Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Esta visita comienza con un viaje virtual en el tiempo y el espacio. Hay que trasladarse con la imaginación a la Cuba de mediados del siglo XIX, cuando la mayor isla de las Antillas aún era colonia de España. Un paraíso con recursos extraordinarios, todos ellos en manos de potentados de origen español. Podían ser vascos, gallegos, extremeños o de cualquier otro territorio hispano, como, por ejemplo, Cataluña. Ese es el caso de los Samà.
Esta familia acumuló una ingente riqueza gracias a las plantaciones de caña de azúcar. Las prácticas colonialistas de la época les permitieron amasar desorbitadas cantidades de dinero. Y, tras eso, llegó el prestigio y el poder, que incluso se tradujo en un título nobiliario: el Marquesado de Marianao, aludiendo al lugar donde residían cerca de La Habana. El objetivo estaba cumplido. ¡Habían hecho las Américas! Y como otros indianos enriquecidos al otro lado del Atlántico, también los Samà quisieron evidenciar su capital y señorío en la tierra de origen. Fue esa la razón de que construyeran el Parc Samà, situado a las afueras del pueblo costero de Cambrils.
El parque, ya de por sí grande con sus 14 hectáreas, en realidad solo es el epicentro de una finca que se extiende a lo largo y ancho de 200 hectáreas. Una superficie que en origen fue coto de caza para uso y disfrute de sus dueños, mientras que en la actualidad se mantiene como propiedad de la familia, pero transformada en eficiente explotación agraria.
De hecho, para llegar a Parc Samà, los visitantes circulan entre campos de almendros y frutales hasta que encuentran la señal pertinente para dejar el asfalto y desviarse a un tramo de tierra flanqueado por grandes árboles. Es solo la antesala, ya que en apenas unos metros se descubren una explanada y una construcción con aspecto de casona labriega.
Lo que antaño fueron las viviendas del personal que cultivaba la finca, hoy es la recepción para las visitas. Pero no solo visitas turísticas. Ester Llevat, responsable de eventos del Parc Samà, cuenta que hay otras actividades. “Nos piden el parque para celebraciones, sobre todo para ceremonias de boda. O también se programan eventos de empresa durante todo el año. Además de actos que organizamos nosotros, como el mercado de artesanos o el de Navidad”.
Por otra parte, las visitas de grupos escolares son continuas. Suelen ser coles de la provincia de Tarragona, pero dada la entidad y el patrimonio del Parc Samà, también llegan del resto de Cataluña. Cada vez son más, así que el edificio de la antigua Faisanería se está reconvirtiendo en aula de naturaleza. “Es uno de los proyectos que tenemos en marcha. Además trabajamos en la recuperación de las viejas caballerizas para que puedan ser visitadas en los próximos meses. La verdad es que podría contar más planes de futuro, pero es mejor guardar sorpresas, ¿no?”, revela con una sonrisa Ester.
Aunque para sorpresa, la que se llevan los visitantes que se acercan al Parc Samà. A escasos cinco kilómetros de las playas del Mediterráneo se topan con un espacio que evoca la exuberante vegetación tropical de Cuba. Ese era el objetivo de Salvador Samà i Torrens, II Marqués de Marianao y fundador en 1881 del parque. Este personaje decidió construir una residencia veraniega en Cambrils. Algo parecido a lo que muchos hacen en la actualidad, pero a lo grande. Se levantó un palacio y lo rodeó de un jardín con miles de árboles entre los que abundan especies propias de otras latitudes: palmeras, palmitos, yuca, castaños de indias… Y, por si fuera poco, también creó zonas zoológicas para poseer animales como una pantera, un cocodrilo o algún que otro mono.
Un proyecto de envergadura colosal, a la altura de su fortuna. Fue ni más ni menos que el tercer hombre más rico del país, por lo tanto, el dinero no era problema, así que contrató a uno de los constructores más de moda en la Cataluña del momento: Josep Fontserè i Mestres. Este ya había dejado su impronta en el Parc de la Ciutadella de Barcelona y no dudó en aceptar el encargo para desplazarse a Cambrils. Adonde llegó con todo su equipo, incluido un aprendiz de genio llamado Antoni Gaudí.
La triada del marqués, el maestro de obras y el aprendiz dieron rienda suelta a su imaginación. Crearon un conjunto donde el aristócrata pudo plasmar su agradecimiento a la isla cubana. Mientras que el arquitecto materializó diversos conceptos paisajistas en un mismo recinto. El paseo en Parc Samà deambula por zonas exquisitamente ordenadas al modo de los jardines franceses, mientras que otras son un elegante caos de aires ingleses, a lo que se suma cierto tono oriental en el área del lago artificial.
Y en cuanto a Gaudí, este sitio le sirvió para experimentar y convencerse de que la naturaleza debía inspirar el arte, un concepto clave en su futura arquitectura modernista. Sus obras posteriores se erigen en muchos lugares de Cataluña y de la península, pero tiene poca presencia en esta comarca del Baix Camp que le vio nacer. De hecho, las construcciones en forma de cuevas artificiales que diseñó en Parc Samà, donde incluso se trabajó a mano algunas ornamentaciones, son el legado creativo más cercano a su Reus natal.
Sin duda el resultado, mezclando especies arbóreas del trópico y autóctonas, seducía a propios y extraños. Un vergel pletórico para gozar a ras de suelo y también desde las alturas, ya que se levantaron estratégicamente varios puntos para otear los dominios del marqués como el Mirador del Bosque o la Torre del Ángulo, que ofrece la visión a lo lejos del Mediterráneo. Y, también sobre el lago, se levanta un mirador en forma de templete, que supone el capricho de una panorámica sobre la zona acuática, donde era posible navegar y darse un chapuzón.
