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El imponente castillo de Morella.

10 lugares qué ver en Morella

Una joya donde el medievo persiste

22/02/2022 –

Actualizado: 27/09/2024

Fotografía: Eva Máñez

Quien no haya oído hablar nunca de Morella es porque vive en otra galaxia. Situada en lo alto de una montaña y coronada por un castillo, marca un perfil imponente en la parte más septentrional de la Comunidad Valenciana. Escenario de encrucijadas, fue una importante plaza medieval durante la vigencia de la Corona de Aragón y experimentó episodios históricos notables, creando una serie de monumentos y edificios destacados en el recorrido establecido para saber qué ver en Morella.
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Territorio ganadero y con un importante pasado textil, en las últimas dos décadas ha hecho una apuesta decidida por el turismo. Recursos patrimoniales no le faltan. El empuje de sus vecinos y unos procesos de rehabilitación que combinan el respeto por lo genuino con lo contemporáneo han hecho el resto. En esta pequeña joya entre montañas, perderse por sus calles o coronar su castillo es revivir la historia en carne propia.

1. El Mirador de la CV-12

Morella forma parte del selecto club de los Pueblos más bonitos de España desde el año 2013. Este mismo año, además, la Organización Mundial del Turismo la ha incluido en su listado de los 44 mejores pueblos turísticos del planeta. Motivos no le faltan: a su riqueza patrimonial se une un entramado urbano medieval prácticamente intacto.

Mirador Morella
La panorámica del Morella desde el mirador de la carretera seduce a quien la contempla.

En cualquier caso, a Morella hay que admirarla por su interior, pero también por su silueta. Por eso, antes de adentrarnos en sus entrañas, merece la pena hacer una parada en el mirador situado en la carretera CV-12 desde donde se obtiene una panorámica perfecta de la ciudad, con sus casi dos kilómetros de muralla, dieciséis torres y seis portales que delimitan un casco urbano sobre el cual, imponente, se alzan los restos del castillo. En días soleados, y también en los nublados, su belleza es sobrecogedora.

2. Las Torres de Sant Miquel

Metámonos de lleno en harina. O lo que es lo mismo, atravesemos sus murallas. Debemos hacerlo por las Torres de Sant Miquel que, además, son visitables para el público. Es importante reseñar que la circulación de vehículos a motor está -acertadamente- vetada en el núcleo urbano, pero el visitante dispone de una zona de aparcamiento en la Alameda.

Puerta de la Nevera Morella
Para quienes aparquen en la Alameda, el lugar natural de acceso es la Puerta de la Nevera

Con el vehículo ya estacionado, lo mejor que puede hacer el recién llegado es dejarse llevar por sus calles empedradas. Las ya mencionadas Torres de Sant Miquel son un buen punto de inicio. Desde aquí, el visitante se adentra hacia la espina dorsal de la ciudad, donde le aguarda el vetusto ayuntamiento, un edificio gótico que cuenta con el premio de restauración Europa Nostra.

Casco antiguo Morella
Las calles empinadas en el casco antiguo son una constante.

Una vez alcanzado el inmueble, ha de seguir su ruta hacia la calle Blasco de Alagón, seguramente la más reconocible de la ciudad. Compuesta por decenas de soportales medievales, sus bajos han sido colonizados por tiendas, bares y restaurantes que nos animan no solo a transitar, sino también a comprar recuerdos o devorar alguna de las delicias que, en forma de repostería, embutidos o quesería, los morellanos ponen a nuestro alcance.

Tiendas Morella
Calles como Mare de Deu acogen comercios de toda índole en la actualidad.

3. La Pla de l’Estudi

Superada la calle Blasco de Alagón, el paseo desemboca en el Pla de l’Estudi, seguramente uno de los lugares más fotografiados del municipio. Abierta por su parte meridional a un espectacular paisaje -no dejéis de asomaros a su mirador-, la sencillez de sus fachadas blancas, salpicadas de balcones de madera, resulta hipnótica. Cuentan que en una de estas viviendas se impartió -desde el siglo XV hasta el XIX- Humanidades y Latinidades, y de ahí su nombre. Un reloj de sol, obra del escultor y artista morellano Joan Valle, nos indicará las horas si a estas alturas del periplo ya hemos perdido la noción del tiempo.

