con sus inmensos y claros arenales y sus agradables temperaturas presentes los 365 días del año.
Son todos estos detalles los que dejan claro que, por estas tierras, no se andan con chiquitas cuando de sumar cualidades se trata. Sus bondades permiten que el repertorio de actividades acuáticas con las que lanzarse a conocer los encantos del litoral onubense sea casi tan amplio como la propia costa.
Sin embargo, es allí, donde España y Portugal se miran frente a frente, a lo largo y ancho de las fascinantes playas de Isla Canela, donde ponemos el ojo. Nos esperan más de cinco kilómetros y medio de costa flanqueados por la desembocadura del río Carreras y el mismísimo Guadiana, que resultan ser el escenario ideal para aventurarnos a explorar nuestras capacidades deportivas y, de paso -y sobre todo-, echar un buen rato: de eso, al fin y al cabo, se trata. Agarramos bien fuerte la tabla -de kite, de paddle surf, de surf… qué más da- y nos zambullimos de cabeza a disfrutarlas.
Para alcanzar la playa de San Bruno, una de las más bellas de las que conforman el litoral de Isla Canela, hay que dejar el coche aparcado allí donde el camino llega a su fin. Después habrá que continuar unos 200 metros más por la arena, avanzando poco a poco y, con los pies hundiéndose a cada paso, hasta sortear alguna pequeña duna. Tras esto divisaremos las banderolas que nos anunciarán que hemos llegado a nuestro particular destino: Isla Canela Kite Water Sports, el templo de los deportes acuáticos que, desde 2011, lleva ofreciendo un universo de propuestas para disfrutar del mar de una manera distinta, es nuestro lugar.
Tras este proyecto se encuentran dos jóvenes onubenses amantes de su tierra. Después de un puñado de años fuera de Huelva, Paula, licenciada en Ciencias del Mar, y Antonio, deportista nato dedicado en cuerpo y alma a diferentes disciplinas, decidieron tomar el relevo de este negocio que un amigo en común había arrancado años atrás. “Tenemos la suerte de dedicarnos a lo que más nos apasiona”, asegura nuestra anfitriona mientras prepara el material para la próxima experiencia de sus clientes. Una de tantas propuestas que, sobre todo en verano, ofrecen junto al mar.
Porque es esa precisamente su pasión, compartir con los demás tanto las bondades de su playa, esa que conformó su patio de juegos desde bien pequeños, como los deportes acuáticos que llevan practicando toda la vida. Indicar el camino para, al igual que ellos hicieron, descubrir que el mar se puede vivir y se puede sentir de infinitas maneras. Además, también ayudan a quienes ya tienen conocimientos a perfeccionar su técnica.
“Tanto Antonio como yo hemos viajado por diferentes países en distintos continentes. Y puede quizás sonar un poco pretencioso, pero lo cierto es que hemos visto montones de playas, muchas de ellas fascinantes, pero como Isla Canela… lo siento, pero ninguna”, apunta sonriente la onubense. Y lo dice con el convencimiento de quien sabe de qué habla. “Los atardeceres que tiene esta playa, cuando la marea baja, se forman lagunas y se reflejan todos los colores del atardecer en el agua… son simplemente alucinantes”, añade. Una magia que no todos los lugares consiguen desprender.
Y es por esa magia tan especial, por esa virtud que la naturaleza le ha otorgado de poder transformar las aguas del Atlántico en apacibles y calmos cuadros impresionistas durante varias horas al día, por lo que la playa de San Bruno -y el resto de la de Isla Canela, en general- son idóneas para lo que nos ocupa. “La suerte que tenemos aquí es que, como son lagunas, a la hora de comenzar con estos deportes las condiciones son superseguras y el viento superconstante. Entonces es muy sencillo avanzar y evolucionar”, afirma, contundente, Paula.
Son las 16:30 horas y el sol del sur aprieta bien fuerte. Un grupo de gaviotas merodea entre las instalaciones; saben que ha llegado la hora de la diversión. Terminan de arribar a la playa aquellos que, bajo reserva, conforman el grupo que hoy disfrutará, subido en tabla de paddle surf, de las marismas de San Bruno.
Una actividad que, al contrario de lo que ocurre con los cursos de kitesurf o surf, no tiene una periodicidad concreta. “Estas travesías no se pueden realizar todos los días porque dependen de los coeficientes de mareas, que están relacionados con la luna. Cuando tenemos luna llena o luna nueva, la cantidad de agua aumenta y es en esos momentos, y en un horario preciso que coincide con la marea alta, cuando podemos adentrarnos en la marismas”, explica Paula.
