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Las gargantas que recorren la falda sur de la Sierra de Gredos, donde se ubica la comarca cacereña de La Vera, son más conocidas, pero estas que ya se encuentran en el parque regional de Gredos empiezan a despuntar como las favoritas de los manchegos que llegan desde la provincia de Toledo y los madrileños que se acercan a conocer sus famosas Cuevas del Águila.
La región, salpicada de agua por todas partes, como demuestran las cantidad de fuentes naturales que aparecen en los márgenes de las carreteras secundarias y en las que aún cargan botellas y garrafas los lugareños, las zonas de baño son un sueño entre aguas frescas, limpias y transparentes que dejan ver las piedras que modelan el lecho de los ríos. Una fantasía visual que si no llama al baño, invita a dejarlo para siempre inmortalizado en nuestras redes.
Una carretera serpenteante y techada por las copas de los árboles conduce a las piscinas naturales más cercanas a la localidad de Arenas de San Pedro. El río Arenal se aprovecha aquí para llenar una piscina gigante, mediante una pequeña presa de madera, que tiene capacidad para muchos más de los que la visitan. La parte más profunda cuenta con varios trampolines para diversión de los más atrevidos. Sobrepasando la piscina preparada por el hombre, los charcos naturales trepan hacia arriba escondiéndose bajo los árboles que se cierran sobre el agua protegiendo a los bañistas.
Una explanada de césped, donde no está permitido comer, sirve para tomar el sol mientras se contemplan las aguas cristalinas o protegerse de él bajo la sombra de los pinos. En la parte superior, una terraza inmensa con sus mesas a la sombra de la frondosa vegetación, ofrece entre sus especialidades patatas revolconas, migas, cochinillo, chuletas de cordero, chuletón de Ávila, callos, sepia o calamares. Por supuesto, también hay bocadillos y raciones. Un dato importante para aquellos que quieran pasar el día completo en este pequeño paraíso verde cerca del pueblo.
Siguiendo el curso del río Arenal, las pozas se suceden en forma de lagunas donde darse un chapuzón. No todos siguen el sendero salvaje que marca el río y que a unos tres kilómetros de las piscinas naturales del pueblo lleva hasta el Charco Verde (no confundir con el de Guisando con el mismo nombre). Pero se puede recorrer en coche y dejarse envolver por la magia verde de Gredos.
Haciendo paradas y buscando entradas que lleven al río, se encuentran lugares espectaculares para entrar en el agua y quedarse bien fresquito, recuperando el calor en alguna piedra de granito, que parecen colocadas ahí como hamacas naturales para los bañistas. Como propuesta de descubrimiento y recorrer la naturaleza en busca de su espectacularidad, nosotros destacamos el Pozo Bolegán. Eso sí, recordad, que aquí no hay chiringuitos ni terrazas.
Ahora sí, saliendo de Arenas de San Pedro, siguiendo esas carreteras que envuelven al viajero, se encuentra el Charco Verde de Guisando. Procedentes del río Pelayo, unas aguas frías, profundas y límpidas brillan en un juego de sombras y reflejos que termina dándoles un color verde esmeralda allí donde se cuela el sol. Una cascada lateral alimenta la poza y embelesa con su caída rápida y su sonido lisonjero. Aquí uno sabe qué hacer primero: si embobarse mirando el agua, sumergirse en el charco o hacer un millón de fotos.
Un merendero colosal da la bienvenida a esta piscina que se extiende río arriba, donde finalmente desaparece entre los árboles. La compuerta que llena la piscina principal deja pasar el agua a otra poza donde el baño hace las delicias de los que apuestan por aguas profundas, de un verde oscuro pero igualmente limpias, transparentes y tranquilas.
En la margen derecha, también hay merenderos bajo los pinos para disfrutar del viento, que cuando sopla arrastra el frescor de las aguas mejorando aún más la temperatura bajo la sombra. Si se sale de la protección de los árboles, las aguas congeladas cantan bajo el sol como sirenas empeñadas en arrastrarte a las profundidades. Una maravilla.
A veces a uno le apetece estar cerca del agua, sin necesidad de bañarse. En el embalse no está permitido el baño pero una ruta circular nos acerca a sus aguas. Contemplarla en el pantano de Río Cuevas es un espectáculo. Por esta razón, hay un circuito que bordea el enorme lago artificial y que lleva hasta donde el Río Cuevas, que le da el nombre, vierte sus aguas en el pantano. Un bosque denso se cierra sobre el río e invita a perderse en él. Cualquiera de las perspectivas de la sierra desde esta zona es alucinante, pero dicen los nativos de estas tierras que es en la parte del recorrido que va paralelo a la carretera de Guisando desde donde Gredos se muestra con toda su majestuosidad.
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