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Enclavado en el montañoso interior alicantino, el núcleo de Planes -perteneciente al municipio de Planes de la Baronía- es uno de esos pueblos con encanto que ha sabido convertirse en destino preferencial para una escapada en la comarca del Comtat gracias al cuidado de su patrimonio y, sobre todo en los meses calurosos, por combinar esas rutas senderistas que dirigen a pozas sacadas de un cuento de fantasía. Y, en este caso, no existe mejor alegoría al tratarse de la senda que dirige al Barranc de l’Encantà.
Antes de iniciar el camino a este paraje legendario, con reminiscencias a la época de disputa de estas tierras entre cristianos y musulmanes, cabe destacar que se trata de una ruta circular ideal para recorrer en familia. A pesar de su longitud y duración -once kilómetros que se suelen cubrir en unas cinco horas-, sus moderados desniveles hacen que su nivel de exigencia sea accesible incluso para quienes no cuentan con entrenamiento. Conviene comenzar a primera hora de la mañana para que las altas temperaturas del mediodía coincidan con el final de la misma, más aún si el recorrido se realiza durante los meses calurosos.
El punto de partida de la ruta por el barranc de l’Encantà se encuentra en la Ermita del Santo Cristo, ubicada en la parte más alta de uno de los cerros que rodean Planes. Desde aquí se tiene una de las mejores vistas de toda la senda, donde se observa cómo este valle entre las sierras de la Almudaina y la Alburec se caracteriza por una gran cantidad de barrancos y cuevas jalonadas por un bosque autóctono de carrascos, encinas y cultivos de secano como los almendros, olivos o cerezos, uno de los vectores económicos de la localidad.
Es precisamente a la leyenda de una joven princesa musulmana que el barranco debe su nombre. Los habitantes de la comarca han ido transmitiendo el mito de generación en generación desde los tiempos en los que Jaume I arrebató el control de la comarca a los musulmanes. Según narra la historia, los árabes escondieron sus riquezas en una de las cuevas del barranco y pusieron como custodia del tesoro a una princesa encantada. Según la leyenda, cada cien años la joven se aparece ante un hombre para plantearle la posibilidad de elegir entre ella o las riquezas que dejaron atrás los antiguos pobladores. En caso de escoger a la princesa, el hechizo quedará roto y será liberada de su encantamiento, mientras que si se inclina por las riquezas, quien se tope con su figura quedará con las manos vacías por no valorar su ofrecimiento. ¿Quién sabe si el próximo senderista será el afortunado que logre romper el encantamiento?
Volviendo a la ruta, lo cierto es que el camino apenas tiene pérdida y está bien indicado. Uno de los primeros hitos que asoman en el camino es el conocido como Gorg del Salt, una gran poza muy popular en la zona por su fácil acceso en vehículo privado. Sin duda, merece la pena hacer un alto en el camino para disfrutar de un chapuzón en sus frescas aguas o sentarse en una de las rocas a tomar un tentempié y dejarse embelesar por la belleza del paraje.
Los siguientes tramos de la ruta son una sucesión de estrecheces en el barranco con tramos más abiertos, algunos en los que las aguas del río Serpis acaparan el protagonismo sinfónico. Así se llega hasta el conocido Molí de l’Encantà, un antiguo molino harinero que, a pesar de que actualmente se encuentra en ruinas, muestra una de las imágenes más bellas del recorrido. Además, cerca se encuentra otra poza con su correspondiente salto de agua, el Toll de l’Estret, que invita a desviarse de la ruta circular para poder refrescarse antes de seguir caminando.
Ya en la parte final del sendero vuelven a aparecer los campos de cultivo tan icónicos de la zona antes de llegar de nuevo a Planes. Antes de entrar en el núcleo urbano, conviene echar un vistazo a algunos de los tesoros mejor conservados en las afueras de la localidad como son su acueducto medieval, la Font Nova, ideal para rellenar las botellas con agua fresca, y el lavadero.
Ya dentro del trazado, el camino debe seguir por sus callejuelas para descubrir su impresionante castillo -datado entre los siglos XII-XIII durante la época almohade-; la iglesia de la Asunción, la más antigua de la localidad y cuya primera nave data del siglo XIV, construida por los primeros cristianos que llegaron a la comarca durante las guerras con los musulmanes, o su ayuntamiento, del siglo XVIII y que se empleó como colegio hasta los años 70 del siglo pasado. Un fin de itinerario ideal para abrir el apetito y así degustar alguno de los platos locales más emblemáticos como sus pimientos asados rellenos de arroz -conocidos como bajoques farcides- o clásicos platos de cuchara del interior alicantino como el blat picat o las pilotes bordes.