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A 50 kilómetros de Alicante encontramos esta ciudad enclavada en un entorno natural incomparable, ya que está rodeada de dos Parques Naturales: el del Carrascal de la Font Roja y el Parque Natural de la Serra de Mariola. El patrimonio medieval y modernista de Alcoy, junto con los emblemáticos puentes que salvan barrancos y ríos, nos presentan una ciudad repleta de historia. La clase burguesa alcoyana del siglo XIX y principios del XX edificó casas y residencias de relevante interés, la mayoría de ellas de arquitectura modernista, a imitación de Cataluña, entre las que destacan la Casa del Pavo y el Círculo Industrial, el antiguo edificio del Parque de Bomberos o la Casa de Escaló.
Un paseo por sus calles revela el esfuerzo de sus gentes por prosperar en un medio de gran belleza natural, pero de extraordinaria complejidad orográfica para la evolución urbana. El visitante descubrirá un lugar con una larga tradición industrial, una ciudad única y peculiar por su historia, valores y recursos. Sus fiestas de Moros y Cristianos o la centenaria Cabalgata de Reyes Magos, entre otros eventos culturales como la Feria Modernista, son también un reclamo anual que atrae a miles de turistas por su magia y espectacularidad.
Este bellísimo pueblo blanco con encanto a orillas del mar es uno de los más visitados de la Comunidad Valenciana. Es difícil describir lo que se siente al callejear por sus empinadas callejuelas, plagadas de rincones en los que pararse a contemplar las vistas o a fotografiar sus casas encaladas. Sus tres núcleos históricos (Altea, Altea La Vella y Bellaguarda) conservan en el trazado de sus calles los restos de las antiguas murallas, así como su arquitectura tradicional. El baluarte y recinto renacentista, declarado Bien de Interés Cultural, conserva el trazado fundacional de 1617, con algunas de sus puertas de acceso al recinto fortificado.
Su animada vida cultural y artística está marcada por su Facultad de Bellas Artes, por la programación del Palau de Altea y por eventos anuales como la Mostra de Artesanía o los ciclos de conciertos como la Ruta de les Ermites o la Semana de Música Barroca.
Altea se encuentra a los pies de la Sierra de Bèrnia, un imponente macizo de afilada cresta donde se asentaron los primeros pobladores prehistóricos del valle. Recorrer sus sendas supone adentrarse en un entorno con más de 6.000 años de historia. Durante siglos fue refugio de piratas y corsarios, pero tras la refundación de Altea su bahía se convirtió en un próspero enclave comercial. A finales del siglo XIX fue descubierta por el turismo y, desde entonces, es una parada ineludible en cualquier visita a la Costa Blanca alicantina.
Lo que atrae de Benissa es su diversidad: su cuidado casco antiguo es uno de los centros históricos medievales mejor conservados de la provincia, donde destaca la iglesia de la Puríssima Xiqueta, conocida popularmente como la catedral de la Marina. Su historia milenaria se traduce en un rico legado cultural y gastronómico, y en su zona costera, sorprende el Paseo Ecológico de Benissa que, a lo largo de cuatro kilómetros, supone un regalo paisajístico con abundante vegetación mediterránea, acantilados y pequeñas calas unidas entre sí. Su carácter festivo, con eventos como la Fira i Porrat de Sant Anton, las fiestas patronales en honor a la Puríssima Xiqueta o la de Moros y Cristianos completan una experiencia mediterránea para todos los públicos.
Asentado en las estribaciones de la Sierra Mariola y a 45 kilómetros de Alicante, encontramos un pueblo que fue un bastión estratégico en la defensa de los musulmanes en los límites de las conquistas de Aragón y Castilla. Una de sus señas de identidad es su majestuoso castillo de origen musulmán (del siglo XII), que se divisa desde la carretera: situado en un cerro rocoso a 750 metros de altitud, fue declarado Monumento Nacional en 1931.
Por su situación privilegiada, la montaña de Biar es otro de sus principales reclamos para realizar rutas de senderismo en las zonas de la Fontanella, el Reconco y Penya Tallá. Existen senderos de pequeño recorrido que pasan por estas zonas: PRV-155 Serra del Frare, PR-55 Serra de la Fontanella, el sendero Botánico del Reconco y el sendero Botánico del Fraile. Por Biar pasan también el Camino de Santiago, el Camino del Cid y varias vías verdes.
Este municipio eminentemente turístico está coronado por el Peñón de Ifach, símbolo de la Costa Blanca, que se alza en el Mediterráneo como roca calcárea. Unido a tierra por un estrecho istmo, es producto de un deslizamiento de la cercana Sierra de Oltà y constituye uno de los accidentes geográficos de mayor singularidad y belleza de todo el litoral. Es uno de los espacios naturales más visitados de la Comunidad Valenciana y punto de encuentro de submarinistas, escaladores y senderistas.
