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Como la oferta de cascadas en el Valle del Jerte es amplia, decidir la ruta resulta más sencillo que estudiar cómo y cuándo. Proponemos un itinerario que atraviesa el valle desde Piornal hasta la localidad de Jerte, pasando por una selección de los puntos de agua más destacados. Antes de emprender el viaje, es importante meter las botas de montaña y el bañador en la maleta. Las primeras, por si se quiere disfrutar de los saltos más impresionantes, aunque también hay opciones para los que descartan recorrer los caminos; y el segundo, para los valientes que deseen combatir el calor en las pozas que forma el agua helada de las montañas.
Llegando desde Ávila o desde Plasencia, la carretera nacional N-110 conecta algunos de los pueblos de la comarca; otros, sin embargo, hay que buscarlos recorriendo caminos rurales que serpentean osados entre los montes de Tras la Sierra, por un lado, y la Sierra de Tormantos, por el otro. El viajero se adentra de repente en un bosque dominado por los cerezos, pero también por robles, fresnos, sauces, encinas y castaños, entre otros muchos árboles. Y es esta floresta –por la que discurren gargantas, arroyos y fuentes que alimentan al río Jerte– el lugar perfecto para explorar los saltos de agua más caudalosos y altos de la región.
Una vez en la comarca, hay que tener en cuenta el momento del viaje. "La mejor época para visitar las cascadas es el otoño, el invierno y la primavera, porque luego en verano el caudal baja y algunas se quedan casi sin agua –como es el caso de la Cascada de la Desesperá o la del Manto de la Virgen–", según informa Esperanza Izquierdo, técnico de la Oficina Comarcal de Turismo. Otras, como Las Nogaleras o La Puria, siempre llevan agua aunque el nivel descienda.
Aprovechando estas indicaciones, se puede obviar en esta época el chorro de la Desesperá, que es uno de las primeros en debilitarse por la falta de lluvias, y seguir hacia El Caozo, ubicado entre Piornal y Valdastillas. Siguiendo un sendero a escasos 100 metros del aparcamiento, se llega a la base del salto de agua, que se puede observar desde una pasarela de metal. El Caozo recorre sin parar una pared de granito de unos 30 metros de altura ramificándose durante la caída para estrellarse contra la garganta del Bonal. Para aquellos que quieran dilatar la llegada a este torrente impetuoso, pueden hacerlo recorriendo un sendero de siete kilómetros desde Valdastillas.
Miguel Ángel Moreno, un vendedor de la zona, coloca su puesto a la entrada de esta cascada, aunque solo lo hace en fechas señaladas, como Semana Santa o puentes importantes. Vende productos típicos de la tierra: mermelada de cereza, buen embutido casero o quesos, entre otros; y plantas de fresas, frambuesas y zarzamoras. "Durante la primavera, El Caozo aún arrastra agua del deshielo. Este invierno, llevaba tanta agua que no se podía subir a la pasarela y venía a visitarla hasta gente del pueblo", recuerda orgulloso mientras muestra un vídeo de la catarata furiosa que ahora se vierte mucho más tranquila sobre la garganta.
Entre la localidad de Valdastillas, donde las mujeres todavía conservan la costumbre de sacar la silla a la puerta para conversar con las vecinas, y el pueblo de Cabrero, la Cascada de Marta ofrece a sus visitantes otra perspectiva de su caída, ya que su pasarela está colocada para ser vista desde arriba. Desde ahí, es fácil secundar la advertencia de la Oficina de Turismo: "No apto para quienes sufren vértigo".
En la zona, existen dos travesías siguiendo el curso de dos gargantas que ofrecen varios saltos a lo largo de su recorrido: la de La Puria y la de Las Nogaleras. Las dos cuentan con una versión corta y otra extensa de la caminata. Si se carece de tiempo y uno se ve obligado a elegir un recorrido, Las Nogaleras sería la elección correcta, ya que por algo también recibe el nombre de la Ruta de las Cascadas. En esta excursión, si el visitante lo desea, pueden concurrir senderismo, baño, barranquismo y recesos en plena naturaleza con el agua como auténtica protagonista.
