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Las Rías Baixas siempre son un plan que no defrauda para recargar pilas disfrutando del paisaje, la gastronomía y la hospitalidad gallegas. Atesoran auténticos paraísos terrenales y uno que, pese a llevar años ganando tirón y estar ya en el radar del turista más exigente, sigue guardando su esencia e incluso ofreciendo la oportunidad de perderse lejos de la masificación. Es A Illa de Arousa, una isla en medio de la Ría de Arousa que te pone en bandeja una oferta de más de 80 calas y playas.
Hasta 1985 permaneció prácticamente incomunicada y preservó vírgenes sus 36 kilómetros de costa, de los que once son playas y calas. Desde que se construyó el puente -de 1.980 metros- que la une con Vilanova de Arousa ha perdido ese lado salvaje y ya hay muy pocos rincones donde encontrarse en soledad. Sin embargo, los visitantes más avezados encuentran pequeñas calitas casi inexploradas e incluso los arenales que se han convertido en mecas del turista te permiten disfrutar de un ambiente menos masificado que en destinos de tierra firme.
Es difícil encontrar una vacía, pero fácil una con poca gente o, al menos, lejos de la gentrificación de otros destinos de la costa española. No hay dos iguales, unas urbanas, otras en medio de un parque natural, con y sin chiringuito, dos con bandera azul, y todas, sin excepción, con aguas cristalinas. La oferta es inacabable y, al ser una isla, permite el lujo de moverse de norte a sur en busca del mejor tiempo, viento o marea recorriendo apenas unos kilómetros. Nos quedamos con seis y completamos el plan con una oferta de chiringuitos que crece en número preservando la calidad.
Nada más cruzar el puente y entrar en A Illa de Arousa, en la zona sur de la isla, si miras a tu izquierda, una playa se extiende larga y con aguas cristalinas. Frente a otras playas que nos encontraremos en este recorrido, de arena fina y blanca, la de O Bao-Camaxe tiene la singularidad de ser de canto rodado y arena gruesa. Es, además, punto de partida para el visitante más deportista, pues un paseo de madera y un carril bici bordea sus 700 metros y abre un sendero azul que llega hasta el espacio natural de O Carreirón.
Entras en A Illa por una de las zonas en la que más se notan las subidas y bajadas de marea y también la que deja una de las estampas más singulares. Con la baja mar resulta habitual ver a grupos de mariscadores escarbando en la arena en busca de almejas o berberechos, una imagen de postal que podrás instagramear o quedarte para el recuerdo de una escapada con olor a sal.
Es una de las opciones con más éxito entre el público familiar por los servicios que ofrece. Cuenta con bandera azul y todo tipo de servicios, desde tumbonas a una zona de estacionamiento amplia y un área de aparcamiento de autocaravanas -ojo al caravanista, no es área de servicio- hasta un parque infantil, un edificio de usos náuticos y amplia oferta de actividades náuticas. Tampoco faltan el puesto de socorrismo y las balizas para marcar la zona de baño.
El sendero azul que comenzamos en O Bao-Camaxe pasa por esta pequeña playa situada a escasos metros de la anterior. Más pequeña y recogida, tampoco aquí pasan desapercibidas las subidas y bajadas de la marea, pues en pleamar el espacio de arena mengua. Será un momento ideal para aprovechar e ir a su chiringuito.
De acceso en coche o a pie, y con varias zonas de aparcamiento a escasos metros, destaca también por tener en las proximidades uno de los camping más buscados del verano isleño y por ofrecer opciones de practicar deportes.
Sus 200 metros de largo suelen llenarse en días soleados de visitantes foráneos que ansían su arena fina y su entorno natural. Frente a la anterior, está rodeada de una masa forestal que también atrae a los amantes de la naturaleza para observar su gran variedad de fauna marítima. Tampoco faltará, a pequeña escala, la estampa de mariscadores escarbando en busca de suculentos mariscos.
O Carreirón bien merece, por sí solo, una escapada. Declarado Parque Natural por la Unión Europea, es un lugar privilegiado para la observación de aves; tan fácil es ver una garza pescando en una marisma o el vuelo de una bandada de patos. Es parada obligada para amantes de la naturaleza, que podrán deleitarse con sistemas dunares, marismas o pinares, y con un paisaje submarino impresionante.
Sus 1,3 kilómetros están llenos de playas salvajes y tranquilas, todas de finas arenas blancas y aguas cristalinas. Nos quedamos en este recorrido por Lombeira, pero cualquiera de sus calas son paradisíacas y algunos de los rincones más solitarios de la isla, además de uno de los más resguardados cuando sopla el viento en el resto.
Situada en el sur de la isla, ofrece unas vistas impresionantes hacia la zona de Cambados y la península de O Grove y las playas de San Vicente do Mar. Se mantiene muy virgen gracias a su difícil acceso, que debe ser a pie, y a que carece de servicios o de chiringuito.
Una de nuestras elecciones en la zona norte de A Illa: 175 metros de arena fina y agua cristalina que la convierten en un lugar idílico. Está rodeada de naturaleza y su atractivo crece por la proximidad del Faro Punta Cabalo, que forma parte de su paisaje y está comunicado con ella con un hermoso paseo.
Pese a carecer de servicios, suele estar muy concurrida por su belleza, una de las más idílicas, pero también por su entorno y ubicación, de fácil acceso en coche. Se llena hacia el final de la tarde porque es uno de los puntos de la isla con las puestas de sol más hermosas, junto con Area da Secada, con vistas a la Ría de Arousa.
