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Incluso a quienes vivimos en Asturias nos sigue sorprendiendo que un sitio tan pequeño esconda tantas posibilidades para el abandono entendido en su mejor sentido: el que permite despejar la cabeza de cansancios y congojas cotidianas, y encadenar pequeñas satisfacciones en lo que vuela un fin de semana. Hay mil sitios entre estos valles y montañas que dejan la cabeza, el estómago y el ánimo despejados de pantallas, humo e insomnios. Es imposible elegir quince visitas sin menospreciar a otras tantas, pero aquí va una lista de imprescindibles, que resisten hasta el tópico más sobado. Obviamos las playas porque, en sí mismas, requieren otro artículo. Muchos, más bien:
¿Empezar por un museo? Perfecto. El Bellas Artes se sitúa junto a la plaza de la Catedral de Oviedo, en pleno Oviedo antiguo -como se conoce al casco de la capital-, así que sirve de parada antes o después del vermú, de la comida o de la cena. Es gratuito, lo cual siempre se agradece. El inmueble que lo integra ha ido creciendo con los años, añadiendo los edificios anejos y casas particulares que, sin embargo, han mantenido sus fachadas originales bajo un proyecto arquitectónico coordinado por Patxi Mangado. Dentro, la pinacoteca atesora obras de Goya, Picasso, Dalí o Miró, pero su oportunidad ineludible para el turista es descubrir a los grandes artistas asturianos y, a través de sus obras, la historia, el carácter y el sentir de esta tierra. Una recomendación personal: las salas dedicadas a José María Navascués, Evaristo Arce y Nicanor Piñole.
A veces la ingeniería se convierte en arte. La belleza del Salto y Central hidroeléctrica de Grandas de Salime -su nombre oficial- impone ya al atisbarla desde fuera. La obra supuso el aprovechamiento energético del río Navia en 1945 con una presa, un embalse y una central hidroeléctrica que quitan el hipo, un paisaje de contención frente a la agreste cordillera y la furia del agua. Esta espléndida arquitectura industrial la encabezaron un padre y un hijo, o Joaquín Vaquero Palacios y Joaquín Vaquero Turcios, también artistas, que elevaron la categoría de la infraestructura con bajorrelieves, murales y todo tipo de elementos decorativos, hasta el punto de olvidarte de que estás en las tripas de una descomunal máquina. La sala de turbinas, por ejemplo, es uno de sus espacios más destacados.
Un lujo: bajar a una mina real con mineros auténticos, recorrerla, sudar, escuchar las historias que encierra, sentir la oscuridad… extraer carbón y salir cubierto de él. El Pozo Sotón, propiedad de la empresa estatal Hunosa, ha sido reconvertido en una experiencia genuina. La visita larga dura entre cuatro y cinco horas; la corta, unas dos horas y media. Ataviado con el equipo completo y seguridad máxima, atravesarás galerías, vetas, raíles, goteras… Saldrás negro y te ducharás con la satisfacción de mineros. Este tipo de turismo cuenta con numerosos enclaves para ampliar tu recorrido: el Museo de la Minería y de la Industria (MUMI), el Ecomuseo Minero de del Valle de Samuño, el Museo de la Siderurgia (MUSI), el Poblado Minero de Bustiello, el Archivo Histórico de Hunosa o el Museo de la mina de Arnao, con su espectacular mina bajo el mar.
Al igual que con el patrimonio minero, puedes montarte tu propio itinerario por Asturias con su prehistoria. La primera parada, en Ribadesella: Tito Bustillo, un centro cuya estrella es su cueva del paleolítico, reconocida como Patrimonio Mundial de la UNESCO y que ofrece una visita impresionante de una hora, con arte rupestre del que se graba en la memoria. Puedes seguir en el Parque de la Prehistoria de Teverga o en el Museo del Jurásico (MUJA), en Colunga, perfecto para ir en familia con niños, y también en el Museo Arqueológico, en Oviedo, que igualmente comparte vocación didáctica con actividades para los más pequeños. Y si quieres más cuevas, prueba con El Buxu, cerca de Cangas de Onís, que también atesora pinturas del periodo Solutrense y Magdaleniense. Puedes avanzar en el tiempo con los numerosos castros o los antiguos asentamientos fortificados de antigüedad milenaria, convertidos hoy en interesantes visitas en muchos concejos. Por ejemplo, el Castro de Coaña.
