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En Oliva podemos pasar unas vacaciones de lujo en un resort con golf e hípica o en un cómodo camping. También es un lugar perfecto para un día de playa o para una excursión al parque natural de la Marjal Pego-Oliva con chapuzón en el río. Este municipio de la Safor se encuentra rodeado de campos de arroz y naranjos, su paisaje y su gastronomía son pura esencia valenciana. Para llegar a Oliva tenemos que coger la Ap-7, la autopista que comunica todo el litoral valenciano, dirigirnos hacia Alicante y desviarnos en la salida 61.
Oliva es un paraíso de nueve kilómetros de playas que siempre se han distinguido por la buena calidad del agua y los servicios que ofrecen. Playas de fina arena dorada bordeadas por cordones dunares naturales donde habita un ave protegida llamada chorlitejo patinegro.
Vamos a recorrerlas de norte a sur. La primera es la de Terranova, una de las pocas playas vírgenes del Mediterráneo. Paraíso del chorlitejo y de bañistas tranquilos gracias a lo alejada que se encuentra de núcleos urbanos, se destaca por su arena dorada y un manantial de agua dulce denominado El Tou o El Clotal. Desde Terranova se puede emprender una excursión a pie que lleva por la orilla desde el puerto de Oliva al puerto de Gandía.
La siguiente será Playa de Plau- Pi, la playa urbana junto al pueblo marinero de casitas blancas delimitada por el espigón del Club Náutico de Oliva y la desembocadura de la Séquia Mare. Esta playa cuenta con zonas de juegos infantiles, instalaciones deportivas y escuela de surf, entre otras comodidades interesantes. Aquí podemos disfrutar del chiringuito ‘Malamar’ con música en directo los fines de semana y de actividades infantiles los miércoles.
Si continuamos nuestro viaje hacia el sur, la siguiente playa será la de Aigua Blanca, que se encuentra junto a la desembocadura del río Bullent. Es una playa naturista con dunas, arena fina y poca profundidad de agua, perfecta para tirar la toalla y olvidarse de todo. Entre el riuet dels Gorgs y la desembocadura del río Bullent se encuentra la Playa de Rabdells, una playa casi virgen, rodeada por un cordón dunar y localizada en un lugar apartado y poco urbanizado.
La tranquilidad de sus aguas la convierten en el lugar ideal para desconectar, relajarse y disfrutar del sonido del mar. Además, se encuentra muy cerca de los campings, por lo que el público es más familiar. Cruzando por la lujosa urbanización de Oliva Nova y su campo de golf e hípica, llegamos a la Playa de Aigua Morta. Allí podemos disfrutar de uno de los chiringuitos de moda, el Sunset.
Y por último, la Playa de les Deveses, ya casi en Dénia. Su localización próxima al Montgó le regala la refrescante brisa del Garbí, tan característica de la costa valenciana. Una playa perfecta para la práctica del surf y los deportes de vela. Aquí se encuentra además el chiringuito más mítico de toda la Comunidad Valenciana: el ‘Oli Ba Ba’, con sus llamativos Moais de la Isla de Pascua.
Recorrer el casco antiguo de Oliva es caminar por un pueblo de pura esencia mediterránea con sus serpenteantes y empinadas callejuelas y sus casas encaladas de blanco. Existen varias rutas trazadas y señalizadas gracias a las cuales podremos descubrir el patrimonio artístico e histórico de esta localidad. Estas son:
El itinerario por el Raval Morisco nos descubre la influencia árabe, tan presente en el trazado de la parte vieja. Se trata del antiguo barrio mozárabe que se hallaba aquí hasta principios del siglo XVII, con calles estrechas y caóticas, y con un encanto único y especial. Entre todas ellas, destaca la Hoz, que tiene la forma que le da nombre y cuyas viviendas están construidas en la misma roca. Es fácil perderse entre las callejuelas, aunque con toda seguridad llegarás al centro del barrio, a la plaza de San Roque, donde se encuentra la iglesia homónima.
Es la típica Iglesia de cúpulas de baldosas azules. Aunque originalmente fue construida en el siglo XVI sobre la antigua mezquita, el edificio actual es del XIX. Se conserva la capilla barroca del Santísimo Cristo, en la que se venera al patrón de Oliva.
Las sinuosas calles trepan sin orden hacia el cerro de Santa Ana, donde se encuentra la antigua muralla. Y en lo alto el castillo de Santa Ana, una de las escasas fortalezas renacentistas de la Comunitat Valenciana. Del castillo apenas queda una pared, pero las impresionantes vistas bien valen la subida. Es un mirador excepcional desde el que se puede contemplar toda la población y, sobre todo, las playas. Desde ahí arriba, vemos el trazado del municipio, los campos de arroz y naranjos y el mar. Selfie asegurado en este balcón al Mediterráneo. El castillo permitía la vigilancia de la costa y del raval morisco, donde en ocasiones sus gentes ayudaban a los piratas a entrar en el pueblo.
