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La Almedina es un enclave con sabor a tradición donde el tiempo se detiene. Allí, en la que fue la Medina que surgió en el año 955, se ha apostado en los últimos tiempos por la cultura y por el buen gusto para devolver a este lugar la vitalidad y el prestigio de antaño.
Los límites de este entramado de calles y lugares llenos de historia son la calle de la Reina, el Cerro San Cristóbal, la Avenida del Mar y el Parque Nicolás Salmerón. Atravesamos el casco histórico de Almería, pasamos junto a la Catedral, emplazada sobre la antigua Mezquita, y las casas empiezan a cambiar su fisonomía. Se respira el viaje al pasado.
La calzada comienza a tomar altura y, entre las callejuelas, vemos la grandeza del monumento por excelencia de esta ciudad, la Alcazaba, la primera de nuestras paradas. La fortificación captura toda nuestra atención. Y tomados por este espíritu defensivo de la antigua Medina, el camino nos conduce hasta la calle Almanzor donde se encuentran las otras dos: la Asociación Socio-Cultural La Guajira y la Tetería-Restaurante 'La Almedina'.
Desde el exterior produce admiración su grandeza ajena al paso de los siglos. Es fácil ceder a la tentación de sacar el móvil para llevarte su imagen en el bolsillo y poder verla una y otra vez. Adentrarse en este monumento construido hace casi mil años, saciará tu sed de curiosidad.
Además, imaginar a Harrison Ford abriendo sus brazos al Mediterráneo desde la parte más elevada de este monumento en Indiana Jones y la última cruzada, o a Jorah Mormont de Juego de Tronos sentado en las escalinatas que dan paso a la Torre de la Vela, no hace sino aumentar las ganas de llegar. Y es que, si ya es de sobra conocido que Almería es tierra de cine, la Alcazaba constituye uno de sus principales escenarios.
Arturo del Pino, el director desde enero de 2017, está dispuesto a satisfacer todas las preguntas, en un día donde el cielo azul y el sol auguran solo cosas buenas. "Los objetivos planteados para la Alcazaba son la investigación, conservación, difusión y comunicación del patrimonio. Y el trabajo que aquí se realiza durante todo el año da como resultado que cerca de trescientos mil visitantes acudan anualmente a conocerla. También atendemos a niños y a jóvenes, porque es clave que las nuevas generaciones palpen la historia y, para ello, nada como tocar las murallas de la Alcazaba" explica Del Pino, orgulloso de este conjunto monumental y arqueológico de origen árabe.
Entre las variadas rutas con que cuenta, el director destaca la que se hace en torno al patrimonio hidrológico del monumento, así como la Ruta del cine, donde cobra un especial protagonismo la Torre del Homenaje. Es aquí donde el visitante descubre una jugosa exposición de elementos usados en cintas como Juego de Tronos, Indiana Jones y la última cruzada, Conan o El viento y el león, por citar solo algunas de las películas que han elegido la Alcazaba como marco idóneo. Las visitas teatralizadas, los conciertos al aire libre o las lecturas poéticas se potencian también con la llegada del buen tiempo y dinamizan las visitas.
Mientras charlamos, va transcurriendo el paseo por los distintos recintos. En las tres zonas diferenciadas: la entrada, marcada por la Puerta de los Espejos y la Torre de la Justicia que la alberga; la ciudad palaciega, a la que da entrada el Muro de la Vela, donde destacan las ruinas de la residencia de Almotacín y el mirador de la Odalisca; y el tercer y último recinto, construido bajo el mandato de los Reyes Católicos cuando conquistaron Almería a finales del siglo XV, y que cuenta con una zona adaptada a las necesidades militares de la época, cuyo patio de armas queda flanqueado por la Torre del Homenaje, la Torre de la Noria del Viento y la Torre de la Pólvora, de forma semicircular y desde las que resultan espectaculares las vistas de toda la ciudad desde distintos ángulos.
Han pasado volando las tres horas desde que entramos en la Alcazaba. Arturo del Pino nos despide con una frase que resume la experiencia: “La Alcazaba está para vivirla con los cinco sentidos. Es un legado cultural impactante, además de un espacio verde y libre que cuenta con una gran biodiversidad y tiene las mejores vistas de la ciudad y del mar que se puedan encontrar”.
Abrió sus puertas en junio de 2012. Parece mentira que hayan pasado ya seis años desde que Hesú de la Guajira, Manuel Góngora y Estela García, sus socios fundadores, se unieran en esta apuesta por dar a la zona la vida que se merece. La idea era innovadora y la apuesta fuerte: un centro cultural donde los ciudadanos de Almería y otros visitantes pudieran disfrutar de distintas actividades y devolvieran, a cambio, la vida y el bullicio a las calles que fueron el germen de esta ciudad.
Hesú y Manuel nos cuentan que ellos vivieron en Barcelona unos años y allí ya estaban implicados en asociaciones de autogestión. Cuando venían a Almería no encontraban ningún sitio donde poder cubrir sus inquietudes, así que de ahí surgió la idea y, gracias a un grupo de amigos, consiguieron levantar esta casa, de fachada azul, donde cada semana el disfrute se hace patente para todos los que deciden formar parte de esta asociación.
El acceso a las actividades que ofrece 'La Guajira' de miércoles a viernes es preferente para los socios, que, por tres euros al año, reciben la programación mensual y tienen la posibilidad de reservar un lugar para dejarse llevar por una propuesta que abarca desde conciertos flamencos o de jazz hasta charlas culturales, pasando por cine, exposiciones o jam sessions. en un lugar acogedor en invierno que se traslada a la azotea durante los meses de verano con las murallas de la Alcazaba de fondo y las estrellas como único manto que acaricia a todo el que atraviesa el umbral de su puerta.