En la localidad de Navaconcejo existe un aparcamiento habilitado para los visitantes que se acercan a Las Nogaleras. El recorrido largo –de unos seis kilómetros– permite disfrutar de siete cascadas; el corto, de cuatro kilómetros, abarca cuatro saltos, que tampoco está nada mal, especialmente si se realiza con niños o personas mayores, para los que puede resultar más difícil hacer frente al último tramo. La subida, que sigue el curso del agua a través de la montaña, es empinada; a ratos, pedregosa y a ratos, terrosa. Y pese a que los desniveles más pronunciados están bien señalizados con barandillas de madera o cuerda, la ladera resulta en algunas partes vertiginosa.
Sin embargo, las familias con niños son una constante a lo largo de Las Nogaleras. Puede deberse en gran parte a que casi todo el trayecto se hace bajo la bóveda que han ido formando las copas de los árboles que envuelven el camino y la existencia de fuentes naturales durante el ascenso. Pero lo más probable es que, una vez alcanzada la primera parada del camino –una cascada de varios metros de altura que cae blanca y casi vertical sobre la roca pulida de granito–, cualquiera se anime a continuar descubriendo cómo el torrente adopta formas imposibles para brincar encajado sobre las piedras o cómo se calma de repente en una poza cristalina para invitar a nadar al que sueñe con un descanso, como ocurre en el Charco del Paraíso, segunda parada en la Garganta de Las Nogaleras, donde en verano los que la visitan aprovechan para refrescarse.
Otros excursionistas solo suben la sierra ondulante para desafiar algunos saltos de agua haciendo barranquismo. En la región se puede realizar este deporte de aventura en los barrancos de otras dos gargantas: Los Hoyos y Los Papúos. La bajada de Las Nogaleras puede hacerse por un camino alternativo: una pista medio asfaltada que resulta más cómoda y con las vistas de las colinas inundadas de cerezos y, al fondo, la Sierra de Gredos con sus picos nevados. Avanzada la primavera, la lavanda, el brezo o la retama estallan en el paisaje del monte impidiendo que el valle se lamente por la desaparición de las efímeras flores del cerezo.
Dejando atrás Navaconcejo, ubicada entre Cabezuela del Valle y Jerte se encuentra la joya de la corona del Valle del Agua: la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos. Tanto si uno desea seguir viendo cataratas como buscar un lugar propicio para el baño, pasear entre bosques o disfrutar de un entorno natural en la sierra, hay infinidad de rutas que pueden realizarse en este espacio protegido.
Sin embargo, una de las más populares por su impresionante belleza y por la promesa de un chapuzón al final del trayecto es la de Los Pilones, una imponente sucesión de trece piscinas naturales formadas en el granito. Para llegar hasta esta formación natural, que también recibe el nombre de Marmitas de Gigante por su disposición y apariencia, hay que caminar aproximadamente seis kilómetros –ida y vuelta– en un recorrido de escasa dificultad. Si se visita antes del verano, desde el mirador que se encuentra en el sendero se puede disfrutar de otra de las grandes cascadas del valle: el Manto de la Virgen.
Si aún quedas con ganas de más agua, hay otras gargantas en la comarca a las que acercarse como Los Buitres, De San Pedro, De Marta, Las Rayuelas, Los Sotillos, Tornadero, La Serrá, San Martín, entre otras muchas y abundantes piscinas naturales. Para comer o descansar, los pueblos del Jerte resultan sabrosos para lo uno y acogedores –con su arquitectura típica– para lo otro.
Después de unos días explorando el Valle del Agua, uno entiende el resumen que hace Esperanza Izquierdo, técnico de la Oficina de Turismo, sobre el Jerte: "Cerezos en flor puede haber en muchos sitios pero nosotros tenemos la ventaja de que nuestros cerezos florecen en un paraíso lleno de gargantas, ríos y montañas. La desventaja es que media España quiere venir durante los diez días de la floración. Lo bueno es que poco a poco, el que llega va conociendo el valle y luego quiere volver para disfrutar de otras muchas cosas, como los ríos o las piscinas naturales para bañarse en verano o venir en otoño a hacer senderismo cuando todo esto está precioso".
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