Pero más allá del Peñón de Ifach, Calpe atrae a infinidad de nacionalidades por sus playas de arena o por su casco antiguo, repleto de encantadores rincones como la Calle Puchalt, también llamada Calle de las Banderas, ya que sus escalones están pintados con los colores de la bandera de España. La Plaça de la Villa, el Torreó de la Peça, el Museo Arqueológico, la ermita de San Salvador o la de Nuestra Señora de las Nieves son otros de sus principales puntos de interés, así como sus restaurantes, que suman varios Soles Guía Repsol.
Basta un paseo por Guadalest para comprender por qué es uno de los lugares más bellos de la provincia. Considerado uno de los Pueblos más bonitos de España, Guadalest fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1974 y, en 2016, entró además en la Federación de los Pueblos más bonitos del mundo. Más recientemente, el Consell lo ha declarado Municipio Turístico de Singularidad. Está situado a escasos 20 kilómetros de Benidorm, por lo que, a pesar de ser un municipio de interior, su cercanía al Mediterráneo y a otros lugares de interés lo convierten en un destino imprescindible que conquista por su panorámica más reconocida: la que se puede fotografiar desde lo alto de su casco antiguo hacia su icónico embalse, que capta todas las tonalidades de azul en función de la época del año o de la climatología.
Otro de sus fotogénicos rincones es el propio Castell de Guadalest, una fortaleza del siglo XI, construida por los musulmanes, que se encuentra situada sobre la roca en la parte más elevada del municipio y que tuvo un papel muy importante a lo largo de la Edad Media y Moderna gracias a su situación estratégica. Sus pintorescos museos, las agradables terrazas de sus restaurantes o sus tiendas de artesanía completan un recorrido singular por este pueblo al que siempre apetece volver.
En la capital de la comarca de la Marina Alta se respira Mediterráneo en cada rincón. Como en el barrio Baix La Mar, surgido durante el siglo XVI entre las murallas del castillo y el puerto, donde se pueden contemplar edificios, plazas y callejuelas de espíritu marinero y pesquero. Allí se encuentra Els Magazinos, el mercado gastronómico y cultural de Dénia, que albergó las caballerizas reales de Felipe III, fue almacén portuario y de pasas, calle gremial o fábrica de juguetes de madera con licencia Disney.
Para descubrir la esencia de Dénia también hay que callejear por el Barrio Les Roques, de origen medieval, de camino al castillo para ver el atardecer. O rodear las murallas y dejarse sorprender por el túnel peatonal que fue refugio antiaéreo durante la Guerra Civil española. El mercado municipal también merece una visita para conocer los productos típicos, del mar y de la huerta, que empapan la cultura gastronómica de Dénia, que es Ciudad Creativa de la Gastronomía por la UNESCO. Visitar la lonja por la tarde, cuando llegan los barcos pesqueros, es otra de las paradas ineludibles
Dénia es famosa en la zona por sus restaurantes, por sus arroces, por la archiconocida gamba roja de Dénia, pero también por las cocas de la Marina, el espencat, el pulpo seco, el moscatel, los salazones o las pasas, que fueron su principal actividad económica durante más de un siglo. Sus más de 20 kilómetros de costa, con bellísimas zonas como Les Rotes, su Parque Natural del Montgó y sus rutas de senderismo son otros de los alicientes de este municipio que es el lugar idóneo para pasar varios días.
En primavera y verano es uno de los pueblos más deseados por turistas nacionales e internacionales, pero también por los locales que recorren sus recovecos puramente mediterráneos en temporada baja. La fotogénica y turquesa cala Granadella, El Portitxol, sus impresionantes miradores, el Cap de Sant Antoni y su faro, así como el de La Nao o la zona del puerto pesquero y su lonja, son algunos de los lugares que más atraen.
Pero Jávea es mucho más que su decena de kilómetros de costa: la Xàbia Histórica conserva su trazado medieval, un entramado de calles estrechas salpicadas de fachadas blancas, portales arqueados, ventanales góticos y enrejados de forja, siempre acompañados por la piedra tosca, tan representativa de la zona. Explorar la relación del pintor valenciano Joaquín Sorolla con la localidad o descubrir los riuraus son otras de las cosas que te sorprenderán cuando visites, sin prisas, este rincón alicantino al que muchos han llegado para quedarse a vivir.
Lo de La Vila Joiosa es amor a primera vista: marinero y alegre, este pueblo de la comarca de La Marina Baixa es una explosión de color. Su pintoresco casco antiguo, pegado al mar, es uno de sus principales reclamos, pero no el único. También lo son sus accesibles playas de arena, sus recónditas calas de rocas, sus tradicionales fábricas de chocolate, su espectacular Vilamuseu, las tradicionales fiestas de Moros y Cristianos o su gastronomía marinera, plasmada en restaurantes que han heredado la tradición pesquera de La Vila y que la llevan del mar a la mesa. Su apreciada lonja o su mercat central completan un viaje sensorial con esencia mediterránea por este pueblo singular, que es la quintaesencia del carácter mediterráneo.