En los años en que 'La Guajira' lleva siendo un referente cultural de esta zona y, en general, de la ciudad de Almería, han pasado por las tablas de su escenario artistas locales, nacionales e internacionales que se dejan la piel para deleite de los asistentes. "Entre 35 y 55 años se encuentra el rango medio de edad que se deja atrapar por la magia de este lugar", nos relata Hesú. Se trata de un público heterogéneo que encuentra aquí un lugar donde tomarse algo, disfrutar de la música, del cine, del teatro y de charlas interminables, porque, claro, ante tanta motivación, surgen interesantes conversaciones y amistades eternas.
Después de la entrevista, de pedir unas cervezas y unas tapas de tortilla de patatas y empanada, nos sentamos para dejarnos llevar, esta noche, por el arte flamenco de artistas de la tierra: Toni y Luis Santiago al baile, acompañados por las voces de Antonio García El Genial y Cristo Heredia, la guitarra de José Bellido y las palmas de Juan Andrés Heredia. Claro que lo que empieza con una mezcla tan explosiva bien puede acabar con despedidas a lo grande que nos levantan a todos de nuestros asientos para no cesar en el aplauso e intentar que el sueño nunca acabe.
Hace años, desde 2003 concretamente, que la Tetería-Restaurante 'La Almedina' cuenta con un local coqueto y especial en la calle Paz, número 2. Sin embargo, sus dueños adquirieron un solar muy cerca de allí, en la calle Almanzor, la misma de la Alcazaba, y, poco a poco, fue forjándose la idea de un lugar que pudiera albergar a más personas, además de otro tipo de eventos culturales. Así nació la versión ampliada de 'La Almedina'.
Hablamos con Yolanda Martínez Lirola, la encargada, que rebosa amabilidad y verdad en sus palabras y en su mirada. Nos cuenta que, desde que el nuevo espacio de la Tetería-Restaurante 'La Almedina' abriera sus puertas, el 21 de julio de 2017, le faltan horas en el día. Cierra los lunes y algunos martes, pero el resto de la semana abre a partir de las 11.30 de la mañana. Damos fe de que se entrega en cuerpo y alma para coordinar a su equipo, así como para atender de forma personalizada a todo el que cruza el arco de la puerta.
Le preguntamos qué se quiere ofrecer al cliente en 'La Almedina' y nos responde que lo que todos se encuentran al llegar allí es "un ambiente bueno, sin los excesos que puede desencadenar el alcohol –pues no se sirve–, un trato familiar, un espacio donde se desarrollan tertulias, en el que tiene cabida cualquier actividad cultural (desde conciertos hasta presentaciones de libros) y, donde, además, tanto la carta de tés y pastas árabes como el resto de la gastronomía que se sirve aquí son de la máxima calidad".
Charlando con ella, quise saber más sobre el germen de este negocio: "La idea surgió de un grupo de amigos, todos españoles y atraídos por la cultura islámica, que un día nos reunimos para hablar sobre las posibilidades de este barrio, que fue la semilla inicial de la actual ciudad de Almería. Formamos un grupo, Asociación en Recuerdo de La Almedina, y pensamos en devolver al barrio la vida de otro tiempo", cuenta Yolanda. Además, amantes de la cultura vieron en este lugar un espacio donde artistas de diversa índole pudieran exponer su arte. Somos testigos de lo especial de la cena amenizada de los sábados. En esta ocasión, es un privilegio asistir al concierto de El Carrete, con Edu El Socio a la guitarra, que ameniza la noche a ritmo de bulerías y tarantos.
Parece que todos nuestros sentidos se ocupan en algo: el oído en los acordes flamencos, el tacto en el acompañamiento de las palmas, la vista en el ambiente agradable que se respira entre los asistentes y el gusto y el olfato en saborear los platos que hacen las delicias de cuantos allí estamos.
Todo lo que se ofrece en la carta es comida marroquí o típica de Túnez o del Líbano: empanada, tabulé, humus, mousaka, cous-cous o bastela, entre otras exquisiteces. Las bebidas, como la que supone el sello de la casa –la limonada con hierbabuena– son naturales en su totalidad, el pan y los pasteles son elaborados por ellos. Todo se rige por el principio de halal, que significa "bueno para el cuerpo".
No pasa desapercibida la jefa de cocina de este lugar, Khadija. De familia dedicada al universo gastronómico, ella cambió su trabajo en la cocina del barco que recorría el trayecto Almería-Marruecos por otra en las inmediaciones del puerto enseñando a todos sus discípulos los secretos de la gastronomía árabe, para que los que decidan acudir a este lugar no olviden la riqueza que supone la mezcla de culturas.
Es otra de las mujeres especiales que forman este equipo humano. Siete en total son los componentes de esta nueva embarcación en tierra, la Tetería-Restaurante 'La Almedina', un espacio a través del cual poder viajar sin moverse de las calles del casco antiguo de Almería.
Así, después de zambullirnos en la historia a través de los edificios monumentales, la música, el cine, la cultura, el arte, la gastronomía y, sobre todo, la buena gente, nos vamos del barrio de la Almedina con ganas de volver muy pronto. Mientras bajamos por la calle Almanzor, mirando de vez en cuando hacia atrás, vienen a mi memoria las palabras que el poeta gallego José Ángel Valente dedicó a este lugar, donde vivió varios años:
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