Otra ovación es el itinerario por la Villa Condal, un recorrido por la Oliva más nobiliaria y aristocrática, la de los palacios y casonas señoriales. En esta ruta podemos visitar la Casa Mayans, en la que vivió el erudito ilustrado Gregorio Mayans y que es la sede en Oliva del Museo de la Ilustración. También podemos ver el palacio condal, el museo arqueológico y la Plaza del Ayuntamiento, presidida por la estatua del Almirante Gabriel Ciscar i Ciscar, el gabrielet, uno de los personajes más ilustres de Oliva.
Por último, proponemos la ruta del itinerario de la Memoria democrática. Paseando por el centro de Oliva podemos conocer hechos de su historia más reciente a través de doce paneles y una página web, Els Camins de la Memòria, que nos cuentan las historias de la época de la República, la guerra y la posguerra franquista.
La Marjal Pego-Oliva es uno de los mayores espacios de biodiversidad de todo el Mediterráneo. Declarado parque natural en 1994, sus más de 1.200 hectáreas de superficie, entre las provincias de Alicante y Valencia, son el enclave perfecto para multitud de rutas en un humedal que esconde una rica variedad de flora y fauna. Se encuentra rodeado por las sierras Mostalla, Migdia y Segària que, visualmente, forman una herradura abierta al Mediterráneo en cuyo centro se enclava la Marjal. Los ríos Bullent-Vedat y Racons-Molinell alimentan de agua este humedal, que también se nutre de numerosos acuíferos subterráneos.
El equilibrio, a veces difícil, entre el respeto al medio ambiente y el tradicional cultivo del arroz ha permitido la conservación de especies autóctonas de flora y fauna, y atrae a investigadores y amantes de la naturaleza. A pie, a caballo o en bicicleta, la marjal permite planificar numerosas rutas que atraviesan el humedal y donde contemplar aves como la perdiz de mar, los flamencos, el gallo de cañar, la focha o el águila pescadora que está siendo reintroducida. Pasear por sus caminos señalizados, poder darnos un chapuzón en sus refrescantes aguas o pasar un día de pícnic son planes perfectos para este caluroso verano.
Hay numerosas rutas, os animamos a haceros con un plano y coger la que más se adapte a vuestra resistencia. Aunque casi todas son en llano, existen al menos una docena que discurren en parte de su recorrido por el parque natural. Os recomendamos la Ruta Azul, para ir en bici, bordeando el río Racons, hasta llegar a los campos de arroz. Durante el recorrido, podrás disfrutar de algunas paradas como el ullal del Bullent, la Muntanyeta Verda, el Blau de Calpatar y la Font Salada.
Podemos encontrar también la ruta MTB Marjal Pego Oliva–Rabdells, la ruta Ornitológica Río Bullent, la ruta Ornitológica Río Racons y diversas rutas circulares. Una hermosa y sencilla sería la Ruta Roja-Muntanyeta Verda. Se trata de un itinerario de nivel fácil para que podáis disfrutar toda la familia de hora y media de duración con lugares de sombra donde poder parar a descansar. Ojo, que para subir a la Muntanyeta Verda y disfrutar de las vistas desde ese punto elevado solo se puede acceder entre semana y hasta las 13 horas.
Uno de los tesoros que esconde Oliva es la Font Salada. Un manantial de aguas cristalinas que mantiene una temperatura idónea para poder bañarse durante todo el año. Esta oscila entre los 21 y los 23 grados. Se trata de un nacimiento subterráneo de aguas termales que tradicionalmente han sido reconocidas como beneficiosas frente a enfermedades dermatológicas. El secreto está en la cantidad de sales sulfurosas que contiene el agua.
Además del baño, el lugar ofrece una agradable ruta de senderismo, ya que se encuentra junto al parque natural de La Marjal y muy próximo a las playas. El itinerario empieza en la Font Salada y discurre hasta el nacimiento del río Bullent. También contamos con un chiringuito en el que poder disfrutar de la gastronomía local.
Oliva aún nos depara muchas sorpresas y buenos momentos. Un campo de golf diseñado por Severiano Ballesteros o una hípica donde se celebran competiciones internacionales. También podemos pasear por su puerto deportivo y disfrutar de alguna de las muchas regatas que allí se celebran. Podemos ver, por ejemplo, una partida de raspall en el Trinquet cualquier martes, un juego de pelota que se golpea con la mano que es tradicional de muchos pueblos valencianos y que en Oliva cada día se practica más.
Se recomienda vivir la emoción de las Fiestas de Moros y Cristianos a finales de julio con sus desfiles, trajes y carrozas o disfrutar de su gastronomía. Su ubicación y sus cultivos son idóneos para disfrutar de arroces, paellas y fideuàs. Además de los clásicos figatells (pequeñas hamburguesas con hígado que se sirven en tapa o en bocadillo con mostaza), pebreres farcides (pimientos rellenos de carne o arroz) o las cocas, características de las comarcas de La Safor y la Marina Alta. En Oliva podemos encontrar las tres variedades existentes: la coca de dacsa, la coca de llanda y la coca de pasta bona. Se dice que la pizza proviene de la coca y que fueron los valencianos los que la llevaron hasta Nápoles. Verdad o leyenda, no te puedes ir de Oliva sin probarlas.
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