Situado al sur de la Comunidad Valenciana, Orihuela es el término municipal más grande de la provincia de Alicante y el segundo de la Comunidad Valenciana. Destaca por su patrimonio cultural y natural, siendo su centro histórico, declarado histórico-artístico y monumental, el mayor exponente cultural.
También alberga multitud de tesoros como la obra de Diego Silva Velázquez La Tentación Santo Tomás y obras únicas del genial escultor Francisco Salzillo. Orihuela es, además, la ciudad natal de Miguel Hernández, lo cual se plasma en sus calles, donde se encuentran motivos de la vida y obra de uno de los poetas españoles más internacionales. Esta localidad alicantina cuenta con 16 kilómetros de costa con un privilegiado litoral, que alterna las playas arenosas con los acantilados, por lo que es uno de los principales destinos turísticos de la región.
Este encantador municipio, en los contrafuertes orientales del prebético valenciano, ocupa la zona central de la Marina Baixa. En su parte occidental encontramos el macizo del espectacular Ponoig: una sierra áspera y rocosa de empinadísimas pendientes, cubierta de largos canchales y formidables peñascos y paredes, que hará las delicias de amantes del senderismo y de la escalada. La umbría está poblada de pinares y carrascas, y mantiene una continuidad con la vecina sierra del Puig Campana. Visitar la plaza de los Chorros de Polop significa comprender su estrecha relación con el agua, que proviene de las fuentes del Garrofer y el Terrer, que bajan del barranco de Gulapdar. Polop está drenado por los barrancos del Salt y del Canet de Xirles, y el río Guadalest sirve de frontera entre Polop y Callosa d’en Sarrià.
Su castillo, uno de sus principales puntos de interés, se alza sobre un cerro desde el que domina la localidad. De origen musulmán, fue construido a principios del siglo XII como fortaleza con un importante valor estratégico en la región, pero, a causa de los conflictos de los que fue protagonista, fueron derribadas las construcciones de su interior, aprovechándose también sus materiales para la edificación de la vecina ermita.
Es un destino vacacional y familiar por excelencia, pero también lugar de residencia de muchos europeos que han encontrado aquí su particular paraíso mediterráneo. Este pueblo costero enamora por su tranquilidad y por sus playas: desde el Cap D’Or, que protege la bellísima playa del Portet, hasta Cala Llebeig, accesible por mar o por un sendero local, perfecta para la práctica de la pesca y el submarinismo.
En dirección a Moraira, encontramos la Cala Portitxol, apropiada para el buceo y la pesca. A los pies del castillo está la playa urbana y la más accesible: la de l’Ampolla. Continuando hacia el sur están Les Platgetes, dos pequeñas calas de aguas limpias que alternan zona de arena y de roca, y después, entre acantilados, la Cala l’Andragó. El litoral de Teulada-Moraira continúa hasta llegar a la Punta de l’Estrella, donde se ubica la Cala Cap Blanc, una pequeña cala rocosa poco concurrida.
Los amantes del patrimonio pueden visitar la Teulada gótica amurallada, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de conjunto histórico; el castillo de Moraira, del siglo XVIII, o la Torre vigía Cap d’Or, que data del siglo XVI. Un plan diferente puede ser disfrutar de alguno de los espectáculos que ofrece el Auditori Teulada Moraira, magnífico edificio contemporáneo con una extensa oferta cultural.
La capital de la comarca del Alto Vinalopó se encuentra al noroeste de la provincia de Alicante, en el cruce de caminos entre la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y la Región de Murcia. Esta singularidad condiciona muchos aspectos de la población local como el habla, la gastronomía o la economía. Villena se encuentra en un altiplano que combina características paisajísticas meseteñas y mediterráneas, con el río Vinalopó como eje vertebrador de la zona. Entre las abundantes montañas que la rodean destaca la Sierra de Salinas, al sur, con una altura máxima de 1.123 metros en el Pico de la Capilla.
Ya a lo lejos llama la atención su Castillo de la Atalaya, una espectacular fortaleza que fue construida por el Imperio Almohade a finales del siglo XII como refugio para la población musulmana. De esta época data la muralla interior y los dos primeros pisos de la torre del homenaje con sus imponentes bóvedas, únicas en los castillos de España junto con la fortaleza de Biar. Hay muchos más pueblos que merecerían estar en esta lista. Nos dejamos en el tintero Llíber, Benirrama y el resto de municipios de la Vall de la Gallinera, Sax o Nueva Tabarca, pero lo mejor de Alicante es que siempre hay una infinidad de motivos -y de pueblos- para volver.
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