Ruta por Morella. Pla de l’Estudi
La Pla de l’Estudi, una parada imprescindible. Foto: Agefotostock

4. Basílica de Santa María

Todavía en el casco urbano, y antes de dirigirnos al castillo, son varios los monumentos que no deberíamos dejar de visitar porque este municipio, que cuenta alrededor de 2.300 habitantes, tiene un patrimonio arquitectónico que nos habla de la importancia histórica que tuvo en el pasado. Su iglesia arciprestal, con sus imponentes puertas de los Apóstoles y las Vírgenes, es una parada obligatoria.

Iglesia arciprestal Morella
La iglesia arciprestal es uno de los iconos arquitectónicos de la localidad.

En su interior destaca el coro -que desafía las leyes de la arquitectura con su bóveda-, unido a cuatro pilares del templo, y una escalera enroscada magistralmente a uno de ellos. Los amantes de la música, además, no deberían pasar la oportunidad de admirar su órgano de 3.963 tubos, considerado uno de los mejores de España.

Coro iglesia Morella
La unión del coro a los pilares de la iglesia es una de las peculiaridades más interesantes.

Desde aquí deberemos dirigirnos hacia el convento de Sant Francesc, que en el futuro formará parte de un parador nacional. Su claustro conserva toda la belleza del gótico, si bien es el fresco, situado en una de sus capillas, el elemento más característico. En la pintura de la Danza de la Muerte se unen personajes de todos los estamentos sociales para recordar que, más allá de las clases sociales, todos tenemos un mismo destino. Pintado en el siglo XV, está considerado como una de las pinturas más antiguas del arte macabro español.

Convento Sant Francesc Morella
El convento de Sant Francesc formará parte del futuro parador nacional.

5. El Castillo de Morella

En este punto corresponde coger aire. Ha llegado el momento de subir al castillo. Situado a 1.070 metros de altitud, el visitante hará bien en recargar energía antes de tomar tan importante plaza. El esfuerzo, sin embargo, merece la pena. Considerada una de las fortalezas más importantes del Mediterráneo, punto de control en el tránsito entre interior y costa, se levantó aprovechando la piedra natural de la muela. Aunque se tiene constancia de la presencia humana desde el Neolítico, es a partir de la conquista cristiana -en el siglo XIV- cuando se alzan los muros actuales. Hoy podemos asomarnos a ellos para observar el enjambre de tejados rojizos bajo nuestros pies y tener, además, una panorámica excelente de los dominios de los reyes medievales.

Castillo Morella
La ubicación del castillo sobre la muela le otorgaba una visión privilegiada del tránsito por la comarca.

Por este recinto, según cuentan, pasearon el Papa Luna, San Vicente Ferrer, o el general carlista Cabrera, quién convirtió Morella en su particular fortín. Sobre las vicisitudes de este lugar podemos aprender esto y mucho más en el Palacio del Gobernador, construido aprovechando una gran cueva del castillo.

6. El Museo de los dinosaurios

Los amantes de los dinosaurios tienen una magnífica razón para visitar Morella. De hecho, la capital de la comarca de Els Ports es una referencia obligada para quienes se dedican al estudio de aquellos animales gigantescos. Las tierras arcillosas han permitido custodiar en buen estado los restos de dinosaurios dispersos por su territorio. De entre sus entrañas, y en sucesivas campañas de excavación, han surgido huesos de Iguanodon, terópodos carnívoros, herbívoros y dinosaurios acorazados. Incluso existe una especie de dinosaurio que vivió por estas latitudes hace 130 millones de años que recibe el nombre de Morelladon beltrani.

Morella. Museo Dinosaurios
Los amantes de los dinosaurios tienen una magnífica razón para visitar Morella. Foto: Museo del Tiempo de Dinosaurios

Para poder tener una panorámica de su riqueza, quien tenga curiosidad hará bien en visitar el Museo Tiempo de Dinosaurios. A través de la geología y la paleontología, pequeños y mayores se adentran en la historia de la Tierra.

7. Saltapins, un parque multiaventura

Si viajamos en familia, Morella ofrece una amplia variedad de actividades para hacer con los más pequeños de la casa. Desde paseos guiados a caballo a scape rooms por dentro de la ciudad. Pero si hay una opción que se lleva la palma es Saltapins, un parque multiaventura situado a cuatro kilómetros del casco urbano.

Ruta Morella. Saltapins
Saltapins es un parque multiaventura situado a cuatro kilómetros del casco urbano. Foto: Saltapins

Tirolinas de más de 100 metros, puentes tibetanos, pasarelas a vista de ardilla y estribos colgantes subirán la adrenalina de niños y adultos en esta actividad no apta para quienes tienen miedo a las alturas. No hay que olvidar, en caso de visitarlo durante el verano, que en el mismo recinto podremos darnos un chapuzón. Por cierto, Saltapins se encuentra en la Fábrica de Giner, un complejo industrial que cerró sus puertas hace un siglo, pero que nos habla del esplendor textil de esta zona.

