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Muy poco conocidas, y quizá por ello tan bien conservadas, la costa de la Sierra de Irta en la provincia de Castellón esconde un conjunto de calas y playas de un excepcional valor ecológico y paisajístico. Son variadas las rutas que se pueden hacer por la zona, desde las más montañeras a las de costa, incluyendo ermitas o el castillo de Alcalà de Xivert. Además, presentan diferentes niveles de dificultad para satisfacer tanto a los más expertos como para hacer con niños.
Este itinerario propone recorrer la reserva marina y natural de cala en cala. Senderos donde perderse y reencontrarse con la mar, descubriendo rincones y playas de cantos rodados, arena o conchas. Una variedad de experiencias de ocio y deporte en plena naturaleza que permite explorar el paisaje en múltiples combinaciones. Nuestro compromiso como visitantes será el respeto y mantenimiento del mismo para disfrutar de esta maravilla durante muchos años.
Pocos placeres son tan gratos como tumbarse a descansar a la orilla del mar, sin que nuestra mirada tropiece con edificios ni urbanizaciones. En Irta podemos disfrutar del abrazo entre el bosque y el mar, fundiéndose el verde con el azul y el olor de salitre marino con el de las plantas aromáticas.
Los municipios de Alcossebre y Peñíscola comparten esta excepcional línea virgen de costa. El faro de Irta, al final del pueblo de Alcossebre, es un buen lugar para iniciar la excursión, que se puede hacer en bicicleta o paseando, con diversos itinerario BTT (bicicleta de montaña) y PR (Pequeño Recorrido), o en coche por la pista forestal. En cualquier caso debemos ir preparados con agua, calzado apropiado, gorra, protección solar y nuestro picnic, ya que no son playas urbanizadas, aunque las principales disponen de aparcamiento.
Comenzamos en la Cala Mundina, la más próxima a la localidad de Alcossebre y desde la cual podemos apreciar el Faro de la Sierra de Irta. Esta cala tiene difícil acceso para el baño pero es un acierto para sentarse a disfrutar del atardecer. Paseamos entre palmito (la única especie de palmera endémica), pinos carrascos, hinojo, tomillo y otras especies mediterráneas moldeadas por la erosión marina para encontrarnos a continuación diversas calas, tanto de roca (Cala Serradal) como de cantos rodados (Cala Alcossebre).
La siguiente que encontramos es la Cala Ribamar, una de las más tranquilas y bonitas, donde costa y sierra se funden. Siguiendo la pista en dirección Peñíscola se encuentra la Cala Argilaga, que dispone de aparcamiento. Esta cala es más amplia que las anteriores y en sus cuevas naturales podemos refugiarnos del sol. A partir de aquí, la pista discurre en paralelo a la Cala Basseta, donde podemos apreciar las formas producidas por la erosión del aire y el mar en la orilla de la costa, hasta llegar al Cabo de Irta, en cuya playa también podemos estacionar nuestro coche.
Cualquiera de estas calas son perfectas para practicar snorkel, ya que la belleza del paisaje no se acaba en la superficie. Al contrario, se multiplica cuando nos sumergimos en sus fondos marinos, llenos de escollos, bancos, bajos y praderas de posidonia, que son el refugio natural para tantas especies sobreexplotadas por la pesca. Todo un espectáculo para nuestros sentidos sin necesidad de ser un buceador experto. Muy cerca de la orilla podemos observar una gran variedad de pequeños peces y cangrejos, pulpos, estrellas de mar y, si tienes suerte, hasta tortugas.
Las siguientes playas son las favoritas de los visitantes: la Playa del Pebret y la Playa del Russo desde las que se ve el imponente perfil de Peñíscola (escenario de muchas novelas, películas y series, Juego de Tronos entre ellas). La Playa del Pebret está compuesta por conchas, tan finitas que casi parecen granos de arena, y dispone de merenderos con sombra donde hacer un pícnic y un sendero de madera para facilitar el paseo entre la naturaleza a las personas con movilidad reducida.
Encontramos en este lugar una de las pocas edificaciones de la costa: la rehabilitada Casa del Carabinero, que también dispone de aparcamiento. La playa del Russo es de arena fina y es la preferida por las familias. Junto a estas calas se puede aprender de botánica en sus hermosas dunas con flora autóctona, como las plantas de lirio marino; además de pequeños acantilados.
A partir de este punto la excursión asciende en una considerable pendiente hasta la Torre Badum, que es accesible en coche. La subida en bici o andando solo se recomienda para los más deportistas. La Torre Badum es una torre de vigilancia del siglo XVI cuya misión era alertar de la llegada de piratas. Su localización a 97 metros sobre el nivel del mar permite unas vistas espectaculares de toda la costa. Siguiendo el camino, podemos llegar hasta Peñíscola, si bien la carretera es algo tortuosa bordeando continuamente acantilados espectaculares. Nuestra recomendación es volver por la pista hasta Alcossebre, nuestro punto inicial de partida.
Hay que recordar que nos encontramos en el interior del Parque Natural de la Sierra de Irta, un espacio protegido en el que no están permitidas una serie de actividades bajo sanción: encender fuego, molestar a los animales –en especial a las tortugas–, dañar la flora, dejar basura o la acampada libre.
Si nos planteamos una escapada de más de un día, podemos alojarnos en el 'Camping Ribamar', un alojamiento sostenible de cuatro estrellas apenas a cien metros de la playa y en pleno parque natural. El camping dispone de amplias parcelas de caravana, así como confortables bungalows de madera, un restaurante, actividades infantiles y hasta una piscina respetuosa con el medio ambiente que no utiliza productos químicos.
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