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El primer automóvil que llegó hasta el pueblo de Fuendetodos era propiedad de un pintor. ¡No podía ser de otra manera! Era Ignacio Zuloaga y corría el año 1903. El artista vasco recorrió los caminos y carreteras pedregosas de aquella época con una única idea: conocer el pueblo donde había nacido Goya para tratar de descubrir la casa donde vino al mundo el autor aragonés que tanto le fascinaba.
No le debió resultar tarea fácil, ya que hasta 1913 no confirmó cuál era el inmueble concreto. Pero lo logró. Y no sólo eso. Decidió comprárselo a una descendiente lejana del pintor aragonés, con la idea de restaurar la vivienda y mostrarla a los amantes del arte. Aún hizo más. En 1917 programó una especie de viaje de prensa para difundir las raíces goyescas. Organizó, junto a otros artistas como Manuel de Falla, un auténtico evento para que los periodistas del momento proclamaran a los cuatro vientos dónde y cómo había surgido Francisco de Goya.
Visto con perspectiva aquella campaña hay que considerarla un éxito. A día de hoy, en Fuendetodos viven más o menos un centenar de habitantes, pero reciben hasta 20.000 visitantes al año. Y sin duda, la inmensa mayoría llegan con el propósito de contemplar el lugar donde nació el sordo más famoso de la pintura española, cuyo recuerdo y homenaje baña cualquier rincón de la localidad zaragozana.
José de Goya, padre del pintor, pertenecía a una familia asentada desde hace generaciones en la ciudad de Zaragoza. Mientras que la madre del artista, Gracia Lucientes, descendía de una familia de labriegos con propiedades en Fuendetodos. Ella había nacido aquí y, aunque el matrimonio residía en la capital maña donde ya habían tenido hijos, lo cierto es que sentía mucho apego a su pueblo. Así que a finales del invierno de 1746, pese al avanzado embarazo de Gracia, se dio la coyuntura perfecta para tener que regresar a sus orígenes.
La familia debía acometer unas obras en su casa zaragozana, así que emprendieron viaje a Fuendetodos para acomodarse allí una temporada. Y fue entonces, en marzo de 1746 cuando nació un niño que bautizaron en la iglesia local con el nombre de Francisco José de Paula. Era el cuarto hijo de la pareja y con un origen tan humilde nadie hubiera pensado que ahí había nacido un niño destinado a convertirse en figura incontestable de la Historia del Arte.
Hoy la vivienda en cuestión está prácticamente vacía, salvo la zona del hogar, pero incluso así recrea a la perfección una casa rural de mediados del siglo XVIII. Si bien lo que hoy se visita es fruto de dos restauraciones. La inicial se hizo en las primeras décadas del XX. Y la segunda, tras la destrucción que sufrió con los bombardeos de la Guerra Civil Española, extraordinariamente devastadora en esta comarca donde se halla la vecina población de Belchite.
La Guerra Civil no solo alcanzó la casa natal del pintor. Afectaría a otras viviendas del pueblo e incluso las bombas asolaron la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. El mismo templo donde fue bautizado el bebé Goya y donde siendo un adolescente realizó su primera obra conocida: la decoración del armario de reliquias de la parroquia. Pero obviamente los proyectiles no saben de arte y aquel tesoro pictórico ardió.
Por fortuna, la calidad de la obra hizo que fuera fotografiada antes de la contienda. Y gracias a esa imagen tomada en blanco y negro, en fechas recientes se ha realizado un singular facsímil a escala 1:1 de la primera pintura de Goya. Utilizando los últimos avances tecnológicos se han conseguido convertir los grises de la foto en los tonos de color que usaría ese joven en las puertas del armario y en la pared que lo rodeada, donde ideó un trampantojo pintado para simular unos pomposos cortinajes.
Ahora se puede apreciar cómo sería aquel primer encargo de su larga trayectoria creativa. Y los expertos aseguran que el trabajo de aquel muchacho de unos 16 años ya apuntaba trazas de maestro. Incluso los no versados en el arte de Goya intuimos en los rostros de la escena religiosa ciertas expresiones que luego aparecerán en pinturas que decoran iglesias como la Basílica del Pilar del Zaragoza o cuelgan en museos como El Prado de Madrid.
Hay más arte de Goya en su pueblo. En el Museo del Grabado se exponen varias decenas de sus estampas. Están representados aguafuertes de sus cuatro series de grabados más célebres y representativos. Es decir, de Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra, La Tauromaquia y Los Disparates. Una selección donde aparecen algunas imágenes que ya son iconos que todos identificamos inmediatamente con el pintor como su carismático El sueño de la razón produce monstruos o el leonardesco Modo de volar.
Pero no todos los grabados que se ven en Fuendetodos llevan la firma de su hijo predilecto. De nuevo hay que recordar a Ignacio Zuloaga, quién no solo compró la casa natal del artista, también promovió la creación de las escuelas a su lado. Y ese edificio ahora es una sala de exposiciones temporales con su nombre y por la que han desfilado desde hace décadas las obras gráficas de artistas como Picasso, Miró, Miquel Barceló, Eduardo Chillida,… además de las imágenes concebidas por Günter Grass o John Berger, literatos de nivel y aprendices de grabador en sus ratos libres.
Es evidente que todo en Fuendetodos queda protegido por el gigante Goya. Su figura es el reclamo y a partir de ahí el visitante descubre más. Por ejemplo, al pasear por las calles de Fuendetodos, los forasteros se topan con escudos heráldicos de sabor añejo, con casonas de piedra recuperadas con buen gusto, con neveros cónicos que evocan la importante industria del hielo que hubo en el lugar, con la “iglesia hundida” que empezó a arruinarse conforme se construía el templo de la Asunción, o con los restos de viejo castillo árabe que están pendientes de un deseable reacondicionamiento.
Pero no todo el patrimonio del lugar viaja al pasado. También se respira una apuesta por el presente y el futuro. Sus calles han hecho un hueco al arte más actual en el que caben distintas estéticas y modos de ver el mundo, todo ello materializado en pinturas murales contemporáneas que se integran a la perfección en el aspecto envejecido del caserío.
El street art ha tomado Fuendetodos en los últimos años. Es un patrimonio visual que crece cada año con una nueva convocatoria a la que acuden muralistas de renombre que quieren estampar su firma próxima a la de Goya. ¡Casi nada! Así que diseñan composiciones en exclusiva para determinada puerta, tapia o fachada que ceden los vecinos. Ahí puede surgir la reinterpretación de un cartón dieciochesco, la visión naif de las costumbres del lugar o el homenaje a una vecina.
Si Goya usó los grabados para mostrar valores humanos y airear críticas a su sociedad, también hay algo de esto en ciertos murales. E incluso también poseen su valor como crónica de actualidad, porque no faltan las imágenes que plasman ese momento dramático y pandémico que aún tenemos tan reciente. En definitiva, que el fuendetodino más ilustre de todos los tiempos es muy posible que estuviera feliz con la iniciativa artística que está desarrollando su pueblo.
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