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Al noreste de la provincia de Huesca, el Parque Natural Posets-Maladeta presume de la mayor concentración de cumbres del Pirineo por encima de los 3.000 metros de altitud. Por eso también presume de la mayor concentración de los últimos glaciares al sur de Europa, si es que todavía podemos llamar glaciares a esas escasas masas de hielo a punto de desaparecer. Su retroceso es una noticia dramática, pero tener la oportunidad de presenciar este proceso, si lo vemos con frialdad, es un lujo que nos permite, entre otras cosas, disfrutar de los más de cien ibones que hay en el parque.
La estrella indiscutible de esta reserva natural es el pico Aneto, que con sus 3.404 m de altitud, es la cumbre que todos quieren hollar. Se trata del pico más elevado del macizo de la Maladeta, la pieza oriental de los dos macizos que componen este Parque Natural. El occidental, por medir solo 35 metros menos que su hermano, es mucho menos conocido y transitado: el macizo de Posets o Llardana, uno de los más remotos y reconocibles del Pirineo, que toca techo a 3.369 m. Entre medias de ambos, la bella Benasque es algo así como nuestro pequeño Chamonix.
Alrededor del Posets nos vamos a encontrar con tres refugios de montaña que parece que se hubieran construido con precisión milimétrica para que podamos trazar esta ruta circular en cuatro días de marcha con sus tres noches. Dependiendo del punto de partida, el recorrido oscila entre 40 y 45 km, casi siempre por senderos bien señalizados, bastante llevaderos y sin pasos peligrosos. La excepción aparecería si se quiere asaltar la cumbre del gigante, donde sí surgen escasas dificultades; los 10 km extra que exige la subida y la bajada pueden servir de excusa para prolongar un día la aventura.
Por el lado occidental del macizo tenemos el refugio de Biadós o Viadós (1.760 m). Es el único al que se puede llegar en coche gracias a una pista forestal de unos 10 km desde sale desde San Juan de Plan. Se sitúa en un punto bastante idílico, junto a prados donde pasta ganado y próximo al barranco Añes Cruces, donde te puedes dar un modesto chapuzón. El inconveniente de comenzar desde aquí la ruta es que, si se quiere pasar las noches en refugio, habría que completar el circuito en tres días y dos noches a razón de 15 km al día, algo que, en realidad, es bastante asequible para cualquiera que se mueva habitualmente por la montaña.
Por el sur tenemos el refugio de Ángel Orús (2.150 m), que es el que utiliza la mayoría de montañeros que quiere ascender al Posets. Para llegar a él hay que conducir hasta la localidad de Eriste y, desde allí, tomar uno de los autobuses de línea que suben hasta el aparcamiento de Espigantosa (9 salidas diarias; 8 € el billete sencillo), ya que en temporada la carretera se cierra al tráfico. Desde el aparcamiento habría que caminar unos 4 km y salvar unos 600 m de desnivel hasta el refugio, una construcción de tintes épicos, asomada peligrosamente al valle desde una repisa. Hacer dos noches en este refugio es una opción interesante para los que quieran ascender al Posets con toda la calma.
Por el lado oriental, el tercero de los abrigos de la ruta alrededor del Posets es el refugio de Estós (1.890 m), al que se llega desde el aparcamiento homónimo, accesible desde Benasque. Una vez en el aparcamiento tendremos que caminar unos 7 km y ascender unos 500 m hasta el refugio. Lo más habitual es comenzar la Ruta de los Tres Refugios bien desde el aparcamiento de Espigantosa, bien desde el de Estós, ya que así podemos hacer un primer día de caminata tranquila, a modo de toma de contacto con la montaña y el material. Quienes vayan a vivaquear lo tienen más fácil para distribuir el recorrido a su gusto, aunque tienen que tener en cuenta algunas normas.
Mientras que cada vez se restringe más y más la posibilidad de vivaquear en el Pirineo, la normativa del Parque Natural Posets-Maladeta establece que se puede pernoctar en su territorio, siempre y cuando se haga a más de 2.000 metros de altitud y distanciándose más de 500 metros de los refugios. Los que quieran usar una tienda de campaña, tendrán que hacerlo siguiendo las mismas reglas, siempre y cuando la monten después de la puesta de sol y la desmonten antes del amanecer. Teniendo en cuenta que buena parte del recorrido se realiza por encima de los preceptivos 2.000 m, resulta sencillo planificar la ruta para ajustarse a la norma.
Nuestra idea es salir del aparcamiento de Estós cargados con material para poder ir improvisando, de manera que haremos dos o tres noches, dependiendo de lo a gusto que estemos. Es una opción interesante, ya que los primeros 10 km, precisamente hasta unos 2.000 m de altitud, son de una subida llevadera. De hecho, los primeros 5 km se hacen por una pista forestal que termina en la mítica Cabaña del Tormo, la misma a la que Celtas Cortos cantó en su Veinte de abril.
Este primer tramo por el valle de Estós es una delicia paisajística: caminamos entre anchas praderas, en paralelo a un caudaloso río Estós, con vistas al macizo del Perdiguero de frente, al de la Maladeta a la derecha, y al de Posets a la izquierda. Poco a poco iremos virando hacia occidente hasta encarar el refugio de Estós, que se aparece a unos asequibles 7 km, justo cuando el terreno comienza a tornarse un poco más rocoso. Al dejarlo atrás, la vegetación irá desapareciendo y comenzará la pequeña tortura que supone ascender al puerto de Chistau, a unos 2.600 m y a unos 14 km del parking de Estós.
