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Lo realmente innovador, sin embargo, es que ya no basta con buscar un restaurante que se coma bien y sea agradable, además debe tener cerca un buen sitio para tomar una copa y bailar. Quizá la vida reglada de los últimos años ha influido en esta tendencia, pero lo cierto es que la improvisación ha desaparecido y ahora se reserva para todo. ¿Un rollo o una ventaja? En este caso, más bien lo segundo, porque proliferan direcciones con planes redondos: cena más copa y baile en el mismo local o bajando unos escalones, pero sin salir del edificio. Con este podio: buena gastronomía, ambiente supercuidado y fiesta, las listas de espera no se han hecho esperar.
Hemos buscado cinco propuestas diferentes en Madrid, pero todas con un ambiente y un servicio de lujo. Ya lo dijo Joan Roca: “La cocina es para divertirse: un hecho cultural y, también, un espacio lúdico donde jugar e interpretar”. ¿Bailamos?
En Madrid no hay playa, pero sí una jaima del desierto escondida en el corazón del barrio de Salamanca. Es el restaurante ‘Nômâda’ que entre tonos ocre, mullidos cojines y dos grandes ojos que te observan desde detrás de la barra, evoca los paisajes de Lawrence de Arabia.
La noche empieza con un ritual de sanación para purificar el alma y alinear los chakras, que nunca viene mal. Todo apunta espectáculo. Y no engaña. Una gastronomía de raíces árabes, con Líbano como referencia y cruces con otras culturas, pone la base a una experiencia llena de sabor aderezada de música, espectáculo y la mejor mixología.
La carta, divertida y fácil de compartir, tiene platos ligeros y no se olvida de los grandes clásicos, esos imprescindibles en este tipo de restaurante. Destaca el surtido de hummus con lechuga y pan de pita, el kebbeh de cordero y piñones con aspecto de croqueta y el shawarma, esos minibocatines libaneses rellenos de pollo marinado a la plancha, tomate, pepinillo y salsa de ajo.
Durante la cena un dj pincha música y, de jueves a domingo, hay un espectáculo agradable y poco invasivo, para disfrutar de verdad. La sorpresa, sin embargo, es que saliendo del restaurante y bajando unos escalones, se encuentra el club afrohouse Istar, que mantiene los colores y la esencia para que continúes disfrutando de un ambiente de lujo donde, ahora sí, puedes bailar y tomar una copa.
La ciudad apunta alto y ha conseguido que, al mirar hacia arriba, se unan tierra, fuego, agua y aire. El restaurante ‘Quintoelemento’, ubicado en las dos últimas plantas del edificio que acoge la discoteca Kapital, junto al Triángulo del Arte, ofrece una experiencia única bajo una bóveda 3D cubierta de luces led que muestra el cielo, se sumerge en el mar, atraviesa un bosque o se abre para mostrar las estrellas.
En este espacio futurista, los detalles están cuidados: su bodega, con más de 200 referencias y una selecta oferta de champagnes; sus reservados con mesas de madera de olivo e incrustaciones trabajadas a mano; salas con paredes cubiertas por un mosaico artesanal de madera, y, sobre todo, el restaurante, elegante, alegre y vanguardista, con sushi-bar, enormes plantas y varios espacios.
En cuanto a la cocina, la carta va de la mano maestra del chef Juan Suárez de Lezo, curtido junto a ‘Arzak’ (3 Soles Guía Repsol), ‘elBulli’ y ‘Mugaritz’ (3 Soles Guía Repsol), pero también en Nueva York con Thomas Keller. Sus platos son delicados y refrescantes, como la brisa que entra por la cúpula. "En mi cocina todo cuenta: el mejor producto, el toque imprescindible de las especias, el emplatado…", explica el chef, que presenta una carta con sabores asiáticos, de Nepal, la India y un claro fondo mediterráneo. Puro placer y cocina viajera, con marcadas influencias asiáticas y latinoamericanas.
En la carta de primavera destacan el tomate en texturas, fresco y original; el gunkan de ostra o de vieira con trufa negra; el taco ibérico con base de lenteja, papada de cerdo ibérico con encurtidos de mostaza y, para los carnívoros, el mar y montaña de picaña y calamar. Entre las novedades de los postres destacan el mango-chile, el coulant de avellana con helado de violetas o el cremoso de fruta de la pasión.
Gastro, coctelería de autor y experiencia audiovisual son los protagonistas de este restaurante que, en las plantas inferiores, propone baile, karaoke y diversión en una de las discotecas míticas de Madrid. Deja que el ascensor te lleve.
