Compartir

{{title}}
{{buttonText}}
Beber botijo

Ruta alfarera por Agost (Alicante)

Larga vida al botijo

Actualizado: 10/08/2021

Fotografía: Eva Máñez

Viajamos hasta Agost, un pueblecito del interior de Alicante con esencia propia en esta ruta alfarera. Aquí aún quedan cinco alfarerías que aseguran -de momento- la continuidad de un oficio ancestral que, durante más de un siglo, fue su principal actividad económica.
¡Llegan los cromos de Guía Repsol!
Descargar App

Para muchos, usar un botijo es más un ejercicio de nostalgia que algo realmente útil, pero en estos tiempos en los que la tecnología está arrasando con todo, nos parece más necesario que nunca reivindicar su uso. El botijo habla de raíces, de sostenibilidad y de coherencia, pero también de un oficio ancestral que aún pervive porque se ha transmitido de padres a hijos durante siglos. Visitamos tres talleres de artesanos y el Museo de la Alfarería de Agost para conocer un pueblo con una tradición que hará las delicias de los amantes de la cerámica.

Agost
La localidad de Agost, en el interior de Alicante, cuenta con más de un siglo de tradición alfarera.

1. Museo de Alfarería de Agost: testimonios de un oficio

“En 1981, cuando se creó el museo, había 25 talleres alfareros y ahora, en 2021, quedan solo 4 visitables”. Jesús Peidro es el director del Museu de Cantereria de Agost, que se encuentra en una antigua fábrica de alfarería de principios del S.XX, la cual funcionó hasta 1975. Fue la etnóloga alemana Ilse Schütz quien lo convirtió en museo gracias a donaciones de los vecinos. Hasta el año 2000, fue ella misma la que impulsó el proyecto, gracias a su interés e incansable trabajo. Desde entonces el Ayuntamiento de Agost cogió las riendas del museo y rehabilitó el edificio, que ahora es una visita obligada porque alberga abundantes fondos de productos, herramientas, materiales, documentos fotográficos y de archivo, o entrevistas y grabaciones audiovisuales que dejan constancia de la actividad que ha marcado la historia de este pueblo alicantino.

Museu de Cantereria
La etnóloga alemana Ilse Schütz comenzó el proyecto del Museu de Cantereria de Agost

El botijo, como no podía ser de otra manera, también está muy presente: desde el Museu de Cantereria de Agost han creado incluso un decálogo en torno a este objeto milenario. Entre sus bondades mencionan, por ejemplo, que es biodegradable y reciclable al 100 % o que no consume energía, porque se refrigera solo. Y aquí llega una de las grandes preguntas: todos hemos oído la frase “Eres más simple que el mecanismo de un botijo” pero… ¿realmente es tan sencillo? En 1995, dos profesores de Química de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) demostraron que no mediante un modelo matemático que publicaron en la revista americana Chemical Engineering Education vol. 29 (An ancient method for cooling water explained by means of mass and heat transfer).

Mecanismo botijo
Para ser tan simple, el mecanismo del botijo conlleva un sinfín de cálculos matemáticos.

Otra de las grandes cuestiones es cómo beber de un botijo. Y no, tampoco es fácil. Le preguntamos a Peidro, porque no podemos marcharnos de Agost sin aprender a hacerlo. “Es importante no acercárselo demasiado, pero que esté lo suficientemente cerca como para que podamos acertar. Cuando ya estemos bebiendo, lo alejamos un poco para no mojarnos cuando terminemos de beber”. La teoría parece sencilla, pero, como todo, es cuestión de práctica.

Botijos apilados
En el museo se hace un recorrido por la historia alfarera del municipio y su producto más icónico.

Antes de irnos del museo para continuar nuestra ruta contemplamos en la plaza La Peona: una escultura de barro cocido -realizada por los ceramistas Roque Martínez y Carmen de la Fuente a partir de la obra de Arcadi Blasco- en homenaje a las mujeres (las peonas) que contribuyeron al desarrollo de la alfarería local. Seguimos nuestra excursión alfarera por Agost, rumbo a las tres alfarerías que visitaremos.

'MUSEU DE CANTERERIA' - Plaça de les Peones, 4. Agost, Alicante. Tel. 965 69 18 69.
La Peona.
Qué mejor homenaje al botijo que dar un trago frente a la escultura de La Peona.

