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Tarifa no es solo plana; a medida que damos la espalda al mar y la costa, se nos ofrece un paisaje extraordinario de gran interés para los aficionados a la naturaleza. No olvidemos que aquí confluyen dos parques naturales: el del Estrecho y el de los Alcornocales. El viento siempre cambiante y la humedad consiguen un milagro de vegetación y diversidad único en Europa.
Un recorrido por cualquiera de sus rutas y senderos nos quitará definitivamente de la cabeza el estereotipo de la Andalucía seca; el verdor e incluso la niebla nos hará olvidar que estamos a un tiro de piedra del continente africano para evocar los verdores cantábricos al sur del sur. A pie, en bicicleta o a caballo, desde el paseante más amateur al deportista más pro podrán quemar calorías mientras alimentan su memoria visual con todas las sorpresas que nos ofrece este paisaje.
Y por supuesto, las aves. Porque otro privilegio asociado a la peculiaridad geográfica del estrecho es ser paso obligado de multitud de especies, que se congregan sobrevolando la zona esperando a que se den las condiciones idóneas para saltar hacia África. Tarifa es un paraíso ornitológico, y cada año acuden más ecoturistas de todo el mundo para dar trabajo a sus objetivos: halcón abejero, elanio azul, águila imperial, alimoche, aguiluchos, alcatraces... Según la estación, siempre habrá algo que fotografiar sobre nuestra cabezas: se han registrado hasta 178 especies diferentes.
Los birdwatchers aman Tarifa –no en muchos lugares se pueden observar aves exóticas durante el día y por la noche avistar gente guapa en los bares más cool después de una cena espléndida– y la ciudad les corresponde, porque se trata de un turismo de calidad, respetuoso con el entorno, que sabe completar su actividad naturalista con el disfrute de la gastronomía y el ocio. Y con mucho futuro: solo en Gran Bretaña hay un millón de afiliados a la 'Royal Society for The Protection of Birds'.
La personalidad campera de Tarifa pesa tanto como la marinera. No hay más que mirar por la ventanilla del coche y ver la gran cantidad de vacas repartida por los alrededores. Estamos en el campo de Gibraltar, donde el toro de lidia y el caballo forman parte del ADN del paisaje, junto a la ternera retinta, una especie autóctona que se puede saborear en locales como 'El Caserón', donde le saben sacar todo el partido. Es una cita inexcusable para los carnívoros en Tarifa.
Otra prueba del carácter rural de Tarifa es su patrona, la Virgen de la Luz. Es una virgen guapetona, con cara de campo y que vive en el campo, en un santuario del que solo sale en septiembre para visitar Tarifa en fiestas, escoltada por más de 2.000 caballistas. La feria de Tarifa es, entre otras cosas, un homenaje a la estética del caballo y a la Andalucía del interior. Es el momento en que los tarifeños se reencuentran después de la dispersión veraniega, como si volvieran a pasar lista antes de afrontar el nuevo otoño tras el éxodo de la masa turística.
Sin embargo, esta es una feria muy inclusiva, y cada vez más guiris disfrutan de esta inmersión en la esencia tarifeña, a ritmo de las inevitables sevillanas, el 'chacarrá' (baile autóctono) y los bisbalismos de la orquesta de turno. Entre las casetas, hay algunas decanas como la de 'Kui Chan', especializada en codornices a la plancha directamente desde el Pirineo aragonés. Tienen la grandeza de las cosas sencillas: crujientes, saladitas, deliciosas...
En el campo tarifeño conviven las haciendas familiares que siempre se han dedicado a estas labores, con nuevos productores que se incorporan al medio rural desde un posicionamiento basado en la sostenibilidad y la vuelta a las esencias. Un ejemplo es 'El Cabrero de Bolonia', una quesería de campo familiar creada por Inmaculada y Jesús, una veterinaria sevillana y un tarifeño que decide retomar los orígenes cabreros de su infancia.
Esta quesería solo trabaja con la leche de sus cabras payoyas criadas con pastoreo ecológico en en Parque Natural del Estrecho. Acudir a visitar sus instalaciones es un placer, tanto por el paseo como por la calidad de sus quesos. También podremos abastecernos de la miel más pura acudiendo a alguno de los apicultores que saben sacar partido a la riqueza vegetal de estos parajes de la forma más dulce.
El tarifeño disfruta saboreando las recetas camperas de toda la vida: lomo en manteca, asadura, chicharrones, caracoles, berza... Encontraremos muchos establecimientos donde poder degustar los guisos más representativos del campo:
'An cá Curro'. No podemos salir de este pequeño local con una decoración eminentemente taurina sin haber probado, además de los habituales platos de cerdo ibérico, su revuelto de berenjenas. No lo intentéis hacer en casa porque no os va a salir igual.
'La Romanera'. Esta tasca, ubicada en el corazón de Tarifa, mantiene viva la tradición en sus fogones y siempre ofrece algún guiso en su carta, como la berza gaditana o el potaje de tagarninas (planta silvestre también conocida como cardillo o cardo de olla).
'El Rancho'. A 3 km del centro de Tarifa, su carta incluye diferentes y excelentes carnes de la zona y vinos. La cocina de toda la vida está muy bien representada, con platos tan contundentes y auténticos como el rabo de toro.