¿Hace falta presentación? Pese a los cambios y alguna temporada de cierre, este club cultural con restaurante y terraza es un clásico inmortal de la noche madrileña. Famoso durante décadas porque allí tomó copas la mismísima Ava Gardner y perdió un pendiente de oro Lola Flores –incluso crearon un postre sobre aquel suceso–, se encuentra dentro del parque más emblemático de Madrid y tiene cuatro ambientes: Pabellón, Sala, Terraza y Kioscos.
La idea es olvidarse del reloj y dejarse llevar por las propuestas del chef Iván Cerdeño, que asesora la carta y este año ha sumado 3 Soles Guía Repsol al ‘Cigarral del Ángel’. El comensal encuentra una oferta fiel a la cocina de temporada, madrileña –hay un menú de cocido– y basada en el producto, pero que siempre sorprende.
Para disfrutar de un plan 360º, lo mejor es empezar la noche en la Terraza, rodeado de helechos y contemplando el atardecer, con un cóctel y unas croquetas de jamón para picar. Después, disfrutar de una cena de lujo en el Pabellón. La torta souflada de sardina marinada y el buñuelo de queso trufado son un buen inicio; los tomates con atún confitado y albahaca y la burrata, aliñada con pesto e higos frescos;, y los calamares son de anzuelo y se sirven con una delicada mayonesa de cítricos. Por último, hay que ver uno de sus espectáculos –se puede consultar la agenda y comprar las entradas por internet– y acabar moviendo las caderas o lo que se tercie.
Decoración transgresora distópica para hacer mil selfies, sabores de los cinco continentes y un show inmersivo con decibelios a tope que obliga levantarse de la butaca y bailar al ritmo de canciones que todos conocemos. Desde los Rolling Stones, Guns & Roses, ABBA, David Guetta o Lady Gaga a Paco de Lucía o Puccini. Esto es ‘WAH’, un show al estilo de Las Vegas que con el leitmotiv de salvar la música en el planeta ante una invasión, ofrece cuatro horas de experiencia gastronómica, espectáculo y discoteca en un espacio de Ifema de más de 2.000 metros cuadrados.
Experimental y divertida, la cocina no presume de sabores vanguardistas, pero sí de un street food market de lujo con show cooking, una carta delicattesen y menús para todos los gustos: asiático, americano, español, mexicano e italiano. La cena, que es parte del espectáculo, cuenta incluso con platos veganos. Todo está increíblemente rico: el sushi, las gyozas, las hamburguesas top y, por supuesto, las tapas, que van desde el jamón ibérico cortado al momento a una tabla de quesos de nuestras denominaciones de origen, pasando por originales pintxos como una gilda reinventada... Además, varios tipos de cervezas y carta de vinos.
Estas son algunas de las propuestas para antes o después del espectáculo. Aunque, si se saca entrada VIP, se puede cenar durante las actuaciones. Si no, lo mejor es comenzar la segunda parte de la noche con un cóctel o una botella de cava o champán y dejar que la música haga el resto. ¡Que empiece el show!
Dos toldos de rayas rojas y blancas marcan la entrada a un espacio donde el terciopelo, las máscaras y los sombreros de copa llenan todo de magia. Con estética circense vintage, este restaurante nos convierte en artistas de la pista central. Uno de los últimos italianos que ha abierto en Madrid tiene un punto loco y, lo más novedoso, un espacio para la música y para las buenas vibraciones, lleno de energía y divertido, que hace que las noches acaben con baile incluso sin quererlo.
Aquí pasan muchas cosas y todas divertidas. Billy Bluff hace magia de cerca en las mesas con trucos de cartas sorprendentes y, un rato después, aparece tocando el acordeón acompañando a un cantante de ópera. Y esta es solo una parte del espectáculo, que se ofrece de noche, dirigido por Álex G. Robles.
La magia continúa cuando llega la comanda. El chef venezolano Fermín Azkue trabaja con recetas clásicas, a menudo fusionadas y reinterpretadas, como la burrata ahumada bajo una cúpula de cristal, una sugerente pizza al tartufo con toque crujiente, o el risotto al dente, como el auténtico. Y un producto 100 % italiano -pasta seca de Gragnano, queso de Los Alpes…-, menos el pulpo, con sello de Galicia, del carpaccio con vinagreta de mandarina y tomate, o las gambas de Denia. Por supuesto, se puede cenar con cócteles, desde el aperitivo al postre, pero también con un buen vino italiano. ¡Chinchín!
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