Tal vez por su color verdoso parezcan aguas sucias, pero todo lo contrario. La mejor prueba es comprobar que ahí siguen nadando anátidas y tortugas, así como el fondo del lago está recorrido por las raíces de un monumental y centenario Ciprés de los Pantanos. Una especie emblemática de los manglares tropicales y de los que solo hay tres ejemplares en España.
Cuando todo estuvo culminado, el lugar ya era algo más que la residencia de verano de Salvador Samà i Torrens. Se convirtió en una finca de recreo para atraer a ilustres visitantes. Por aquí pasó lo más granado de la sociedad catalana y española, incluyendo a Alfonso XIII. No hay que olvidar que el II Marqués de Marianao, además de empresario de gustos refinados, fue un reputado político. Llegó a ser alcalde de Barcelona y senador en Cortes. Es decir, que Parc Samà era lugar propicio para deslumbrar a sus invitados, mostrar su poderío en todos los sentidos y negociar jugosos pactos económicos y políticos.
Como es lógico pensar, con huéspedes de tal calibre, el parque no era accesible para cualquier persona. Para que se abriera al público general hay que esperar a la llegada de su nieto y sucesor, el III Marqués de Marianao, Salvador Samà i Coll. Desde entonces es visitable. No obstante, la propiedad siempre ha permanecido en manos de la familia. E incluso a día de hoy los herederos de los indianos acuden con regularidad a su monumental palacio. De hecho, su residencia es la única parte del conjunto que no se puede visitar y hay que conformarse con apreciar desde fuera su arquitectura ecléctica, fusión de diversos estilos históricos.
Todo lo demás queda expuesto a los visitantes, bien sea en rutas guiadas o por libre. Unos itinerarios que pueden durar cuanto uno quiera. Se desaconsejan las prisas. Hasta existe un área de pícnic a la que llevarse la comida o es posible comprarse algo allí mismo. Y hablando de compras, junto a la cafetería y la recepción, hay una tienda con productos agrícolas de la finca y del entorno: vino de diversas denominaciones de origen tarraconenses, aceites gourmet o miel. Y, por supuesto, está presente el emblemático vermú.
En concreto Yzaguirre Vermouth, una bodega asentada en Reus casi coetánea a la fundación del Parc Samà. Un vínculo local y en el tiempo que ahora se materializa con una sala donde los visitantes catan este licor en sus diferentes variedades, descubriendo así que puede ser algo más que un aperitivo.
La cata y venta de productos locales plasma el compromiso de Parc Samà con su entorno, con Cambrils y la Comarca Baix Camp. De hecho, en un área esencialmente turística como la Costa Daurada, el parque es un reclamo en sí mismo. Al fin y al cabo está declarado Bien de Interés Cultural y se integra en la Red de Jardines Históricos Europeos. Por eso no extraña que, en tiempos prepandémicos haya superado los 115.000 visitantes anuales, casi la mitad de ellos extranjeros.
Tales cifras son el resultado del resurgir acaecido en los últimos años. No toda su historia fue tan boyante. Tanto por el desinterés sufrido durante décadas como por coyunturas como la Guerra Civil, cuando se convirtió en hospital y campo de instrucción para la llamada Quinta del Biberón. Jóvenes casi imberbes que en tan solo tres días salían de este refugio tropical para luchar en las trincheras republicanas de los frentes del Ebro o del Segre.
No obstante, antes de que acabara el pasado siglo XX, pasó a ser propiedad de Alfons de Fontcuberta y Samà, VII Marqués de Marianao, y eso supuso un cambio de rumbo, fraguado durante un viaje del aristócrata a California. Ahí conoció parques con interesantes experiencias turísticas y decidió aplicar un modelo similar. Ese fue el germen de la actual programación de actividades y, como homenaje a aquel emprendedor, el actual Parc Samà le homenajea en uno de los espacios más íntimos: un nuevo invernadero desbordado de plantas exóticas que no dejan de escuchar música clásica.
La relación entre la música y el parque no es nueva. Ester Llevat recuerda que “las primeras ediciones del Festival Internacional de Cambrils se celebraron aquí. Actuó la Caballé, Josep Carreras o Aute”. Pero el tipo de eventos se han ido diversificando y tematizando para vincularlos con el lugar. “Hacemos la Fiesta del Modernismo y de los Indianos -nos cuenta Ester- que en junio de 2022 tendrá su cuarta edición. Volverá a haber visitas teatralizadas o se podrá degustar la caña de azúcar. Por cierto, un producto que se cultivó en Cuba pero llegó a América durante el segundo viaje de Colón”.
También durante la Fiesta del Modernismo se inaugura el Laberinto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el maizal vecino a la Torre del Ángulo. “Cada verano los visitantes se pierden por ese laberinto para ir realizando diferentes pruebas, todas ellas relacionadas con la sostenibilidad. Un lema muy importante para nosotros”.
La prueba es que el Parc Samà no solo lleva a cabo actividades turísticas o culturales, también desarrolla programas de conservación para especies en peligro como el faisán dorado o la tortuga mediterránea. Es la actualización de la vertiente zoológica que tuvo en sus comienzos y que todavía se mantiene con espacios como el aviario, el bosque de los gamos o con los pavos que andan libres por el parque, pese a sufrir el acoso inmisericorde de ciertos niños. En definitiva, que el Parc Samá, tras más de 140 años de historia, parece más vivo que nunca y con cuerda para rato.
En general... ¿cómo valorarías la web de Guía Repsol?
Dinos qué opinas para poder mejorar tu experiencia
¡Gracias por tu ayuda!
La tendremos en cuenta para hacer de Guía Repsol un lugar por el que querrás brindar. ¡Chin, chin!