Junto al puerto de Chistau, vale la pena desviarse hasta el casi extinto ibón de Posets, que a día de hoy se podría definir como una especie de humedal de alta montaña, cuyo último hilo de agua se pierde en un misterioso sumidero. Apartándonos prudencialmente de la humedad de este paraje, encontramos una explanada bien protegida del viento que nos parece idónea para pasar la noche. Pero antes hacemos un último esfuerzo para asomarnos a un atardecer de película donde, si la orientación no nos falla, debemos estar viendo la silueta del Monte Perdido por el horizonte.
A la mañana siguiente, el día arranca felizmente cuesta abajo, en paralelo al barranco de Chistau, con vistas a cumbres sugerentes que muestran, bajo finas películas de vegetación, los viejos estratos submarinos de los Pirineos. La confluencia del barranco de Chistau con el de Añes Cruces, a unos 2.000 m de altitud, marca una frontera a partir de la cual empieza una fiesta del agua. Justo aquí giramos a la izquierda y ponemos rumbo sur en paralelo a un barranco lleno de pozas espectaculares aunque un tanto inaccesibles; más adelante, aunque no sean tan pintorescas, sí serán mucho más asequibles.
Camino del refugio de Viadós, un sendero estrecho que se eleva sobre el barranco de Añes Cruces ofrece, probablemente, las mejores vistas posibles al macizo de Posets en su conjunto. Al cabo de unos 6 km desde el puerto de Chistau habremos llegado al refugio de Viadós, que nosotros apenas observamos desde la distancia, porque volvemos a girar a la izquierda para continuar con el circuito. A unos 1.700 m de altitud, cruzamos el barranco y nos refrescamos antes de encarar la subida físicamente más dura de la ruta: la del collado de Eriste o de la Forqueta, que tras 6 km nos situará en el techo de la ruta, a unos 2.850 m.
La ascensión al collado de Eriste nos acerca a los paisajes más hostiles del Monumento Natural de los Glaciares Pirenaicos, unos de tintes lunares donde ya ni siquiera hay marmotas ni sarrios, y se impone la roca seca. Por eso conviene subir bien cargados de agua y no confiar en la Fuente Ferrosa, cuyo sabor a hierro se hace demasiado fuerte. Desde el collado, solo un kilómetro más abajo aparece el enorme ibón de Llardaneta, cuyas orillas son el punto de vivaqueo más concurrido del macizo, ya que quedan al pie de sus cumbres más ambiciosas. También sirve para quienes, como nosotros, hacemos la Ruta de los Tres Refugios, pero sin refugios.
Aunque está a unos 2.660 m, el sol se pone pronto y sale tarde en el ibón de Llardaneta, porque está encajonado en un circo glaciar espectacular. Y como el día amaneció nublado, pasamos algo de frío hasta que por fin se levantaron las nubes de camino al refugio de Ángel Orús. No necesitamos hacer uso de sus instalaciones, así que nos evitamos hacer el desvío hacia el refugio y seguimos directos hacia el ibón de Eriste, aunque de lejos podemos admirar esta construcción osada. El sendero es relativamente llano, pero su subibaja marca el inicio del tramo más “técnico” de la ruta, si bien los más habilidosos ni siquiera van a necesitar ayudarse de las manos.
Una vez en el ibón de Eriste o de Grist, nos adentramos en una de las zonas del Pirineo con mayor concentración de lagunas glaciares, aunque todavía no podemos verlas porque estamos demasiado abajo. El último gran esfuerzo de la ruta, la subida hasta el ibón y collado de La Plana, es el precio que hay que pagar para conseguir otra de las grandes panorámicas del macizo de Posets, ahora desde su flanco suroriental, que crea generoso una serie de repisas donde casi en cada una aparece un ibón más grande o más pequeño. Son ibones solitarios y de alta montaña, a los que solo los rodea la roca.
Desde el collado de La Plana, a unos 2.700 m de altitud, solo queda una larguísima bajada de algo más de 10 km hasta el parking de Eriste. Es muy sencilla en la parte final, pero algo incómoda en su primer par de kilómetros. Como hoy solo llevamos 5 km desde el ibón de Llardaneta, podríamos completar la Ruta de los Tres Refugios en tan solo dos noches, pero no apetece salir de este paraíso: la zona de los ibones Batisielles es una auténtica delicia, justo en el punto donde comienza a aparecer la vegetación, pero todavía tenemos las ventajas de estar por encima de los 2.00 m.
Decidimos hacer noche en alguno de sus llanos para que, al día siguiente por la mañana, antes de poner rumbo al coche, nos acerquemos a conocer una de las lagunas más pintorescas del Parque Natural: el ibón de Escarpinosa, ya sí sumergida de lleno en un bosque frondoso. Hay dos opciones para llegar. A los pies del collado de La Plana, cuando aparece un pequeño grupo de pequeños ibones sin nombre, se podría haber tomado la recta a través del ibón de Perramó. Pero como no queríamos perdernos Batisielles, decidimos bajar hasta el ibonet de Batisielles, el más bajo de este grupo, y desde allí remontar el barranco de la Agüeta, donde aparecen pozas bien refrescantes.
El ibón de Escarpinosa, justo a 2.000 m de altitud, queda muy próximo al aparcamiento de Estós. Podríamos decir que tener una relación esfuerzo-recompensa óptima, así que es lógico que sea uno de los más concurridos del Parque Natural, si no el que más. La cantidad de gente que ahora se nos aparece por el camino nos hace darnos cuenta de que, para ser verano y estar en uno de los puntos calientes del Pirineo, lo cierto es que nos hemos cruzado con bastante poca gente por la ruta. Cosas que uno piensa mientras por el horizonte vuelven a saludar el Perdiguero y la Maladeta, como ya hicieron el primer día al poco de salir.