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Desde la Antigüedad, los seres humanos han cubierto su cuerpo de arena o lodo sabedores de sus amplios beneficios para la salud. Además de ser una importante fuente de belleza, su acción terapeútica está basada en su gran poder de absorción, su acción mineralizante y su capacidad para neutralizar la acidez y el efecto estimulante de la cicatrización, por lo que su uso se recomienda en muchos tipos de patologías de la piel.
El alto poder de conductividad calórica hace que el barro también tenga propiedades antiinflamatorias y se recomienda para el reumatismo, la artritis, la gota y las rehabilitaciones después de fracturas óseas, siempre con temperaturas altas y al sol, para que se seque rápidamente, además de en afecciones de garganta.
Sin embargo, no todos los barros son adecuados. Estudios realizados en España por la Universidad de Murcia (1995) han revelado que los sedimentos que contiene el lodo de la zona conocida como Las Charcas, en el mar Menor (y cada lodo es un mundo) poseen un alto porcentaje de cationes, calcio, magnesio, potasio y flúor, así como aniones, cloruro y sulfato. Pero las verdaderas artífices de las propiedades atribuidas a los lodos es el tipo de arena, que ha de ser fina o muy fina, señalan en dicho estudio, y en el caso del mar Menor se cumplen también estos requisitos.
Por otro lado, los amantes de la fangoterapia recomiendan aplicaciones de, al menos, entre seis y nueve días seguidos para notar sus efectos beneficiosos, aunque para esto no exista consenso entre sus seguidores.
Esta playa cuenta con tres atractivos principales: su duna declarada Monumento Natural en 2001, su cercanía a las ruinas romanas de Baelo Claudia y sus piscinas naturales, donde sus lodos atraen a miles de veraneantes todos los estíos.
La fama de los barros del mar Menor está bien merecida y comprobada por estudios de la Universidad de Murcia; aseguran que sus sedimentos contienen un alto porcentaje en flúor, calcio, potasio o magnesio, entre otros elementos con importantes efectos cicatrizantes, por lo que suelen ser frecuentadas por personas con patologías tan diversas como problemas de la piel, rehabilitación de fracturas óseas, artritis o afecciones de garganta.
Al sur de la isla pitiusa, esta cala, también conocida como Sa Caleta, es muy popular entre los lugareños. Uno de los atractivos de esta pequeña playa es el barro arcilloso situado en las rocas al final de la bahía. Solo hay que acercarse a ellas con un poco de agua de mar, mojar la tierra hasta que quede con la consistencia deseada y aplicarla por el rostro y el cuerpo, también hay quienes se la echan en el cabello, y dejarla secar.
Mientras tanto, puedes aprovechar, por ejemplo, para hacer una excursión al cercano asentamiento fenicio del siglo VIII a.C. que se encuentra sobre el acantilado. Después, solo hay que meterse en el agua para eliminar la capa de barro. Así, habremos tomado un baño tonificante con exfoliación incluida.
Es muy habitual ver bañistas cubiertos de barro paseando de arriba abajo por esta playa nudista esperando a que el sol los seque. Famosa por la pared de su despeñadero, formada por un mineral grisáceo, al mojarla con agua de mar se consigue un rico barro al que se le atribuyen propiedades regeneradoras de la piel.
También conocida como la cala de Llucalcari, esta bonita playa pequeña y rocosa tiene un acceso complicado. De ahí que no esté muy concurrida y sus bañistas practiquen naturismo.
Se accede por una rústica canalización, una fuente de agua dulce que brota no muy lejos. Suele dar agua durante todo el año, por lo que en verano resulta muy agradable para beber y quitarse la sal del cuerpo aunque, también se utiliza para hacer lodoterapia porque los visitantes la mezclan con la arcilla del suelo y se regalan reconfortantes baños con los que nutrir y mejorar el aspecto de la piel.
En las inmediaciones del Parque Natural dels Aiguamolls de L'Empordà la asociación sin ánimo de lucro Sanamolls ha creado un espacio propio de dos hectáreas para vincular a las personas con la naturaleza y que cuenta con unos baños de barro al aire libre convertidos ya en todo un reclamo de la zona. Aquí los 'pacientes' se embadurnan con arcilla perfumada con aromas naturales para que el lodo atrape gérmenes y bacterias, purifique, suavice y ralentice el envejecimiento de la piel.
Después del secado, una buena ducha y si se desea, uno de los masajes que Sanamolls ofrece en su carta (terapéutico, tailandés, hindú…) para salir de allí con las pilas recargadas y una inyección de bienestar, salud y belleza. Además, como el baño abre el apetito, se invita a los bañistas a recorrer la huerta para degustar los productos recién recolectados.
Esta playa de arena fina y aguas cristalinas está enclavada en un paisaje fantástico rodeada de acantilados, pinos y sabinas. Además de por su cercanía al Parque Natural de Doñana, y por tener en su arenal las ruinas de una de las torres almenaras que el rey Felipe II mandó construir en la región en el siglo XVI, ante posibles ataques de piratas berberiscos, la playa cuenta con otro atractivo popular, sus baños de barro.
Hay manantiales de agua dulce que brotan de las paredes de los acantilados y que forman una especie de limo con el que los bañistas se frotan, sobre todo en verano, para atrapar todas sus propiedades curativas.
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