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La cruz de Santiago es un símbolo omnipresente en Infantes. Aparece por duplicado en la urna que conserva los restos de Francisco de Quevedo en la iglesia de San Andrés. También en los pendones que cuelgan de la Casa de Rueda, donde se expone un estudio científico que concluye que cuando Cervantes escribió En un lugar de La Mancha, en realidad se refería a Villanueva de los Infantes. La cruz hace referencia a la Orden de los Caballeros de Santiago, que estuvo a la cabeza de la repoblación del Campo de Montiel desde su Reconquista en el siglo XIII, y que estableció en Infantes su sede de gobierno por orden de Felipe II en 1573.
Con apenas 5.000 habitantes, “Infantes” -como lo llaman a menudo- presenta un patrimonio monumental tan extenso que resulta difícil de gestionar. En torno a la plaza Mayor casi todo son palacios, iglesias y monasterios renacentistas o barrocos. Buena parte de ellos se mantiene en buena forma, al menos de puertas para fuera. El Ayuntamiento cuida mucho la estética para hacernos sentir en el Siglo de Oro, e incluso los negocios procuran rotular con elegancia para evitar anacronismos aberrantes. Durante la Navidad llega la gran excepción, pero incluso a la hora de colgar luces, prevalece la mesura clasicista que domina en el pueblo.
Desde hace ya un puñado de años, durante el puente de diciembre se hace una ceremonia de inauguración del alumbrado navideño con una fiesta en la plaza Mayor que incluye fuegos artificiales, música y baile, chocolate con churros, castañas, puestos de decoración navideña y atracciones infantiles. Ese día también encienden sus decoraciones los vecinos y los comercios que participan en un concurso municipal de fachadas, balcones y escaparates, gracias a cuyos premios el Ayuntamiento consigue que todo el casco antiguo se vista de gala.
La plaza Mayor de Villanueva de los Infantes es una delicia clasicista de marcada horizontalidad, donde domina la sillería de piedra caliza, las arquerías de medio punto y los balcones de madera. La preside la fachada herreriana de la iglesia de San Andrés, sin embargo, un modesto grupo escultórico de bronce hecho en 2006 parece llevarse todo el protagonismo, al menos de los más pequeños. Don Quijote, desmontado de su caballo, se dirige hacia Sancho, que camina rezagado junto a burro. Es una obra del escultor Juan Antonio Giraldo, que dejó en su localidad natal estas piezas “interactivas” que durante la Navidad se podría decir que ejercen de camellos sui géneris de los Reyes Magos.
La plaza mayor sería un cuadrado perfectamente clasicista de no ser por su iglesia díscola, que convierte la planta en trapezoidal. La iglesia de San Andrés es la gran joya monumental de Infantes, con una gran nave gótica original en torno a la cual se han ido incorporando elementos como las capillas barrocas laterales o el delicioso púlpito plateresco de Francisco de Luna, que además esculpió el pórtico oriental. La iglesia también es un destino de culto porque, en la cripta de la capilla de la familia del Busto se encuentran los restos de Francisco de Quevedo. Sin embargo, finalmente suele gustar mucho más la cripta de Santo Tomás de Villanueva, con un pequeño retablo en piedra dedicado al patrón local.
Llámese Villanueva de las musas, y no de los Infantes Villanueva. Eso escribió Lope de Vega en su Laurel de Apolo, una obra que rinde homenaje a poetas de su tiempo, destacando Bartolomé Jiménez Patón, quien dirigía una cátedra de Humanidades desde la Casa de los Estudios de Villanueva de los Infantes. La casa alberga uno de los muchos patios que hacen que Infantes sea una especie de Córdoba en miniatura; en octubre se celebran jornadas de puertas abiertas de muchos de estos.
Uno que siempre está abierto es el de la Casa de Rueda, en cuya planta superior se encuentra un centro de interpretación sobre la historia de Infantes, y en la inferior unos paneles con las conclusiones de un estudio multidisciplinar de la Universidad Complutense de Madrid que determinó que Villanueva de los Infantes es, casi sin lugar a dudas, aquel lugar de La Mancha de El Quijote.