Después de tantas instalaciones, lo mejor es salir al aire libre. Uno de los sitios que visitar en Asturias que reúne decenas de sendas y centenares de caleyas, pistas y caminos marcados por los que perderse de lo urbano y regresar al silencio. Entre los más famosos, la Senda del Oso, entre Teverga y Quirós, que invita a ir con niños, andando o en bicicleta, sin un esfuerzo exagerado. En total suma 29 kilómetros sobre una antigua vía de ferrocarril minero. Pero puedes probar también en la Ruta de las Xanas, otro clásico de apenas cuatro kilómetros, o en la preciosa Ruta del Cares, en el concejo de Cabrales. Y si lo que quieres es ver playas mientras caminas, tienes aquí para elegir hasta cansarte.
Si de verdad te gusta el turismo de naturaleza, no puedes irte sin haber reposado en Redes, el parque situado entre Caso y Sobrescobio de ambiente feérico. En esta Reserva de la Biosfera encontrarás poca gente, muchos caminos para perderte, paisajes que cambian a cada tramo, y un entorno de pueblos, vegetación y animales que parece intacto por el tiempo. Aunque no es, ni mucho menos, el único tesoro de este tipo. Aquí tienes más paisajes protegidos. Entre ellos, el Parque Natural de Somiedo, otra Reserva de la Biosfera, con 120 especies de aves y, por supuesto, el Parque Nacional de los Picos de Europa.
Continuar con los lagos Enol y Ercina, de origen glacial, es impepinable. Es uno de los folletos habituales de Asturias que merece la pena descubrir o volver a disfrutar usando lo menos posible el coche. Dispones de una Ruta de los Lagos para rodearlos y ampliar la impresión de este enclave de los Picos de Europa saliendo desde cualquiera de los dos aparcamientos habilitados para turistas. Si hay agua de deshielo, también podrás ver el Lago Bricial. Los ciclistas tienen este entorno como uno de sus favoritos, pues resulta exigente para las piernas y, a la vez, un bálsamo para los pulmones y la vista. No en vano, ha sido una etapa recurrente de la Vuelta a España. Un añadido: la visita al pueblo de Bulnes, en Cabrales, con su acceso por funicular. Aunque también puedes aprovechar para hacer la despampanante Ruta del Cares.
Tortugas, anémonas, peces cocodrilo, boas… El Bioparc Acuario de Gijón reúne flora y fauna en 60 acuarios de agua dulce y salada, con unas instalaciones modernas que incluyen actividades complementarias y un restaurante con vistas a ese mundo submarino. Si viajas con familia, los críos se lo pasarán pipa. Y los adultos con ellos, porque un sitio así atrapa a cualquiera. Una cifra lo dice todo: 4.500 animales de 410 especies distintas. Si te gusta el mar, puedes ampliar con el Museo Marítimo, sito en Luanco, que abre el abanico zoológico a las tradiciones, materiales, bibliografía e imágenes relacionados con la vida marinera.
Arquitectónicamente, es la única obra del brasileño Oscar Niemeyer en España, lo cual ya justifica acercarse a este diseño blanco, amarillo y serpenteante, con una gran plaza despejada en el centro. Culturalmente es uno de los sitios más entretenidos de Asturias para asistir a exposiciones, conciertos, teatro y demás actividades que organiza de forma continua. Está instalado en la ría de Avilés y ofrece una vista panorámica de la ciudad desde su extremo portuario. Cuando acabes la visita, cruza andando la pasarela que conecta con el centro urbano y pasea hasta el casco antiguo de Avilés, uno de los más bonitos de la región, donde además podrás sentarte a tomar un espléndido vermú en las numerosas terrazas que lo jalonan. No te vayas sin pasear Sabugo, el barrio de pescadores cuya historia se remonta a la Edad Media, con adoquines, casas añejas y buen ambiente para tomar sidra o encontrar dónde comer.