2. Alfarería La Navà: una saga de ocho generaciones

“El botijo era el pilar de la industria de la alfarería de Agost. Ahora solo quedamos nosotros y un par de jubilados que también trabajan con arcilla blanca”. Pau y su hermano Luis Vicedo Mollà están ahora al frente del negocio familiar: son la octava generación de una saga dedicada a la alfarería al menos desde el siglo XVIII y que aún resiste.

Taller La Navà
Ocho generaciones de alfareros respaldan la trayectoria de La Navà.

En La Navá fabrican su propio barro blanco con sal, tradicional de Agost, siguiendo el proceso artesanal para, como ellos mismos reivindican, mantener vivas las enseñanzas de sus ancestros en este mundo globalizado, en el que sobran botellas de plástico y faltan botijos. Ellos hacen más de 25 tipos diferentes. El más vendido, nos cuentan, es su botijo Santander nº2, del que crean 96 al día. “Ahora la artesanía está de moda y por eso ha habido un repunte”. Trabajo no les falta y no cubren toda la demanda que tienen, pero a Pau, que tiene 37 años y es licenciado en Historia, le preocupa la continuidad de la alfarería artesanal que fundó su padre. Él trabajó como guía turístico o en el Museu de Cantereria, pero en 2012 decidió dedicarse a la tradición familiar para que la empresa no desapareciera. Dice que por aquí no pasa ningún aprendiz desde hace décadas.

Alfarería La Navà
Se tarda unos 7 años en dominar la técnica del torno.

“Nunca he tenido la oportunidad de rechazar a nadie que haya querido venir aquí a aprender. Y se necesitan unos 7 años para aprender a utilizar el torno. Todavía no he visto ningún ceramista de escuela que lo domine como ellos -y se gira hacia su hermano Luis y su compañero Juan Miguel Serrano Piqueres-”. Pau nos cuenta con pesadumbre que ser alfarero, para la sociedad, tiene poco valor y está desprestigiado. Por eso en La Navá también contribuyen a aumentar el interés por el oficio: ofrecen clases semanales y crean experiencias -también en familia- para ser alfarero por un día.

Botijo La Navà
En esta alfarería crean hasta 25 modelos diferentes de botijos.

Desde el primer momento en el que entras por la puerta de La Navá, ya sea físicamente o virtualmente -léase en su Instagram-, te das cuenta de que esto es una alfarería moderna: abrieron su tienda online en 2014 y son muy activos en redes sociales desde hace un par de años. Pau gastó su primera nómina en una réflex digital y dedica tiempo a hacer fotos y publicarlas. “Tienes que estar digitalizado e invertir en publicidad en internet. A los alfareros eso les suena a chino. La comercialización lo es todo y nosotros le damos mucha importancia. Me contactan muchos profesionales, como diseñadores de interiores, que han visto nuestras piezas por Instagram. Esta primavera, por ejemplo, hemos promocionado unos jarrones nuevos y nos los han comprado floristerías o wedding planners”. La suerte existe, pero tienes que salir a buscarla, nos dice.

‘LA NAVÀ’ - Pol. Ind. "Els Castellans", CV-820, km 7,4. Agost, Alicante. Tel. 965 69 10 94.
Tienda La Navà
Además de en su tienda física, La Navà vende sus productos en internet desde 2014.

3. Alfarería Severino Boix: la pasión del artesano

Todo el mundo le llama Severino (como su abuelo, su padre y su hermano), pero él es José Ángel, el maestro alfarero, la quinta generación del negocio familiar en el que ahora trabaja él solo. “Tengo dos hijos que aún son pequeños, pero espero que algún día quieran aprender”.

Almacén Severino Boix
Severino Boix -aunque se llama José Ángel- es un maestro alfarero especializado en la arcilla blanca de Agost.

Su elaboración es totalmente tradicional: decanta la arcilla blanca en balsas dentro de la alfarería. Cuando el barro está listo, añade sal -fundamental para facilitar la sudoración posterior del botijo que refrescará el agua- y lo moldea para luego dejarlo secar a temperatura ambiente (un mes en invierno; diez días en verano). Después mete esas piezas en el horno de gas unas 60 horas -antiguamente eran unas 100-.

Severino Boix
El proceso de elaboración sigue los métodos tradicionales que aprendió de su padre y su abuelo.

José Ángel trabaja piezas tradicionales de arcilla blanca, como el botijo carretero o el cántaro, pero también otras más personales, como el botijo-bolso. “De todos los raros que hago, es el más vendible”. Ahora sus clientes son las tiendas de artesanía, pero durante mucho tiempo también iba a ferias en Madrid, Castilla y León o Galicia. “Antes también había mucho almacenista, pero las cosas han cambiado”. Es tiempo de reinventarse y José Ángel se ha centrado también en el turismo experiencial: “imparto talleres para colegios, ayuntamientos, cumpleaños… y hasta despedidas de soltero”.

