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Muy cerca del aeropuerto de Oviedo y también de Avilés, enclavado en la zona costera central asturiana, está Salinas. Es una de las zonas más turísticas de Asturias, pero, a la vez, más tranquilas en temporada baja. Su largo paseo marítimo, su ambiente surfero y su entorno te enamorarán. Aunque no hagas surf, esta localidad es ese destino que estabas buscando. Por eso te proponemos estos planes para que exprimas al máximo tu escapada.
En Salinas está la primera escuela de surf que hubo en Asturias: se llama El Pez Escorpión y Carlos Meana fue su creador, allá por 1990. Más de 30 años después siguen enseñando esta disciplina. “Ya tenemos a la segunda generación de surfistas”, explica orgulloso Meana a Guía Repsol. Su temporada alta es del 15 de junio al 15 de septiembre, pero ofrecen clases tanto en grupo como individuales durante casi todo el año y para todas las edades: “desde niños de cuatro años, que tienen su primer contacto con el deporte, a gente de 60 o 70 años”.
Desde 2012, además, funciona como alojamiento: su surf house en forma de albergue también fue una de las pioneras en la zona. Tienen cuatro habitaciones con 17 plazas y su objetivo es poner en valor el encuentro entre gente que llega a Salinas buscando un vínculo con el surf, un espacio donde dormir o descansar y, además, conocer gente y compartir conocimientos.
Carlos Meana es, además, propietario de la tienda de surf y skate Never Stop de Avilés, que abrió en 1989. Se nota que viene del mundo del deporte: su padre fue socorrista en la playa de Salinas y todos sus hermanos y él también lo fueron. “Mi vínculo con el mar existe desde que tengo uso de razón”, nos confiesa.
Su compromiso va mucho más allá de enseñar un deporte y relacionarse con el mar, lo suyo no es solo ocio. Su discurso en torno a la educación, la cultura o la sostenibilidad cala. “Estamos aquí para dejar un pequeño legado, para que la gente conozca el deporte, el medio natural… y para que lo cuiden, ya que los amantes del surf disfrutamos de un deporte muy vinculado al medio ambiente. Es importantísimo que despertemos esa sensibilidad; cuando seamos conscientes de qué consumimos y cómo lo consumimos, podremos revertir la situación”.
¡El surf da mucha hambre! Siguiente parada: ‘The Pantry by Éleonore’, la pastelería más bonita de Salinas, que ocupa un local en tonos pastel muy cerca del mar. “Todo surgió porque queríamos crear un obrador para hacer nuestro propio pan para el restaurante y una pastelería más gastronómica”. Cristina Arias Sopeña y Guillermo González son también los propietarios de ‘Éleonore’, el restaurante aledaño que también llama la atención por sus grandes ventanales con vistas al Cantábrico y su exquisita decoración.
Esta pareja de asturianos tiene un buen gusto muy particular, influido por la luz del Cantábrico, la filosofía de vida australiana o sus viajes por el mundo. Cristina vivió dos años en Italia y Guillermo uno en Estados Unidos. Ahora, dos meses al año se dedican a viajar.
En ‘The Pantry’ podrás encontrar buen pan -de hogaza o baguettes- o maravillosos croissants -sí, es uno de esos pocos sitios-, kouglof, éclairs y otras deliciosas elaboraciones inspiradas en la pastelería francesa, pero también postres de su restaurante ‘Éleonore’ o el brioche hojaldrado que utilizan para elaborar su steak tartar.
Abrieron en octubre de 2021, pero ya son una referencia en la zona. En su tienda también podrás comprar mermeladas, mieles o polen que elaboran productores asturianos, así como delicias que hacen ellos mismos, como la granola, el dulce de leche, los pralinés y las cremas de avellanas o cacahuete.
En ese espacio, que llaman la despensa de Éleonore, venden otros productos gourmet seleccionados como pescados ahumados de una marca barcelonesa, cervezas artesanas, chocolate Pancracio, referencias de una marca sueca de productos veganos y sin gluten ni azúcar refinado, productos para perros de Ávila, preciosas libretas de una marca de papelería americana o los famosos moscovitas de Oviedo. Su inquietud y sensibilidad por la belleza se plasman en cada rincón de ‘The Pantry’, que es una de las visitas obligadas en Salinas.
Bonus track: el mejor plan estival para golosos es ir a ‘The Pantry’, elegir mientras te dejas llevar por el amor a primera vista y llevarte una de sus preciosas cajas rosas a la playa llena de manjares para hacer un pícnic. ¿Te apuntas?
Las fotogénicas pasarelas de madera te guiarán: este largo paseo es una especie de meditación al lado del mar, pero rodeado de la vegetación propia del lugar como el barrón, el nardo marino, el cardo de mar y la solandela o arbustos como madroños, aligustres y laureles.
La inmensa playa de Salinas está unida a la playa de San Juan de Nieva y entre ambas alcanzan una longitud de casi tres kilómetros. En este recorrido podrás encontrar el sistema Dunar del Espartal, el más extenso de Asturias y declarado Monumento Natural en 2006. Aquí, las dunas constituyen un medio capaz de soportar una cobertura de vegetación más densa, variada y compleja que las playas al no verse afectadas por el oleaje del mar y porque reciben continuos aportes de arena gracias al viento.
