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Igor Rodríguez lleva la tapa en su ADN. Nació en San Sebastián, templo del pincho, y acaba de coronarse como ganador del XIII Campeonato Nacional de Pinchos y Tapas Ciudad de Valladolid. Su Ensaimada de cangrejo de río, un homenaje a la tierra que le acoge desde mediados de los años 90, ha sido reconocida como la mejor de España entre las 48 finalistas.
Presentada en la típica caja de cartón donde se guardan las ensaimadas mallorquinas, la de Igor no iba rellena de cabello de ángel, sino de colas de cangrejo de río, con verduras pochadas, una salsa de tomate con brandy y concentrado de carcasas del crustáceo y espolvoreada por encima con un trampantojo de azúcar glass, que ningún miembro del jurado supo averiguar. "Era un aceite elaborado con las pieles de los cangrejos confitadas y trituradas, que convertimos en polvo añadiéndoles maltosec", desvela el cocinero del restaurante 'Ham'.
El jurado, conformado por cocineros y expertos gastronómicos, estuvo presidido por el mediático chef Alberto Chicote, quien asegura que lo que más han valorado en este concurso ha sido el sabor. "Es el aspecto que más peso tiene en las fichas de evaluación. También son importantes la originalidad, el diseño de presentación y la funcionalidad de poder llevar esa tapa a una barra a un precio razonable. Pero, sin duda, lo que más buscamos es el sabor".
Ese que han encontrado en las dos propuestas que han quedado subcampeonas en este concurso que vuelve a situar a Valladolid como capital española de la tapa. El Pepito de ternera blanco 2017, de Pepe Ron ('Bar Restaurante Blanco', Cangas de Narcea), y Cordero de mi tierra glaseado con cola, de Ramón J. Lapuyade ('Hostal El Portal', Alcolea de Cinca - Huesca).
Además, el concurso nacional ha contado con tres premios accésit, reconociendo la mejor tapa vanguardista, tradicional y concepto de pincho. El primero ha sido para el joven cocinero Rodrigo Andrés Osorio, del 'Cenador de Amós' (3 Soles Repsol, Cantabria), un declarado "fan de las barras", que trajo a Valladolid su ' ADN cántabro'. "Es una representación de la gran despensa que tenemos en nuestra tierra". La tapa se compone de tres elaboraciones: una falsa anchoa, con pechuga de pollo picasuelos, un guiso de alubia carico montañés y una de queso azul de Bejes-Tresviso, todo presentado en un hojaldre como los de Torrelavega.
La tapa más tradicional ha recaído en 100 % Madriz –un nombre que ni pintado para un producto gastronómico tan habitual en bares y restaurantes de la capital–, creación de José Francisco Luque ('Hotel Westin Palace', Madrid). Por último, ha recibido la distinción de mejor concepto de tapa el Rulo de Lumagorri con hongos, de Íñigo Kortabitarte ('Kobika', Durango).
Las tres sesiones del Concurso Nacional sirvieron como escaparate para que los 48 participantes –hubo representación de todas las Comunidades Autónomas y de la ciudad autónoma de Ceuta– mostraran algunas presentaciones de lo más curiosas, como tapas servidas dentro de bocas de serpientes, sobre una cama de rocas, una copa de champán, sostenidas en esculturas de manos y pies, escoltadas por perdices disecadas o dentro de potitos de bebé. Todo un éxtasis para los instagramers más foodies.
Pero estos días Valladolid no solo ha sido la capital nacional de la tapa. También mundial, porque ha acogido el I Campeonato del Mundo de este producto tan característico de la gastronomía española y que ha traspasado ya nuestras fronteras. De hecho, hay quien apuesta porque la UNESCO lo declare "patrimonio cultural y material de la humanidad".
En esta ocasión, la mejor tapa del mundo ha sido para el Bacalao noruego en crujiente de alcachofa de Jerusalem con algas, del noruego Oyuind Boe Dalelv (Restaurante 'Statholdergaarden', Oslo), "que evoca todo el sabor del mar noruego", según el jurado, mediante uno de sus productos más característicos, el bacalao, en dos versiones, seco y fresco.
Entre los dos subcampeones está el español Alberto Montes ('Atrio', 3 Soles Repsol), que jugó con el jurado presentando su pasta de wanton rellena de guiso de calamares con alioli enterrada en una tierra de pan rallado y tinta, dentro de un cofre que había que agitar para que apareciera su tesoro. El otro subcampeón mundial ha sido el japonés Saito Takayoshi ('Mori Farm', Kagoshima).
En este certamen mundial han participado representantes de 16 países de los cinco continentes, elegidos de una terna de 59 candidatos. Algunos de lugares remotos, como Nueva Zelanda, donde la tapa comienza a tener su éxito. La cocinera de este archipiélago de Oceanía, Jasbir Kaur, que presentó una de las que más sorprendió a jurado y público al estar en levitación, se enamoró de los pinchos durante una estancia en Barcelona. "Lo he llevado a mi país y allí a la gente le está encantando, porque pueden probar distintos sabores y elaboraciones en pequeñas dosis". Y es que la tapa, como bautizó un concursante la suya, es "lo mejor de la vida en dos bocados".