Taller Severino Boix
Además de vender sus productos, Severino (José Ángel) imparte talleres en colegios o ayuntamientos.

Cuando echa la vista atrás nos cuenta que empezó con 10 años viniendo todos los veranos con su hermano: uno por la mañana y otro por la tarde, para que no se pelearan. “Veníamos a tocar el barro, a deshornar, a hacerle pellas…”. Después de más de dos décadas trabajando como alfarero, nos confiesa que lo alterna con otras cosas para poder seguir adelante porque cada vez se venden menos botijos o cazuelas de barro. “La gente que lo valora lo busca, pero cuesta. Mantener un negocio artesanal es complicado”. Pero él sigue luchando.

'ALFARERÍA SEVERINO BOIX' - Partida la Escandella, 29. Agost, Alicante. Tel. 651 64 25 28.
Botijo bolso Severino Boix
El botijo-bolso es la estrella dentro de la categoría de los "raros".

4. Roque Martínez Ceramista: piezas con alma

Roque es la cuarta generación de una familia alfarera dedicada a la cerámica tradicional, pero en 1999 dio un golpe de timón: se centró en la cerámica contemporánea, mucho más artística. “En aquella época los botijos no se vendían porque triunfaba el plástico. Mi padre ya estaba jubilado y yo fui haciendo pruebas y cambiando a un estilo más personal, muy poco común, con el que me encuentro más cómodo y que me llena muchísimo”. A día de hoy sigue experimentando. “Utilizo materiales que he visto emplear toda la vida a mis abuelos, como los esmaltes con los que hacían tinajas con sulfato de cobre y sulfato de hierro, pero también pruebo con otros y aplico técnicas diferentes”. Cada una de sus piezas es única: no hay dos iguales. Es algo que no le preocupa y que, además, busca. Por eso cambia los tamaños, para que cada una tenga su propia personalidad. Aquí funciona el amor a primera vista.

Roque Martínez Ceramista
Roque Martínez ha mamado la tradición alfarera directamente de su familia.

Roque sigue utilizando el torno para crear su cerámica de autor. “No hago producción como la cerámica tradicional, yo le dedico mucho tiempo a retornear, repasar y terminar cada pieza para dejar una textura que me guste. Depende de lo que la pieza me pida en cada momento. Suelen pasar 7 u 8 veces por mis manos antes de cocerlas para darles el acabado que yo quiero. Trabajo con el propio material pulido (que se llama bruñido), la cuezo en el horno normal, la preparo y la cuezo en una hoguera a 1.600 grados”. Por eso sus creaciones son tan reconocibles, porque el humo y su creatividad dejan su impronta en cada una de ellas. Una sola pieza, revela, le requiere unas 24 horas de trabajo, aunque el proceso total dura en torno a un mes.

Torno Roque Martínez
Las piezas llegan a pasar hasta ocho veces por las manos de Roque antes de cocerlas.

Las piezas con las que más se identifica son sus nebulosas, exclusivamente decorativas: tienen la base estrecha, son planas arriba y están cerradas con un hueco. “Son complicadas de hacer porque tienen doble pared”. Para adquirirlas hay que ir a su taller, aunque también vende en tiendas de Alicante o Altea y va a ferias de cerámica en Alemania, Italia o Francia. Roque, en los pocos huecos libres que le deja su pasión, se dedica a la formación e imparte talleres a lo largo del año para profesionales y gente que quiera iniciarse en el torno.

ROQUE MARTÍNEZ CERAMISTA - Avenida de Elda, 29. Agost, Alicante. Tel. 965 69 15 41.
Jarrón Roque Martínez
Su creaciones están enfocadas en una vertiente artística.

La cerámica de Agost es única por las propiedades de la arcilla local, pero sobre todo por las manos -y las historias- de los alfareros, que generación tras generación han seguido viendo en el barro su modo de vida. Ellos son los que nos alertan de que quizá, en 20 años, esto ya no exista. Dicen que se termina, que somos unos privilegiados por verlo. Quizá sea el momento de volver a valorar nuestro patrimonio cultural y de comprar botijos para apoyar la tradición de pueblos como Agost, que también es la nuestra.

Piezas Roque Martínez
La innovación en técnicas y materiales empleados dan ese toque distintivo a las piezas.

Te puede interesar