8. El arte rupestre del Arco Mediterráneo

El norte de la Comunidad Valenciana es rico en arte rupestre. De hecho, la UNESCO declaró el arte rupestre del Arco Mediterráneo Patrimonio de la Humanidad el año 1998. El término municipal de Morella dispone de hasta seis abrigos donde se han encontrado figuras realizadas por quiénes poblaron estas tierras hace milenos.

Morella. Arte rupestre
La UNESCO declaró el arte rupestre del Arco Mediterráneo Patrimonio de la Humanidad el año 1998. Foto: Turismo de Morella

De estos seis abrigos, dos son visitables (la galería alta y la galería “del roure” -roble). Situados a seis kilómetros del casco urbano, el visitante puede contemplar escenas de caza y de la vida guerrera. Halladas e identificadas el año 1917, la mejor -y única- manera de verlas en primera persona es a través de las visitas guiadas, que han de concertarse en la oficina de turismo de Morella. Antes de recorrer las grutas, es recomendable pasar por el centro de interpretación situado en la masía conocida como ‘Morella la Vella’, en la carretera CV-117 en dirección a Xiva.

9. Trufa, ‘flaó’ y croquetas morellanas

De entre las mil y unas razones que existen para visitar Morella, una de ellas es el buen comer. Porque en este territorio, de inviernos fríos y rigor climático, saben lo que es alimentarse bien. Las carnes, en muchas ocasiones procedentes de animales que han pastado por sus montañas, son uno de los must del lugar: a la brasa, guisada, rellena, trufada -¡atención al buen juego que le saben dar a este hongo, alrededor del cual incluso se organiza un festival literario!-, horneada, en conserva… Tampoco deberíamos pasar por alto, como aperitivo, las croquetas morellanas, con su peculiar forma triangular y unos cortes de esa cecina que pide a gritos ser devorada.

Trufa Morella
La trufa, el herbero o las singulares croquetas son algunas de las joyas gastronómicas.

En el apartado de los dulces, la cuajada es uno de los postres típicos. Los más glotones harán bien en guardarse un poco de apetito para un flaó, un dulce con forma de pastel en cuyo interior se mezcla requesón y almendra. Para mojarlo todo en el paladar podemos optar por un calmant o un herbero.

Flaons
Aunque, sin duda, el paladar busca con deleitarse con los típicos 'flaóns'

10. La fiesta “El Anunci”

Imagínate un municipio de calles estrechas cerradas al tráfico que guarda todavía el encanto de lo antiguo. E imagínate esas mismas calles inundadas con sesenta toneladas de confeti multicolor utilizado como arma arrojadiza entre vecinos y visitantes. Esta batalla cromática, conocida como el Anunci (“anuncio”, en valenciano), se celebra cada seis años en Morella y se ha convertido en una de las celebraciones más emblemáticas de la Comunidad Valenciana. Por algo tiene desde 2012 el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Todo aquel que lo prueba, quiere repetir.

Anunci Morella
El 'Anunci' es la fiesta más popular entre los vecinos de Morella.

A primera vista, nadie diría que una fiesta tan colorista y vitalista como esta esté vinculada a la peste y a una virgen. Pero es así. El año 1673 las autoridades civiles de esta ciudad juraron un voto a la Virgen de Vallivana por haberlos librado de la plaga de peste de 1672. El voto consistía en celebrar un novenario cada seis años -de ahí el nombre de Sexenni- durante la segunda quincena de agosto. A modo de agradecimiento, los morellanos, que durante todo un año le han dedicado centenares de horas, engalanan sus calles con vistosos tapices realizados con finísimo papel rizado hasta convertir sus calles en un mosaico multicolor. Y no solo eso, a lo largo de los nueve días de celebraciones se ponen en escena danzas antiquísimas.

Sexenni Morella
Los balcones y plazas del centro del pueblo se visten de gala para la ocasión.

Un año antes del Sexenni -y, por tanto, también cada seis años- se celebra el Anunci que, como su nombre indica, es el pistoletazo de salida al año sexenal. Se celebra de forma invariable el cuarto domingo del mes de agosto y tiene lugar un desfile de carrozas desde el que se lancen los miles de quilos que, en unas pocas horas, inundan las calles de color. Dicen quienes viven allí que un año después siguen barriendo confeti de sus casas. El próximo Anunci, por cierto, está previsto para el 27 de agosto de 2023.

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