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El intenso e inconfundible aroma de sus más de 20.000 rosales actúa como un irresistible señuelo varios metros antes de que podamos vislumbrar la explosión cromática que tiene lugar cada año en este singular jardín. Visitar La Rosaleda de Madrid es como acudir a un museo y dejarte seducir por el arte floral que invade todos los rincones, disfrutando de cada detalle, de los pequeños matices, sin prisa.
Recorriendo detenidamente sus pasillos es posible admirar más de 650 variedades de rosales modernos, 400 de porte bajo y el resto, trepadores, llorones, de pie alto… Hay rosales desde cinco pétalos a un centenar, de las tonalidades más intensas al blanco níveo, polícromos…
Rosas de todas las formas y tamaños para enamorar las sensibilidades más exigentes, una destacable colección de rosales españoles, de la familia valenciana Ferrer y del famoso rosalista catalán Pere Dot entre ellos, además de una representación de las variedades más importantes de obtentores (cultivadores) de todo el mundo. Las más abundantes proceden de Francia, Alemania, Bélgica, Dinamarca e Italia, pero también hay algunas llegadas de Japón y Estados Unidos.
Leyendo los carteles que explican sus características y origen llaman la atención algunos de los nombres de las rosas como Folklore, Louis de Funes, Fiesta Brava, Ingrid Bergman, Leonor o Condesa de Mayalde, la ganadora del primer Concurso Internacional de Rosas Nuevas de la Villa de Madrid, que se celebra en este recinto desde su apertura.
Era habitual que sus creadores las bautizaran con nombres de famosos, políticos o relacionados con su entorno familiar. Como curiosidad, la rosa más oscura es la alemana Barkarole y la más buscada por los turistas que se acercan hasta aquí es una variedad de color amarillo denominada Peace, cuyo cultivo fue desarrollado en Francia por el prolífico rosalista francés Francis Meilland y que fue comercializada en EE. UU. para conmemorar el final de la II Guerra Mundial.
Otra de las joyas que se esconden entre tanta belleza es el rosal más pequeño del mundo, una increíble y delicada miniatura entre las miniaturas, con capullos del tamaño de una grano de arroz, llamada Sí por su obtenedor, Pere Dot, harto de que le preguntaran si esa diminuta flor era una rosa.
Diseñada por Ramón Ortiz Ferré, jardinero Mayor de la capital y sucesor de Cecilio Rodríguez, la Rosaleda del parque del Oeste fue construida en 1955 para albergar concursos y una colección permanente. Ocupa una superficie de 32.000 m2 y, desde sus inicios, fue escenario de exposiciones de arte floral y jardinero, alcanzando gran éxito popular y convirtiéndose en referente de las Ferias de la Flor y de la Planta que se celebraron años después en los paseos de Recoletos y el Prado y en el parque de El Retiro.
En la actualidad es la sede del Concurso Internacional de Rosas Nuevas Villa de Madrid, que reúne a prestigiosos expertos y que este año cumplió su 62ª edición. También acoge el Concurso Popular Rosa de Madrid, en el que la ciudadanía puede elegir su rosa favorita y en el que participan cada año unas 3.000 personas.
A ambos lados de su entrada principal se disponen las platabandas de las variedades premiadas en anteriores ediciones del Concurso Internacional. Si nos acercamos a las que están dispuestas en forma de aspa, encontramos los rosales de concurso de la edición del año en curso.
El resto de la superficie se encuentra dividida en parcelas que sirven de asiento a las variedades que constituyen el fondo de la relevante exposición permanente, y se utiliza también como parcela de ensayo para ver el comportamiento de los rosales en nuestras latitudes. En la parte central de la rosaleda hay un estanque rectangular con nenúfares y, al fondo, en línea recta, bajo las pérgolas, una fuente denominada La Juventud, con una escultura de una ninfa, obra de Federico Coullante Valera.
"Antes solo se conocía la Rosaleda del parque del Retiro, que está en pleno centro, y aquí solo venían turistas extranjeros, porque figuramos en las guías. Pero desde hace unos años, la situación ha cambiado. Cada vez son más los madrileños que se acercan a visitarnos", afirma orgullosa Rosa Fernández Fontanet, responsable desde 2008 de esta rosaleda a la que se puede acceder desde la calle que lleva su nombre o desde la calle del Pintor Rosales.
Con la celebración de los concursos Popular e Internacional los creadores de rosas nuevas experimentan sus novedades en la zona donde se celebra el certamen y el público puede conocer las diferentes variedades de rosas y sus posibilidades de utilización en el jardín.
Durante estas jornadas, el ambiente del recinto recuerda al de los populares concursos florales anglosajones. Hay actuaciones musicales e incluso un concurso de pintura infantil para concienciar a los niños en el cuidado del medio ambiente.
Después de pasear un buen rato por este pequeño edén y acabar embriagado por la mezcla de fragancias que lo impregna todo, una buena opción es sentarse en un banco o buscar una buena sombra para admirar, por ejemplo, del efímero espectáculo de los rosales banksiae cuyas flores se derraman en cascada desde las pérgolas.
También se pueden contemplar las hileras de gente de todas las edades que desfilan entre las flores, fotografiándose junto a las más llamativas, acariciándolas y oliéndolas de cerca, tratando de adivinar cuál de ellas será elegida rosa del año. Otra opción es dejarse llevar y disfrutar de la experiencia sensorial que constituye la visión de esta suerte de mantón de manila vegetal, enmarcado entre cedros y chopos, con el murmullo de la fuente de fondo, que pone el toque de frescor cuando aprieta la canícula.
En 2006, la Rosaleda del parque del Oeste fue galardonada con el distintivo de Jardín de Mérito Internacional (Award of Garden Excellence), un prestigioso premio que otorga la World Federation of Rose Societies, por su dedicación a las rosas que destacan por su calidad, singularidad y belleza en el mundo. Este prestigioso premio justifica por sí solo la visita a este lugar especial que constituye un auténtico regalo para los sentidos.
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