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Nadie imaginaba en el Valle del Liébana que la adaptación india de Heidi, la famosa serie de dibujos animados de los 70 que ha marcado nuestra infancia, se fijara en los prados y montañas cántabras para contar la historia de esta niña -con 14 años ya en la nueva versión de Bhavna Talwar-, su Abuelo y sus amigos Pedro y Clara. Hace apenas un año que terminó el rodaje, pero mucha gente lo recuerda como si fuera ayer. Todos coinciden en que fue una auténtica revolución. Un despliegue de grúas, caravanas, cámaras, focos y más de cien personas que dejaron en el valle más de 1,5 millones de euros.
La cabaña del Abuelo, interpretado por Bill Nighy, tenía que estar situada en un paisaje que nos transportara directamente a los Alpes suizos. Para ello, los productores de la película visitaron diferentes zonas de Cantabria hasta que, de camino a Pendes, señalaron un lugar con el dedo y dijeron "aquí, este es el lugar". Lo tuvieron clarísimo, la cabaña del Abuelo tenía que construirse en la finca de El Coterón, en pleno valle de Cillorigo de Liébana y con La Peña Ventosa como telón de fondo. Rodeada de prados verdes y con el desfiladero de la Hermida a lo lejos, la cabaña se colocó de tal forma que en pantalla pareciera que estaba pegada a la impresionante Peña.
Hoy ya nada queda del recuerdo de esa cabaña de madera, con tejado de pizarra y chimenea de piedra, donde Heidi y su abuelo pasaron los mejores momentos. Tras el rodaje, aguantó unos meses recibiendo visitas, hasta que las pasadas navidades decidieron desmontarla y guardarla en una nave de Tama a la espera de ver qué hacer con ella. "Es una auténtica lástima que la hayan quitado de la finca donde estaba", lamenta Pedro Velardes, mientras nos señala desde la carretera que lleva a Pendes el sitio exacto donde se encontraba. Las últimas noticias apuntan a que la Junta Vecinal de Pendes sacará a subasta el arrendamiento de la cabaña para convertirla en un atractivo turístico de la zona.
Pedro fue uno de los lebaniegos que estuvo más cerca del rodaje de la película. No se separaba de los actores. "Fui como un infiltrado", dice entre risas. Y sí, lo fue. Prueba de ello es la carpeta llena de fotografías y recortes de prensa que guarda este quesero de Las Brañas de Pendes como un auténtico tesoro. Entre las fotos, Pedro aparece en diferentes escenarios de la película: en la cabaña, el corral de Pedro, la cueva de Heidi... "Me conocían como el hombre cheese", recuerda. Por supuesto, sus quesos rondaban siempre por el rodaje, y alguna que otra cabra se dio un festín. "A los actores, sobre todo a Bill Nihgy y a Mark Williams, el que más les gustaba sin duda era el ahumado", afirma.
A poca distancia de Pendes, se encuentra otro escenario clave en la historia de Heidi: el lugar donde Pedro guardaba sus cabras. "Para recrear el corral de Pedro, eligieron el Castañar de Habario", cuenta Pedro Velardes, mientras se sube a su furgoneta para conducirnos hasta allí. El sitio no decepciona: se trata de una zona de gran belleza natural, con enormes castaños milenarios y bonitas vistas de los alrededores. Un lugar precioso para pasar un día de picnic en familia.
Justo aquí, entre los árboles, se construyó una cerca donde se metieron varias decenas de cabras que alquilaban a los pastores de la zona. "Cada animal se alquilaba por 200 euros al día", cuenta Pedro, quien conoce muy bien a los pastores de la zona, ya que son los mismos que le dan la leche para elaborar sus quesos.
Isabel García, una joven orujera de Valle del Liébana, nos da más detalles. Ella aún recuerda el revuelo que se formó cuando llegó el set de rodaje: "Bueno, bueno, hasta se trajeron a la cabra estrella. Sí, a 'Blanquita'. Era preciosa, con un pelazo impoluto", recuerda. Sin embargo, aquella belleza resultó más efímera de lo esperado. "No se sabe qué pasó, pero al segundo día de rodaje soltaron al animalito y no se le volvió a ver", dice entre risas. "Nada, que al final tuvieron que conformarse con un ejemplar de las nuestras, que buenas son".