Pegada a la anterior, compite con ella en la belleza de sus puestas de sol y en aguas tranquilas y arena blanca y fina hasta tal punto que hay quién la compara con las playas del Caribe. Está situada justo en el lado opuesto del puente de entrada, en la zona norte de la isla, y es, junto con O Bao, uno de los dos arenales con bandera azul. Rica en servicios, tiene servicio de socorrismo, balizamiento y servicio de pedaletas, tumbonas o piraguas.
Llega y llega a masificarse mucho en verano, en especial con gente joven o público familiar. Su atractivo ha llevado a montar en ella tres chiringuitos, muy cómodos por la zona verde situada al pie de la playa que aporta zonas de sombra muy apetitosas en días de calor. El fácil acceso en coche y sus 420 metros de largo en un entorno de pequeñas calas también favorecen la llegada masiva de visitantes.
Areoso es una de las joyas y de los secretos mejor guardados de A Illa de Arousa. Se trata de un islote interior de la Ría de Arousa que, pese a su pequeño tamaño, esconde restos arqueológicos como dólmenes o túmulos megalíticos. Pisar la arena y mirar hacia los lados es como descubrir un paraíso.
Es, en realidad, una duna móvil, un espacio totalmente natural sin poblar y sin construcciones modernas al que tan sólo se puede acceder en embarcaciones como piragua o kayak, pues están prohibidas las naves a motor. Varias playas de la isla ofrecen la opción de contratar los medios para ir e incluso visitas guiadas.
La presión del hombre y varias décadas de visitas indiscriminadas en catamaranes que llegaban hasta la orilla alteraron su constitución y la concejala de Turismo de A Illa, Rosi Viana, advierte incluso de que “está desapareciendo”, de ahí que el ayuntamiento y la Cofradía de Pescadores optasen hace años por balizarlo y ahora reclaman que se limite su aforo y se aumente su protección.
Al final del Parque Natural de Carreirón, en Punta Quilma, en el punto más cercano al islote de Areoso, se instala cada verano 'Areoso Beach', gestionado por Rubén García, cocinero de la administración pública que cumplió aquí su sueño de abrir un chiringuito de playa junto con otro socio. Está en medio de un pinar a pie de playa en la cara oeste de la isla, con vistas hacia la comarca del Barbanza.
Su carta se aleja de la del típico chiringuito y prepara, en una cocina a la vista, platos con productos de temporada y de proximidad, con mucha presencia de ensaladas y verduras o de la patata nueva de A Illa, que llega un mes antes que la del continente. Mucho pescado y siempre la opción de dos carnes y dos postres dulces completan el menú, en el que prácticamente todos los platos pasan por un wok.
Cada tarde ofrece una sesión musical, habitualmente amenizada por un dj, y una carta corta, pero muy cuidada, de cócteles para acompañar a quienes persiguen las puestas de sol. Pese a la concurrida afluencia de clientes, ofrece un ambiente tranquilo rodeado de naturaleza.
‘AREOSO BEACH’ - Punta Quilma. Tel. 686 47 96 69.
Gastronomía de calidad a pie de playa es lo que ofrece David García Otero en ‘Punta Furado’, una carta amplia con mucho marisco de la zona, pescado del día y carne de vaca madurada que se ha especializado en arroces y fideuá y tiene auténticos fans que regresan por sus croquetas de mejillón y chipirón.
La comida y el paisaje son los protagonistas de este chiringuito, que abre cada verano tras haber dedicado el invierno a preparar pequeños manjares como el mejillón de la ría en escabeche, que enlatan ellos mismos.
No descuidan la música y este verano se lanzarán a la música en directo, pero no quieren que el eje central sean sus acordes, sino que amenicen una buena comida. También sirven cócteles básicos, pero no son su especialidad, sino que cuidan más un buen gin-tonic con vistas a la ría.
‘PUNTA FURADO’ - Punta do Furado. Tel. 621 34 34 48.
Varios chiringuitos convierten la playa de O Bao-Camaxe en una de las más atractivas para el visitante, sobre todo para el público familiar. Nos quedamos con ‘Coco Bao’, gestionado por Carlos Insua y Mariví Poza, secreto del buen rollo que destila el local y artífices de que se haya convertido en parada obligada para personas con intolerancias alimentarias, en especial al gluten.
Las algas son el alma de su cocina, de la que salen ensaladas realmente originales que resaltan su sabor. No descuidan el producto de la zona y ofrecen ricas navajas o almejas, pescados como jureles o sardinas pescados en la Ría y cacheliños con un mojo difícil de olvidar.
Se ha convertido también en meca de veganos, con muchas algas y una oferta de comidas a base de vegetales difícil de encontrar en otros chiringuitos. Sus croquetas con alga wakame y setas portobello no desmerecen a otras propuestas para carnívoros como las croquetas de queso ahumado con jamón serrano.
‘COCO BAO’ - Playa do Bao. Tel. 606 32 52 53.
En el Faro de Punta Cabalo, Salvador Otero regenta el ‘Chiringuito O Faro’, donde impera una comida muy de la tierra con productos locales, en especial, de la Ría de Arousa. No faltan la tortilla, los pimientos de padrón, las empanadas de maíz o las croquetas caseras, que acompañan mejillones o navajas de la ría y una carta de churrasco, secreto y croca de ternera a la barbacoa.
Es habitual que actúen grupos de música locales que dan un ambiente muy playero y veraniego y que amenizan, sobre todo, las horas del atardecer, uno de los fuertes de este chiringuito, al estar en uno de los punto de las islas con las puestas de sol más hermosas.
Un aparcamiento privado con gran capacidad y una huerta con juegos para niños lo convierten en la elección de muchas familias. Su propietario presume también de un precio muy asequible que hace que muchos veraneantes les elijan a diario.
‘CHIRINGUITO O FARO’ - Rúa do Faro. Tel. 659 05 70 87.
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