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Es el típico pueblo del Pirineo aragonés, en el norte de la provincia de Huesca. Y aunque está hundido en un valle para defenderse del viento y absorber las horas de sol, su altura (1.305 metros sobre el nivel del mar) y la conjunción de dos ríos (Gállegos y Aguaslimpias) le recompensan con una temperatura media de 13,4 grados en verano, ideal para descubrir la iglesia gótica de Nuestra Señora de la Asunción y el medieval Puente del Paco. Pero también para entregarse a las caminatas por el Circo de Piedrafita, los Picos del Infierno, el Ibón de Anayet… casi siempre atestados de montañeros que pasan del bochorno playero.
La primera aldea gallega del Camino de Santiago Francés se eleva por encima de los mil metros en la comarca de Los Ancares de Lugo. Y esto lo notan los peregrinos que discurren por este bello enclave, declarado Conjunto Monumental por su rico patrimonio prerrománico y sus características pallozas, que son construcciones típicas de piedra con el techo de paja. Sus 17 grados en época estival hacen mucho más llevadero este mítico viaje.
Las estadísticas meteorológicas señalan el límite de las provincias de Teruel y Guadalajara como la franja que registra las temperaturas mínimas más bajas durante el periodo veraniego. Precisamente aquí se emplaza Griegos, que tiene el honor de estar catalogado como el pueblo más frío de España. En sus bellas calles empinadas tan propias de la Sierra de Albarracín habrá que prescindir del abanico, puesto que ha habido agostos, cuentan, en los que no se han superado los 0 grados. Es lo que tiene formar parte de los Montes Universales y estar cobijado bajo la Muela de San Juan, lo que también le otorga, por cierto, una naturaleza prodigiosa.
Nada de sudar la gota gorda en este bello municipio a unos veinte minutos de la famosa estación de esquí. Porque aunque en invierno las mínimas son del todo gélidas, el periodo estival se asemeja por estos lares a una brillante primavera. Unos 15 grados de media recoge en estos meses este rincón de La Rioja, donde la gastronomía exquisita, regada con vinos universales, es una de sus grandes bazas. Aquí el verano deja paso a la caza y la pesca, al senderismo por sus frondosos alrededores y a unas fiestas de marcado sabor popular a las que habrá que asistir equipados para el fresquito.
La provincia de León tiene en este pueblo a los pies de los Picos de Europa uno de sus exponentes más fríos. Apenas unos 12 grados alcanza el verano en este antaño asentamiento medieval, localizado en la comarca del Alto Porma. Lagos de origen glaciar, pantanos para actividades náuticas y bosques autóctonos con pinos milenarios conforman el paisaje de su entorno, la mayor parte del año cubierto por la nieve. Sus contundentes platos de montaña, incluso en estos meses ¡quién lo diría! resultan de lo más reconfortante.
Aunque muy cerca de esta localidad navarra encontramos una de las mínimas más extremas de todo el país (en invierno puede alcanzar los -27 grados), el emplazamiento de Isaba, que se agarra a la ladera de un promontorio en pleno Valle del Roncal, le confiere en verano un clima moderado. El termómetro oscila en torno a los 17 grados, lo cual anima a recorrer sus senderos o a explorar, a cualquier hora del día y sin temor a calcinarse, su pintoresco entramado de casas señoriales por los que la historia ha dejado su huella.
Esta población asturiana, capital del Puerto de Leitariegos, escapa a las típicas precipitaciones del norte y al mismo tiempo, al calor soporífero. Es, por tanto, perfecta, con sus 14 grados, para los que huyen del verano ardiente. Está, además, rodeada de bosques de hayas y robles al abrigo de la sierra; de pueblos con encanto como Bisuyu, Brañas D’Arriba o Xinestosu; y de grandes espacios naturales plagados de fauna, donde el oso y el urogallo son las especies emblemáticas.
Sí, también en la capital existe un rincón donde no llega la alerta por achicharramiento. Está, claro, en la sierra, donde se registra una media de 15 grados, con temperaturas agradables durante el día y un frescor que requiere arroparse durante la noche. Es lo que tiene estar a más de 1.500 metros de altitud, lo que convierte este lugar en un destino de vacaciones para los urbanitas que no quieren desplazarse demasiado. Brinda, además, bonitas excursiones como la ascensión a La Maliciosa o la ruta hasta La Bola del Mundo.