Otro patio bien interesante, particularmente durante las fiestas de Navidad, es el de la alhóndiga, que ahora sirve de casa de cultura y espacio multifunción, donde durante el puente de diciembre se celebra una feria de artesanía con más de 20 años de tradición. Más joven aunque madurando es el portal de Belén artesano que se instala también en este patio y que cada año va incorporando nuevos espacios, haciendo guiños al patrimonio de Infantes. Además, la alhóndiga también sirve para que Papá Noel salude a los niños el día de Nochebuena, y para que los Reyes Magos recojan las cartas el día 4 de enero, terminen la cabalgata del día 5 dando un obsequio a los más pequeños y finalmente el día 6 se haga una chocolatada con roscón.
La calle Cervantes es una vía peatonal que sale de la plaza Mayor y que aglutina buena parte del patrimonio local más destacado, como la Casa Cuartel de los Caballeros de la Orden de Santiago o el Convento de las Dominicas. Concluye en la iglesia y convento de Santo Domingo, lugar donde pasó sus últimos días Francisco de Quevedo. De camino, podemos hacer una parada para saludar a “Angelucho”, un carpintero y ebanista jubilado que lleva décadas haciendo miniaturas de su pueblo con un lujo de detalle asombroso.
La mayoría de los restaurante de Villanueva de los Infantes se alinean con el pacto no escrito de ofrecer gastronomía con solera a base de platos que saben a siglos: duelos y quebrantos, caldereta de cordero, migas del pastor, gachas, pisto o una peculiar ensalada de limón que, en realidad, sería el plato más genuino de Infantes. En este panorama, 'Jaraíz Gastro' asoma como una propuesta gastronómica algo más fresca, aunque con raíces en la tierra. Abrió en 2017, cuando Cristina y Juan tomaron los mandos de un negocio, 'Jaraíz', que llevaba décadas funcionando en la línea de lo tradicional, y le dieron un lavado de cara.
No han dejado de servir uno de los platos “nacionales” de esta zona cazadora como es la perdiz en escabeche, que simplemente bordan; es uno de fijos de un menú que cambia cada semana (solo abren de viernes a domingo). Lo que sí han hecho ha sido incorporar otras propuestas para esta ave, como es el paté de perdiz con higos secos, frutos rojos, piñones y cabello de ángel. En la línea de esta dualidad, probamos un clásico “atascaburras”, o sea, un clásico manchego a base de patata y bacalao, además de un tartar de atún con guacamole, tomates secos y cebolla caramelizada. El cierre a base de una leche frita deliciosa nos hace pensar que quizá debimos haber probado algo de una afamada sección de rebozados.
Antes de que se acuñara el nombre de Villanueva de los Infantes, el pueblo no era más que una pequeña aldea llamada Moraleja. Uno de los escasos vestigios que quedan de aquella Moraleja es un pozo para noria situado a la entrada del hotel-boutique 'La Morada de Juan Vargas', un coqueto establecimiento de apenas siete habitaciones, cada una de las cuales tiene un ejemplar de Don Quijote de La Mancha. El trato personalísimo es parte de la clave de su éxito, además de una ubicación inmejorable y una decoración que busca tender puentes entre el Campo de Montiel y el resto del planeta.
Sobre el viejo pozo, cuando Infantes ya era Infantes, se construyó este palacio renacentista del que, tras una restauración de 2005, se consiguió preservar su estructura, parte de su tarima de madera de sabina y el artesonado descubierto. Pero como no había quedado mucho más de aquel palacio, Fernando y Amparo -sus nuevos propietarios- se lanzaron a hacer acopio de piezas de arte y artesanía de distintas partes del mundo. Ahora habitan la morada elementos tan curiosos como un tótem de madera traído de México, una forja de la India o un lienzo de un pintor neoyorkino.
Fernando, historiador de profesión, es algo más que un libro abierto. Además de regentar este hotel-boutique, es miembro de la Asociación Profesional de Guías Turísticos "El Verde Gabán", cuyo nombre hace referencia a un personaje que aparece en Don Quijote (el hidalgo Don Diego de Miranda). Fernando y sus socios decidieron adoptar el nombre porque la descripción que Cervantes hace del palacio de este hidalgo casa a la perfección con un palacio vecino de La Morada de Juan Vargas que, de hecho, se conoce popularmente como el palacio del Caballero del Verde Gabán. Es una de las mil anécdotas que nos esperan en las rutas de este apasionado de la historia que reivindica el Campo de Montiel.
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