Con una media de 50 habitantes, el pueblecito de Mogrovejo fue otro de los escenarios clave de la película. Aquí se situó la casa de Pedro, el inseparable amigo de Heidi. También se recreó un mercado típico suizo, una oficina de correos y escenas como la llegada de la señorita Rottenmeier en su coche de época. Mogrovejo fue, además, el lugar donde se alojaron durante el tiempo del rodaje los actores principales de la película, los dos productores y la directora.
"Ocuparon las nueve Suites de Mogrovejo", cuenta Javier Vilda, entonces gestor de este alojamiento de lujo situado en el pueblo. Javier recuerda bien el vaivén de actores que entraban y salían del hotel. "Me acuerdo sobre todo de Samantha Allison, Bill Nighy y Mark Williams. Comían de cátering, pero a veces se escapaban a almorzar a Casa Cayo y al Hotel del Oso". Javier reconoce que apenas podía ir a ver los rodajes en el pueblo: "Yo tenía que estar pendiente en las suites para que a los actores no les faltara de nada". Su atención hacia ellos era completa.
Si hay algo que recordará seguro el actor Bill Nighy de su rodaje en Cantabria ese es el chorizo de Potes. Y los culpables de ello son los dueños de Casa Cayo, un restaurante familiar de comida tradicional donde acudía el actor británico a cenar todas las noches. Todas, no faltaba ni una. "Era todo un English gentleman", recuerda Cayo Gómez, nieto del fundador y uno de los tres hermanos que se encarga del negocio, junto a Manuel e Isabel.
"Venía todas las noches a la misma hora para cenar. Casi siempre solo. Se sentaba en la mesa 4, la que está al fondo del salón, junto al ventanal con vistas a los Picos de Europa", recuerda. Aunque este restaurante es famoso por sus cocidos lebaniegos, sus callos y su lechazos, el británico pedía cosas ligeras para cenar. Y para beber: agua con gas, nunca alcohol. "Aunque sin duda, lo que más le gustaba eran las tapitas de chorizo y queso que le poníamos de aperitivo", puntualiza.
Cayo recuerda cómo el actor hizo buenas migas con su padre, Manuel Cayo, que hoy ya supera los 80 años. "Cada vez que había partidos de fútbol de liga inglesa, Bill y mi padre se sentaban juntos en un saloncito que tenemos en el hotel. "No se entendían nada por el idioma, pero les gustaba verlo juntos", cuenta. Antes de irse, los cántabros regalaron a Bill un libro de imágenes de los Picos de Europa como recuerdo. Ellos, por su parte, guardan con cariño varias fotos con el intérprete.
El rodaje de Heidi no fue cosa pequeña. Más de un centenar de personas participaron en él de una u otra forma, la mayoría indios, aunque también había británicos y españoles. Alojarlos no era cosa fácil, así que decidieron reservar un hotel completo sólo para ellos. Y eligieron el Infantado, en Ojedo, con 50 habitaciones. Aquí estuvo el centro de operaciones del rodaje, cercano a Potes y a unos 15 minutos en coche de las montañas donde se encontraba la cabaña del abuelo.
Abierto hace 25 años, Fina y Carmen son las hijas de los dueños del hotel y las que se encargan de la gestión, junto al marido de Fina, que se ocupa del restaurante. Aunque él poco tuvo que cocinar durante el rodaje de Heidi. "Alquilaron el hotel sólo para ellos. Trajeron sus propios cocineros y todo olía a especias y a comida india. A las cinco de la mañana, los cocineros ya estaban trabajando porque a las seis empezaba el rodaje, y salían de aquí ya todos vestidos", cuenta esta cántabra, mientra lamenta que durante ese tiempo les prohibieron hablar con la prensa y hacer fotografías. Los productores del filme dispusieron del hotel a su antojo: los salones fueron utilizados para diferentes usos convirtiéndolos en vestuarios improvisados, salas de maquillaje e incluso una clase donde los niños recibían lecciones de una profesora.
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