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Verbenas de verano en Castilla-La Mancha

Verbenas de La Mancha: entre churros, coplas y mucha devoción

Actualizado: 10/08/2016

Es tiempo de verbenas, de diversión y de culto a los patrones. Así se viven algunas de las fiestas más representativas de La Mancha, como la de Iriépal (Guadalajara, 18 de agosto), Quintanar del Rey (Cuenca, 17-18 de agosto), Membrilla (Ciudad Real, 20-21 de agosto), Tarazona de La Mancha (Albacete 23-26 de agosto) o Cuenca (21 de septiembre). ¡Que suene la música!
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Religiosidad y diversión se unen alrededor de las verbenas cuando llega el verano. Los tañidos de las campanas se mezclan con las sirenas de las atracciones que anuncian que el tiovivo comienza a dar vueltas y la fiesta está por empezar. El sol se ha puesto y es hora de salir a la calle para ver y ser vistos, para rezar al santo o para refrescarse en los bares de chapa.

En La Mancha, tierra seca, como en otros lugares de España, la celebración del final de la cosecha o la recolección de la misma se celebra en las noches de verano, junto a los muros de ermitas y conventos, sin salir del casco urbano. Lejos quedan las romerías primaverales donde creyentes y no creyentes caminan detrás de las andas de su divinidad para venerarlas en pleno campo.

La religión, siempre presente. Verbena del Carmen. Foto: Manuel Ruiz Toribio.
La religión, siempre presente. Verbena del Carmen. Foto: Manuel Ruiz Toribio.

El sonido crece y los olores se acentúan cuando llegamos a las plazas engalanadas de guirnaldas luminosas y banderitas de colores. El aroma a churros, a berenjenas, a incienso y a algodón dulce marida con rancheras y música tecno, con coplas y rap. Olor y sonido, devoción y fiesta, noche y calor, son los ingredientes principales de las verbenas manchegas.

Los churros, toda una tradición. Verbena de la Magdalena. Foto: Manuel Ruiz Toribio.
Los churros, toda una tradición. Verbena de la Magdalena. Foto: Manuel Ruiz Toribio.

La víspera, el día previo a una celebración, son los días elegidos para celebrar estas fiestas menores que duraban una sola noche. La imitación a las refinadas costumbres de las clases poderosas europeas, sobre todo en Francia e Italia, a finales del siglo XVIII, influyeron en estas noches veraniegas de farra y culto que el pueblo lo trasformó a su manera.

Elegantes siempre. Verbena del Carmen. Foto: Manuel Ruiz Toribio.
Elegantes siempre. Verbena del Carmen. Foto: Manuel Ruiz Toribio.

El humo y el olor a carne asada aromatizan las barras de los chiringuitos ocasionales que cada año llegan de otros lugares. Chorizos, morcillas y lomitos nos recuerdan que la cristiandad sigue estando presente en nuestra sociedad, que la carne de cerdo sigue siendo casi la protagonista para apaciguar los estómagos. Los churros calientes y las berenjenas encurtidas son el alivio para los no carnívoros. Apenas llegan ya los inolvidables turroneros que desde la lejana Castuera endulzaban a los más pequeños y hacían que los más previsores acopiaran su pequeño tesoro para las fiestas de Navidad.

En realidad, la verbena es una planta de propiedades curativas que tomada en infusión aliviaba la digestión, las jaquecas, la depresión y la tensión nerviosa. Un remedio laxante y recomendable para limpiar el hígado, sagrada para los druidas, antiguos griegos y romanos. Nuestros antepasados más recientes se la colocaban en la solapa de sus chaquetas como símbolo de elegancia para salir en las noches de verano y festejar a sus patrones.

La ermita de la Magdalena, situada extramuros de Almagro, como el resto de las ermitas de esa localidad, la iglesia de Santiago Apóstol o el convento del Carmen, ubicadas en los barrios más populosos de Ciudad Real, son testigos mudos de estas noches donde la rutina diaria queda rota por la fiesta, donde los instrumentos electrónicos y las voces amplificadas sustituyeron a las chirimías, los sacabuches y las panderetas. Donde la cerveza y las bebidas importadas se impusieron sobre el vino con sabor a barro y el aguardiente abrasador.

Para los niños es toda una fiesta. Verbena de Santiago. Foto: Manuel Ruiz Toribio.
Para los niños es toda una fiesta. Verbena de Santiago. Foto: Manuel Ruiz Toribio.

España es un país en el que prima desde hace siglos la espiritualidad religiosa y todas las localidades tienen su patrón, protector sobrenatural que ha elegido el pueblo y que puede ser un santo o una santa, la virgen o el cristo. Esta tradición milenaria que surge de abajo a arriba, sin imposiciones, se convirtió en un asunto controvertido para las autoridades eclesiásticas porque se podía convertir en dar culto en sí a los patrones en vez de una simple veneración.

Suena el himno nacional y las tallas sagradas se meten en su iglesias. Los vítores estallan y las lágrimas de los devotos se funden con el sonido lúdico de las orquestas y el contoneo de los primeros bailes. La fiesta se hace pagana para los habitantes del barrio y los que llegaron de lejos para disfrutar del fresco de una noche de verano donde el sueño se deja de lado.

Es hora de descansar. Verbena de Santiago. Foto: Manuel Ruiz Toribio.
Es hora de descansar. Verbena de Santiago. Foto: Manuel Ruiz Toribio.

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