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¿Qué tendrá la playa que tanto nos gusta? ¿Será la arena fina como el bicarbonato, serán las olas...? Sin embargo, también hay playas de rocas y otras en las que, por mucha corriente que haya, no verás jamás a un surfero. ¿Entonces? ¿No será la alegría compartida por el subidón de vitamina D, la siesta ligera, el chiringuito, la merendilla y el relax que produce mirar el azul del agua hasta el horizonte y más allá?
A estas alturas del partido, ya no es sorpresa para nadie que en Extremadura haya playas. Vale, puede que una playa fluvial no sea la primera imagen que viene al imaginario al escuchar esas cinco letras, pero es algo que vamos a intentar cambiar con este reportaje.
Esta región cuenta con 1.500 kilómetros de costa interior, algo único en Europa occidental. De hecho, es la comunidad con mayor cantidad de agua embalsada, por lo que, aprovechando este recurso, ha sido pionera y es líder nacional en banderas azules en aguas continentales por tercer año consecutivo. En esta temporada estival, nueve de las 19 banderas azules nacionales de interior ondean en los cielos extremeños.
Hoy, concretamente viajamos hasta Peloche, una pedanía de Herrera del Duque, situada a poco más de dos horas de Badajoz (se encuentra pegada a Ciudad Real, en el otro extremo de la provincia pacense). La comarca en la que se enmarca es conocida como la Siberia extremeña.
Este término comenzó a utilizarse a principios del siglo XX, cuando empezaron a surgir proyectos necesarios, como nuevas carreteras, alguna línea de tren y un pantano, dado el ostracismo en que se encontraba. Por aquellos años era noticia la construcción del Transiberiano, el tren que conecta Moscú con el este de Rusia. La lejanía de los pueblos de la Siberia extremeña con algunos pueblos de la misma provincia (más de doscientos kilómetros), hizo que, por similitud, se comparara a una comarca con otra.
Los kilómetros, evidentemente, no se han evaporado, pero poco queda ya de esa imagen desértica y agreste, pues con la construcción de ese pantano (García de Sola, en la cuenca del Guadiana) llegó la vida a la Siberia extremeña y ahora ostenta el título de Reserva de la Biosfera. Aunque no solo ese, también el de Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Zona de Especial Conservación (ZEC) por su riqueza ornitológica y de biodiversidad. Con lo cual, los amantes del birding tienen aquí un destino imperdible.
Pero estamos en verano y si continúas leyendo, es porque confías en encontrar un plan refrescante, así que no vamos a hacerte esperar más. La playa de Peloche tiene por tercer año consecutivo una resplandeciente bandera azul que garantiza la calidad de sus aguas y algunos servicios como acceso para personas con movilidad reducida, socorristas, áreas de recreo y un maravilloso chiringuito que para descubrir sí que tendrás que seguir leyendo.
Cuenta con dos zonas de baño: una hormigonada, que también tiene una parte de césped natural, donde hay sombrillas y árboles jóvenes que en el futuro darán sombra; y otra de arena natural del río, una zona más salvaje, pero que dispone de un área de descanso con arbolado, merenderos y donde los perros pueden campar a sus anchas sin miradas recriminatorias.
Una plataforma flotante de 120 metros de longitud y dos de ancho se introduce en la imponente masa de agua e invita a las piruetas para impresionar a los amores de verano. El agua, por cierto, tiene una temperatura cálida y agradable y el paisaje se complementa con formaciones rocosas, con riscos como el Cerro de Paniagua (709 metros), el Callejón del Lobo (684 metros) o El Paredón (708 metros), en los que se conservan pinturas rupestres, castros celtas y rutas prerromanas. En estas sierras se puede practicar senderismo y cicloturismo por el carril bici Herrera-Peloche.
Y como es bien sabido que el agua da hambre, por fin paramos a comer. El restaurante 'Tierra y Agua' redondea todo lo anterior y es una parada obligatoria para los bañistas. Por algo luce con orgullo su Solete de la guía Repsol en la portada de su carta.
Regentado por Isidro Parrales Bonilla y María del Mar Aguilera Zuheros, una pareja de modelos que, a los pocos días de conocerse, con el coqueteo propio de los primeros mensajes, se contaron sus planes futuros. Él buscaba algo relacionado con actividades acuáticas en su pueblo, Peloche. Ella, de Priego de Córdoba, tenía ganas de dar de comer a la gente en un entorno rural, posiblemente en el pueblo de sus abuelos. "Cuando conozcas el mío lo vas a querer hacer allí", alardeó él. Y, destino, casualidad, empeño o azar, hoy modelan su sueño día tras día en la Siberia extremeña.
“Cuando Isidro me propuso coger el chiringuito de la playa, le dije que no. Luego recapacité, pero el día que íbamos a firmar, apagué el móvil”, confiesa Mar. En una sesión de fotos que hicieron en 'Casa Pacha', en Formentera, cogieron inspiración para su local y lo inauguraron hace dos veranos. Lo decoraron y montaron desde cero todo ellos, ayudados por algunos miembros de la familia y amigos. Y sin experiencia ninguna, se lanzaron al agua sin perder la vista en los productos de la tierra.
'Tierra y agua' ahora es un restaurante en el que apuestan por la calidad con carnes de vaca maduradas, cortes ibéricos de bellota, croquetas caseras que nadie duda que sean de jamón y otras especialidades como el pulpo a la brasa o las quesadillas de Torta del Casar, patatera y miel. Se puede pedir una ración de jamón ibérico extremeño cortado a cuchillo, torreznos, chuletillas de cordero Corderex o escarapuche, un plato típico de esta comarca que consiste en una ensalada de carne (antiguamente se hacía con peces de río) con tomate, cebolla y mucho vinagre. Pero, sin duda, en la última página de su carta se encuentran sus puntos fuertes: arroces y postres.
Proponen cinco arroces melosos solo al mediodía y por encargo, por lo que hay que reservarlos con antelación. En cuanto a los postres, Mar, que es la encargada de los fogones, deslumbra en la parte dulce. La tarta de queso de cabrales no es tan fluida como la suave que también elabora ella, pero los turófilos van a gozar al máximo. Peloche tiene playa y también una Mar que cocina que da gusto.
El sueño de Isidro se ha visto materializado hace una semana, cuando le han dado una vuelta de tuerca a la experiencia. ‘Tierra y agua’ es también un club náutico en el que poder contratar un paseo en barco con patrón por todo el pantano (caben cinco personas y cuesta 150 euros), motos de agua, barquito sin titulín, tablas de paddle surf, kayaks y hasta un donut para dejarse llevar al igual que hizo esta pareja con el arriesgado deporte de emprender.
De momento, siguen compaginándolo con la moda, que les apasiona, les da aire y recarga de un amor que transmiten en todos los detalles de este establecimiento. De hecho, tienen un banco desde el que ver el atardecer donde se lee “Te quiero”, dos palabras que han hecho suyas y que incluso aparecen en su uniforme. Quizás por eso sea tan duro marcharse tras un estupendo día de playa en el que el agua, el sol, la comida y la gente te han querido sobremanera.
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