Tras una parte teórica para conocer las nociones básicas sobre el ecosistema en el que se va a desarrollar la actividad, así como la manera correcta de manejarse sobre la tabla, llega el momento de lanzarse al agua. “Estamos dentro de un paraje natural, o sea, tenemos la suerte de que no tenemos edificaciones detrás, por lo que hay muchísima tranquilidad y naturaleza viva por todos lados. Incluso tenemos un ave, el chorlitejo patinegro, que ahora mismo es vulnerable -el siguiente paso sería que estuviera en peligro de extinción- y del que intentamos hablar durante nuestros cursos, sobre todo en los que hacemos con niños, para concienciar del tema”, aclara Paula. Porque sí, los cursos de Isla Canela Kite Water Sports son aptas para todos los públicos.
Así da inicio la hora y media que suele durar la actividad y que permite no solo pasarlo bien, sino también aprender detalles sobre el entorno en el que se desarrolla. Se trata de un espacio vivo, en constante transformación, que numerosas especies animales y vegetales han sabido convertir en su hogar particular.
No será difícil cruzarse con algún que otro cangrejo por la arena o comprobar cómo, junto a sus aguas, crecen plantas como la Salicornia, tan valorada en la gastronomía en los últimos años. “El ecosistema de las marismas es muy importante, hay mucha vida en él. Muchas de las plantas que aquí crecen se han tenido que adaptar a los medios salinos porque en ellas se mezcla el agua del mar con la del río Guadiana, que es el que hace de frontera con Portugal. Al estar tan cerca de la desembocadura, lo que encontramos es agua salada”, comenta Paula.
Este paraje natural único lo compone un laberinto de canales para explorar, tranquilamente, a golpe de pala, conectando con el entorno, respirando profundamente y con los ojos bien abiertos para no perder detalle. Eso sí, también evitando causar molestias a las aves y seres vivos que habitan la zona. “En este contexto podemos encontrar espátulas, garcetas… aves que también han adaptado la forma de pico y su forma de vuelo a la alimentación que van a tener dentro de la marisma”, afirma la onubense. Y es que, no nos cabe duda, la naturaleza es bien sabia.
Unos metros más allá, en la amplia extensión de arena que separa las marismas de San Bruno de la orilla, la actividad continúa de una manera muy diferente. Un grupo de jóvenes vestidas con trajes de baño hace algunos estiramientos antes de iniciar una curiosa clase de SUP Yoga, o lo que es lo mismo, sobre tablas de paddle surf. Otra manera única de vivir el mar.
Las olas rompen suavemente, sin estrépitos, y una suave brisa marina envuelve el ambiente. Con la tabla de SUP bajo el brazo, María Zurita, instructora con más de diez años de experiencia en el mundo del yoga, lidera al grupo hacia las cristalinas aguas dispuesta a iniciar esta actividad de relajación que conjuga la meditación y la respiración con las posturas tradicionales del yoga y, por supuesto, el equilibrio. Una hora de conexión con el entorno y con uno mismo que, mecidos por el mar, que cada vez genera más curiosidad entre quienes practican asiduamente esta actividad en tierra.
Algo más tarde, cuando las mareas vuelvan a cambiar y el viento se intensifique, llegarán las clases de iniciación -y perfeccionamiento- al kitesurf. Cursos que fueron el leit motiv de Isla Canela Kite Water Sports en sus orígenes y que lo ha convertido en todo un referente en la zona. “Nuestra filosofía es dar la máxima calidad y tratar siempre al cliente como nos gustaría que nos tratasen a nosotros. Parece obvio, pero es lo cierto. Por eso, la mayoría de los clientes que llegan a nuestras instalaciones vienen recomendados, y ese tipo de publicidad es la mejor. Siempre le vas a hacer más caso a algún compañero, amigo o familiar que te recomiende algo, antes que a internet”, afirma Paula.
Y así, con el pelo enmarañado, la piel salada y la fina arena pegada a los pies, el cielo se torna multicolor y llega el momento de despedirse de nuevo del día. Una jornada en la que, como siempre en este rincón del sur, se vive con el mar por bandera. ¿De qué otra manera, si no?
ISLA CANELA KITE WATER SPORTS - Playa San Bruno, Zona Kitesurf. Isla Canela, Ayamonte, Huelva. Tel. 653 28 95 66.
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