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En los abismos del confinamiento, el viaje, tal y como lo recordábamos, aparece en nuestro imaginario como quimera o como horizonte (aún) demasiado lejano. Sin embargo, en este regreso a Ítaca doméstico, buscamos en nuestras sensaciones o recuerdos las coordenadas que nos guíen a nuestro próximo destino. Recuerda: "justo encima había un mar, justo abajo había un león". Palabra de Melendi.
Con la vista puesta en la inmensidad del bosque de roble, en los lagos glaciares, los ríos celtas y los dominios del oso pardo viajamos al suroccidente o la Asturias más profunda. Desde el Navia hasta Somiedo, buscamos en este territorio, siempre lejano y siempre aislado, algunos de los paisajes más puros y agrestes de la Cordillera Cantábrica.
En el valle del río Navia, la niebla se propaga entre los cañones profundos, las laderas de pizarra y los montes verdes que albergan vestigios celtas como el castro de Chao San Martín o de Coaña y aldeas con aires mitológicos como Illano, Argul o Serandinas. Al abrirse, descubre embalses como el de Arbón, donde el silencio es la única banda sonora en este refugio solitario y salvaje. Imagínate explorar este entorno en kayak o canoa. Tranquilo, todo llegará.
Ahora, rumbo este, nos sumergimos en un océano de robledal y hayedo que se ha apoderado de los riscos afilados para regalarnos esta estampa montaraz con nombre propio: el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias (48 hectáreas). En la mayor área protegida del Principado de Asturias se guarda con celo (solo pueden acceder 20 personas al día) el bosque de Muniellos como uno de los robledales mejor conservados de Europa. Un paseo aquí se puede convertir en una aventura sensorial o una contraposición entre lo idílico y lo tétrico del bosque. Con suerte, hasta asoma algún oso pardo.
Nuestra última parada en las highlands del Principado se encuentra en el municipio de Somiedo. Si bien no gozan de la fama de los de Covadonga, los lagos de Saliencia muestran sus credenciales para seducir al viajero que huye del turista, ahora más que nunca.
Desde el alto de la Farrapona, en la frontera con León, hasta el valle del Lago, discurre esta ruta emblemática del senderismo astur, de 15 km y 4 horas y media de duración para piernas acostumbradas al trekking. Calabazosa, Cerveriz, Laguna de La Mina y de La Cueva. La senda nos descubre, entre praderas alpinas donde pastan las vacas y se conservan teitos (pallozas), cuatro lagos de origen glaciar y color azul turquesa bajo una confrontación de picos grisáceos donde aún se aferra la nieve.
La sirena de la rula (lonja) avisa a los comercios de la subasta de pescado, se levanta el ajetreo en el muelle y los barcos de pesca atracan con su carga. De oriente a occidente, desde las playas de arena dorada a los xogarrales (playas de cantos) se capta la esencia a salitre y alga junto a los prados refrescados por la lluvia de la rasa litoral.
El mar, más tranquilo, pero nunca dócil, se cuela entre las cavidades de la roca, mordisqueando su cambiante orografía y moldeándola a su antojo. En los días de marejada ruge en enclaves como los Bufones de Pría (Llanes) o bajo los acantilados del Cabo de Peñas, de Vidio o de Busto, donde el viento acompaña esta sinfonía marina. En Asturias, el Cantábrico se escucha y se huele. Y estas son las rutas para hacerlo.
El Camino de la Costa es la alternativa marítima y pastoril al francés, más montañoso y mesetario. En paralelo al Cantábrico, nos regala una panorámica ultra sensorial a través de 280 km desde la ría de Tina Mayor hasta la del Eo, por 21 municipios y trece etapas.
Más allá de los clichés turísticos, el peregrino o senderista descubrirá aquí esta simbiosis entre mar y montaña, entre lo rural y lo pesquero en enclaves como Llanes, Ribadesella, Lastres, Cudillero, Luarca, Puerto de Vega o Tapia. También los vestigios industriales de los puertos de Gijón y Avilés. Los que apuesten por una opción más salvaje disponen de la ruta GR-204 o el itinerario E9, sin señalizar en algunos tramos, pero aún más cerca del Cantábrico; y los que busquen algo más tranquilo ya saben: roadtrip por la N-632.
En la caricia de la duna o el cosquilleo del pedrero, en las ásperas paredes calcáreas de los Picos de Europa o el carbón de la cuenca minera, en las pizarras y quiastolitas del occidente hasta los fósiles de la Costa de los Dinosaurios. Toca Asturias.
En esta última franja litoral entre Gijón y Colunga se conservan vestigios del Jurásico como el azabache. Este tipo de carbón, petrificado hace sesenta millones de años para convertirse en brillante y oscuro lignito, protagoniza el catálogo artesano de Asturias, donde también destaca el cuero, el vidrio, la cerámica o el metal.
Se extrae en la zona de Oles (Villaviciosa) y se comercializa desde el siglo XIII, aunque en la cueva de Las Caldas de Oviedo se ha encontrado un vestigio de un collar con más de 17.000 años de antigüedad. El de aquí tiene fama de ser el mejor del mundo, muy codiciado en Inglaterra y muy recurrido en joyería, y de ahuyentar el mal de ojo.
A pesar de que todos los eventos gastronómicos del Principado han sido cancelados, la segunda mitad de la primavera viene cargada con un exquisito surtido que podremos degustar, aunque sea, desde casa. ¿Alguna idea?
En ríos como el Sella, el Cares, el Narcea o el Nalón comienza la temporada de pesca del salmón como en el Aller, el Lena o en el Eo, lo hace la de la trucha. Esto se traduce a la mesa con elaboraciones autóctonas como el salmón acompañado de manzana y almeja o la trucha al horno sobre lecho de patatas con jamón. Ambos regados con sidra, faltaría más.
En cuanto a la despensa del Cantábrico, "esta es una época de transición", explica Juan Carlos Menéndez, propietario del restaurante 'Sport' de Luarca (Recomendado Guía Repsol), junto a su hermana Maite. En pleno éxtasis de la caballa, las flotas se detienen para ir a la pesca de este túnido que se encuentra ahora en su momento óptimo. En su mejor versión, según Menéndez, lo está "marinada con cítricos y vinagre o en escabeche", entre un sinfín de posibilidades.
En las rulas de Asturias se descarga ahora el cabracho y el pixín (rape), ideal en salsa verde con arbeyus (guisantes), también de temporada. En junio se espera la gran celebridad de la despensa cantábrica, cuando comienza la costera del bonito y comienza a degustarse en infinitas propuestas.
En el monte se recoge la seta de San Jorge entre otros hongos de primavera, como la colmenilla y en la huerta, las fresas, que solían tener en el Festival de Candamo una de sus grandes celebraciones.
En Oviedo, a pesar de que no habrá Feria de la Ascensión este mayo, siempre se podrá degustar su típico menú a base de menestra de temporada, carne gobernada al estilo de Oviedo y tarta de queso con cereza. Tampoco habrá la famosa Prueba de la Sidra este mes en la calle de Gascona, emblema del momento en el que se comienzan a espichar los toneles de la sidra mallada en el otoño. Aun así, ya sea en casa o en el jardín, siempre podremos escanciar unos culines domésticos. Muchas empresas de productos astuarianos han incrementado la distribución online por toda España. Que restalle la sidra.
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