A través de las pasarelas, que se han creado para no dañar el ecosistema, llegarás a la playa de arena blanca de San Juan de Nieva, un bello arenal que combina un oleaje entre fuerte y moderado en la que puedes practicar surf y otros deportes acuáticos.
Una de las terrazas más agradables del paseo marítimo es la del ‘Ewan’: allí, podrás pasar unas horas desde el desayuno hasta la cena… ¡y tomarte una copa o un rico y veraniego cóctel de aperitivo! También venden repostería de ‘The Pantry by Éleonore’. Su bizcocho de plátano, por ejemplo, es una de nuestras perdiciones. Además, es uno de esos lugares de Salinas perfectos para ir con niños.
‘Ewan’ está ubicado al principio del paseo marítimo -o al final, en función de dónde empieces tu caminata-, ya muy cerca del ‘Real Balneario de Salinas’, nuestra próxima parada.
Si hay un restaurante imprescindible en Salinas, ese es el ‘Real Balneario de Salinas’ (2 Soles Guía Repsol). Sentarte en su comedor con amplísimos ventanales es un deleite, porque el festín gastronómico inspirado en el Cantábrico tiene lugar en las mesas de este antiguo chalet de 1916 que está justo frente a la playa. Las vistas al mar y su acogedora decoración, elegante pero moderna, con manteles de lino y mobiliario de madera, hacen el resto.
Al frente del ‘Real Balneario de Salinas’ está el cocinero Isaac Loya, aunque fue su padre quien comenzó el proyecto en 1991. “Siempre hemos trabajado una cocina marinera con identidad propia que respeta el producto: seguimos cocinando esos platos que vienen de mi familia, pero actualizados”, explica Loya.
Todos los días encontrarás en su propuesta una decena de pescados diferentes, que van cambiando a capricho del mar, y media docena de mariscos: percebes, centollo, bogavante, langosta, sardina, bonito, merluza, lubina, virrey, salmonete, mero, rodaballo, golondro… El ‘Real Balneario de Salinas’, que vive por y para el Cantábrico, es uno de los mejores embajadores gastronómicos de la Asturias costera.
Además, ofrecen tres menús degustación: uno de cuatro platos -que funciona como menú del día-, otro de siete y su gran menú, el más largo, de 14 pases, en el que solo encontrarás productos del mar Cantábrico. Su amplísima bodega, con más de 1.000 referencias, también sorprenderá a los paladares más sibaritas: tienen verticales de las grandes marcas del mundo y añadas históricas casi imposibles de encontrar en otros lugares.
En la calle Pablo Laloux encontrarás este skatepark de más de 1.300 metros cuadrados que Salinas ha estrenado recientemente y que tiene una historia detrás, ya que está inspirado en el vídeo que los skaters Danny León, Ryan Sheckler, Alex Sorgente y Zion Wright protagonizaron patinando en el interior de un tramo de torre eólica. Aquí podrás practicar diferentes modalidades de skate: street, park, surf y carvin.
Si buscas un ambiente desenfadado y tienes ganas de disfrutar de la atmósfera magnética de Salinas, es por aquí. No puedes irte de este rincón asturiano sin pasarte por ‘La Luna’.
¿Lo mejor? Cierra muy pocas horas al día, así que da igual cuándo vayas, porque casi siempre lo encontrarás abierto para tomar un café o una cerveza en su césped, para charlar con locales en sus bancos de madera y, sobre todo, para fluir, igual que hace el mar Cantábrico justo frente a ti.
Para algunos es un pub, para otros un bar, pero ‘La Luna’ es realmente un ecléctico punto de encuentro y de reuniones improvisadas donde brindar, escuchar música en directo… y ver puestas de sol con olor a salitre.
Este restaurante-boutique es una joya frente al Cantábrico con cristaleras con vistas 180 º a la bahía, donde la estética prima en un espacio decorado con mimo.
La cocina también es una obra de arte. ‘Éleonore’ (1 Sol Guía Repsol) está dirigido por Cristina Arias Sopeña, Carlos Álvarez y un multicultural equipo de cocina con Guillermo González en la sala. Delicados mármoles de tamaño grande, terciopelo y una cuidada lista de reproducción musical convierten esta experiencia gastronómica en un deleite sensorial.
¿Por qué ‘Éleonore’? “En Arnáu, al final de Salinas, hay una mina subterránea, la única de Europa, que además es visitable. En el siglo XIX trajeron la primera locomotora de vapor de España y la mujer del ingeniero jefe se llamaba Éleonore: así es como se llama ahora toda esta ruta, que va por el paseo marítimo de Salinas”. Aquí, en el paseo al lado del mar, es donde está precisamente este restaurante, que ofrece tres menús degustación: Éleonore, Olivia y Allegra.
Sus platos van variando, pero encontrarás creaciones como su centolla del Cantábrico con huevo, su gamba a baja temperatura con horchata de avellanas y amarantos emulsionados en aceite, un steak tartar de solomillo de ternera I.G.P. Ternera de Asturias con mermelada de alcaparras y mantequilla de pimienta rosa o postres como su famoso Limón, que también venden en 'The Pantry by Éleonore', su propia pastelería.
El ‘Bar La Luna’ es precisamente uno de esos lugares idóneos para ver la puesta de sol en Salinas, pero también lo son el mirador del Museo de Anclas, el de los Cuatro Vientos… o cualquier punto del paseo marítimo, de la playa o de las pasarelas entre dunas. ¡Déjate llevar! Lo importante es que no te pierdas el atardecer.
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