Una estampa bien distinta ofrece la antigua Universidad Laboral de Gijón, un espléndido ejemplo de arquitectura franquista construido entre 1946 y 1956 y cuyas dimensiones te harán torcer la cabeza hacia arriba. Este inmenso complejo ha sido reacondicionado como alojamiento para instalaciones culturales de todo tipo: desde la Escuela de Arte Dramático y el Conservatorio Profesional de Música y Danza, pasando por la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales o la sede de la Radiotelevisión del Principado de Asturias. Su teatro ofrece una programación con espectáculos internacionales y el aledaño LABoral Centro de Arte y Creación Industrial congrega a artistas y exposiciones de vanguardia.
Lo habitual es visitar primero la triada de Oviedo: Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo y San Julián de los Prados, junto a la Cámara Santa de la Catedral y la Fuente de Foncalada. Siempre es mejor disfrutarlos con una visita guiada por la amplia historia -y en ocasiones, confusa todavía para los expertos- que guardan detrás cada uno de esos edificios milenarios y que explican la ancestral monarquía asturiana. Pero el prerrománico se extiende por otros concejos con muchas paradas, cada cual con su particular personalidad: Santa Cristina de Lena, una ermita con singular estructura y que dejó “extasiado” a Gaspar Melchor de Jovellanos, o San Pedru Nora, en Las Regueras, donde también se constata ese particular ambiente, enclaustrado y místico, de este tipo de templos.
¿Algo distinto, un poco de velocidad? Solo recorriendo la carrera profesional del bicampeón del mundo de Fórmula 1 por el museo, que recoge sus hitos, coches, cascos, trajes, trofeos y demás memorabilia desde su infancia hasta la actualidad, ya dan ganas de sentarse en un kart y lanzarse por uno de los mejores circuitos de Europa. Ha sido diseñado al gusto del piloto, con reproducciones de sus curvas favoritas: “Las eses de Suzuka, la chicane de Parma, la última curva de Valencia y la primera del Jarama”. Este divertimento acelerado, sito en Llanera, añade una escuela de conducción, un calendario con eventos y, muy cerca, el campo de golf de La Morgal, por si quieres cambiar de deporte.
Es uno de los concejos que primero apostaron por el turismo rural y, también, uno de los que mantienen una magia especial, pues Taramundi solo se parece a Taramundi. Situado en el boscoso interior que linda con Galicia, es famoso por su herrería de navajas, cuyo origen y sabiduría recoge el Museo de la Cuchillería. Pero este pueblo, declarado Zona de Interés Artesanal, es sobre todo un hermoso refugio de naturaleza donde el agua ha cumplido una función milenaria para sus habitantes, como se puede constatar en el bonito Conjunto Etnográfico de Teixois, un caserío tradicional lleno de ingenios hidráulicos. El concejo dispone de área para autocaravanas, abundantes alojamientos pintorescos, una quesería visitable, el yacimiento arqueológico de Os Castros, el Museo Etnográfico de Esquíos y el Centro de Artesanía de Bres, que sirve de centro para artesanos y también de exposición y venta.
Sí, en efecto: incluye un homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente. Ese homenaje es, de hecho, la última parte de un centro de interpretación dedicado a uno de los animales -todavía- más controvertidos del paisaje asturiano, o más bien, a “la relación entre dos grandes depredadores condenados a entenderse”. Situada en Belmonte de Miranda, la Casa del Lobo contiene otra sorpresa: recorrer la Ruta de la Castañal, o Senda del Lobo, hasta llegar al cercado en el que han vivido tres lobos ibéricos.
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