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"Mucha gente viene expresamente a probar nuestra tarta de queso", cuenta Pilar orgullosa. Con una base de galleta María, este postre de queso cremoso que no lleva ni pizca de harina se asemeja en su textura a un flan. "La clave está en el punto de horno, hay que sacarla en cuanto empiece a suflar, para que tenga esa textura en su interior". Acompañada de mermelada casera de frambuesa, en boca es una explosión de sabor que te anima a arrebañar el plato con la cuchara.
Algo parecido ocurre con su tortilla, un delirio para quienes les guste el huevo poco cuajado. "Sólo la cuajamos por un lado. Es un bocado jugoso y crujiente al mismo tiempo, ya que usamos patatas chips", explica Kevin Pachecho, el joven jefe de sala. "Primero cortamos la patata muy fina con la mandolina, luego se echa a la freidora para que quede muy crujiente, se trocea con la mano y se mezcla con la cebolla caramelizada. Se le añade huevos de corral y a la sartén", detalla. Para terminar, un poco de salsa brava. Cuidado al pinchar con el tenedor, el huevo chorrea.
De su carta, otras tres apuestas seguras son: las empanadillas caseras rellenas de guiso de manitas de cordero deshuesado y morro de cerdo ibérico coronadas con alioli, ralladura de limón y pico de gallo; la ensalada de cítricos con pomelo, naranja, mandarina, un toque de chile picante, hierbabuena y queso de Ocaña; o el pollo frito filipino marinado durante 24 horas en una salsa secreta y servido con un aliño vinagre de piña y miel, y una ensalada de uvas, jengibre y salsa picante coreana.
"Ofrecemos platos de elaboración sencilla pero con un emplatado llamativo y una materia prima de calidad", explica Pilar. "La carne, por ejemplo, la compramos en la carnicería La Finca, situada muy cerca del restaurante; el pescado es de Domingo Vázquez y las frutas de Eloy", detalla.
Tras pasar cinco años en París y dejar su trabajo en una multinacional farmaceútica, Pilar ha hecho su sueño realidad con Gigi. "Me inspiré en una película francesa de 1958 para decidir el nombre", explica. "Trata de una mujer independiente en su época que quiso ponerse el mundo por montera, y con la cual me identifico. Hay clientes que incluso me llaman Gigi", dice entre risas.
Aunque Gigi es un espacio moderno, también tiene toques tradicionales que recuerdan al salón de tu casa. Llaman la atención los sillones de terciopelo azul y rosa, las lámparas en forma de bola encargadas a un artesano madrileño, los grandes espejos sobre las paredes de ladrillo visto y las vigas de madera que pertenecían al antiguo local que ocupaba una tienda de ropa.
En total tres ambientes diferentes para que el cliente elija donde se siente más cómodo: junto a los grandes ventanales que llenan de luz natural el local, frente a la barra o al fondo, la zona más íntima y recogida. Pilar lo tiene claro: "Mi rincón favorito es la chimenea de mármol verde que hay frente a la barra", explica Pilar, mientras nos enseña una foto enmarcada en blanco y negro de su madre Pilar vestida de novia.
Por la tarde, Gigi cambia de ambiente: el local baja las luces, sube la música, y se convierte en un espacio afterwork donde tomarte un cóctel y picotear algo sin prisas. Kevin se pone tras la barra y coloca minuciosamente todos los ingredientes para comenzar a preparar los cócteles: desde un clásico Bloody Mary a un Pisco sour (destilado de uva, clara de huevo, azúcar líquido, limón y pisco). También se atreve con los cócteles de cava, el que triunfa este verano: el Burbuja Spritz.