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Esta porción de litoral cántabro tiene todo de lo que puede presumir una costa de tronío. Acantilados, playas de recogidas arenas, dunas, arenales interminables, calas, tómbolos, ensenadas, agujas, arcos, cuevas, oquedades, sifones, embudos, islotes... En apenas 20 kilómetros en la Costa Quebrada se concentra un completo compendio geológico. Aunque antes que en busca de la Ciencia, la mayoría de quienes vienen hasta aquí lo hacen por sumergirse en unos lugares que impresionan.
A estos paisajes que se suceden sin el menor respiro, les pasa lo mismo que a las postales de las tiendas de recuerdos: uno al lado del otro, se disputan por instalarse en el mejor lugar en nuestra memoria y nos gustaría llevárnoslos todos. Al recorrer la Costa Quebrada no extrañan los galardones que se amontonan en ella, igual que lo hacen sus formaciones rocosas: Parque Natural, Parque Geológico, Punto de Interés Geológico, Lugar de Importancia Comunitaria, Global Geosites, un inventario internacional que reconoce la valía de su patrimonio geológico...
Catalogada como una de las mejores aulas naturales para entender la formación de la Tierra, preferimos considerarla escenario perfecto para disfrutar de lo elemental en este tiempo: un baño de agua, sol y viento, caminata y descanso a lo largo de un paisaje que a ratos deja sin habla. No extraña que la UNESCO la haya designado este 7 de septiembre de 2024 como Geoparque Mundial.
Un recorrido por la costa nos deja bien claro que fue la naturaleza la inventora de la ciencia ficción, hace nada menos la friolera de 120 millones de años. Después de esta introducción, marchemos rápido a esta costa que se extiende entre el cabo Mayor santanderino y las dunas de Liencres.
La primera cuestión con la que se enfrenta el visitante de la Costa Quebrada es en qué punto desembarcar. Un par de buenas docenas de playas, calas y puntos reconocidos como lugares apreciados para el baño, plantean una incógnita de difícil solución, aunque esto no es demasiado problema, se coja la opción que se coja, la apuesta siempre será ganadora. El asunto hace recomendable no repetir arenal. Los dos kilómetros de Valdearenas y la cercana Canallave, que se prolongan hacia las dunas y pinares del Parque Natural de Liencres, convierten a este playazo en destino de familias sin pretensiones aventureras.
Somocuevas es la siguiente parada. Playa nudista, es preámbulo del espectáculo geológico que tiene en Portacho, La Arnia y Covachos su máxima expresión. Son calas que se han hecho hueco entre la pared del acantilado y las crestas rocosas que afloran del mar y parcelan sus arenas. Su acceso es a través de caminos y escalones tallados en la roca que descienden hasta la orilla.
Antes de apalancarse en cualquiera de estos rincones, es recomendable recorrer el sendero que cose la costa de punta a punta. Su, en ocasiones, vertiginoso trazado es, sin embargo, accesible para todos los públicos. Carente de dificultades, solo tiene un tramo que presenta problemas. Está en La Arnia, frente a los urros de Liencres, donde el empuje del Cantábrico se ha llevado un corto tramo de sendero, acogotado por una propiedad particular situada a un par de metros del acantilado, siendo obligado dar un corto rodeo.
Los numerosos accesos a este litoral hacen posible iniciar la caminata en cualquier punto. Los más machacas deben hacerlo desde cualquiera de sus puntas y concluir en la opuesta: las dunas de Liencres, en el lado Oeste, y el Cabo Mayor, en el Este. Entre ambos puntos, un inolvidable recorrido que planea sobre los caprichos de la costa. Quienes no se encuentren capacitados para el desafío, deben contentarse con recorrer alguno de los tramos.
Situada en el centro de la Costa Quebrada, la isla de la Virgen del Mar es buen lugar de acceso. Su amplio aparcamiento y las playas que la separan de tierra firme, la convierten en el punto más visitado de la zona. En la cima del islote se alza la inmaculada capilla de la Virgen del Mar, protectora de los marinos cántabros y que aún recuerda la tragedia que produjo la galerna del Sábado de Gloria de 1878, cuando una salvaje galerna del Cantábrico se llevó la vida de 254 pescadores.
Para aliviar el recuerdo de tan doloroso suceso y antes de continuar la singladura costera, nada mejor que atracar en la 'Bámbara Tavern', establecimiento de decoración y menús eclécticos, que no deja indiferente a nadie. No lejos, junto a ese ensayo de ría que es La Maruca, está el Centro de Interpretación del Litoral, lugar recomendable para descubrir los detalles del medio marino y litoral de la zona.
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