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A no ser que se quiera hacer el Camino en autonomía, esto es, renunciando a adquirir nada durante el viaje y transportando todo lo que se necesita a la espalda, no es necesario acarrear la comida. Lo habitual es desayunar en el lugar donde se pernocta y realizar una comida principal al final de la jornada, una vez terminada la etapa, bien con el menú que ofrece el albergue de turno, bien en un restaurante de la localidad de descanso, bien comprando los víveres acabada la caminata y cocinándolos en el propio albergue. Durante la marcha, la nutrición se avía con comida de ataque.
Este año no puede ser así. Según las normas del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, implementadas por las puestas en marcha por las Comunidades Autónomas por las que discurre la Vía Láctea, el uso de las cocinas compartidas de los albergues se ha limitado. Para reducir al máximo los contagios, se exige una rigurosa desinfección de todo el menaje, espacio y elementos comunes después de cada uso por parte de los peregrinos. Esto ha hecho que muchos albergues hayan clausurado cocinas y comedores, en tanto no esté controlada la pandemia.
En todos los finales de etapa hay bares y restaurantes suficientes para hacer en ellos el desayuno y la comida principal de cada jornada. Aunque resulte más caro, es lógico pensar que la mayoría de los peregrinos recurrirán a ellos. De no hacerlo, se debe prever que habrá de cocinar al aire libre la mayor parte de las veces. Y, con ello, transportar todo el Camino los útiles de cocina necesarios: infernillo, cacharros para cocinar y calentar, cubiertos, cantimplora y demás útiles, sin olvidar los necesarios elementos de limpieza para los mismos, un aspecto fundamental a tener en cuenta y por el que hay que mirar bien para no contaminar a nuestro paso.
Para quitarse el hambre y también para aportar energía suficiente que nos evite una pájara durante las horas de caminata, el menú de la comida de ataque debe incluir un par de barritas o geles energéticos, frutos secos y una pieza de fruta. Los más hambrones pueden añadir un pequeño bocadillo. Se buscan alimentos de fácil digestión para su rápida asimilación. Las raciones de estos elementos se deben calcular con precisión, evitando comprar grandes cantidades antes de echarse a andar. Hay que pensar en lo que vamos a consumir durante dos o tres días como máximo. Igual que el resto de cosas, estos productos se pueden adquirir a diario en el camino. Es fácil encontrar en los supermercados del Camino, latas de alimentos, conservas vegetales y otros productos que te ayuden a seguir una dieta saludable.
Para que no te quedes sin ideas, seleccionamos 10 recetas de Rosa Tovar para que puedas elaborarlas fácilmente durante el Camino. Y lo mejor de todo, ¡es que todas están de lo más ricas!
Esta receta comienza –y casi termina– con dos botes de salsa. Uno de esos platos que se puede tener en listo en apenas 10 minutos: la sopa de tomate y cebolla crujiente. El laurel y el tomate toman la palabra en esta receta, pero los aromas siempre se pueden cambiar si no se es gustoso de alguno de ellos. Orégano y tomillo van muy bien juntos, por ejemplo, y se añaden a la cazuela justo antes de echar la salsa de tomate.
El sándwich de huevo duro es uno de los más ricos de la comida de picoteo. La combinación de huevo con mayonesa es siempre muy sabrosa, no solo por lo bien que sabe, sino porque, además, llena bastante. Es por eso muy útil para comidas rápidas. Se le puede añadir un poco de verde en forma de lechuga, no mucho, unos pepinillos y cebollitas, agridulces si se es gustoso, y hasta un poco de lacón ahumado.
La técnica de asar tomates es algo clásico de la costa mediterránea española, tanto como el arte de asar patatas para servir con alioli. Aprovechando estas dos buenas ideas de la cocina levantina y la presencia en nuestros mercados de estas verduras en miniatura, prepararemos unos montaditos de tomate pero no sobre pan, sino sobre patata. Como en el Camino no disponemos de horno, podemos presentar las patatas cocidas.
La morisqueta es uno de los muchos platos de los descendientes de criollos en Filipinas en los que se da una fusión perfecta entre los usos orientales y los gustos españoles. Es un arroz cocido y luego salteado con diversos elementos, de carne y verdura. La carne es de origen peninsular al completo, chorizo y jamón, pero se termina con salsa de soja, verduras muy poco cocinadas y se adorna, si así se desea, con una corona de oro al más puro estilo chino.
Para esta receta de origen croata se puede comprar el pulpo ya cocido. Su elaboración es pan comido. Solo hay que cortar el pulpo en rodajas y meterlas en un cuenco con zumo de limón, mayonesa, pimienta molida y el resto de ingredientes. Remover y aliñar al gusto.
El arroz queda bien casi con cualquier cosa, pero hay ingredientes que casan especialmente bien. Un ejemplo son las alcaparras y los pepinillos, que aportan a esta sencilla ensalada un toque crujiente y mágico. Añade unos tomates raf de calidad y aliña a tu gusto.
El bocadillo de sardinas es un clásico. El pan blanco, el candeal y hasta el mollete van muy bien para este bocadillo, pero también se puede hacer con pan integral o de centeno, pues están ricos con las sardinas y todos los pescados azules, mejor aún en conserva.
La ensalada Olivier formó parte de la cocina de la época de los zares, diseñada por uno de los cocineros franceses que trabajaron en la corte y las casas de los nobles de la época. Hay muchas versiones, unas veces con carne y otras con pescado, todas se hacen con mayonesa batida con nata y no falta quien afirma que la ensaladilla rusa más castiza de nuestro país es la interpretación española de la Olivier rusa. Esta es una de las que más me gusta, basada en la de Helen y George Papashvily. La trampa consiste en que no es mayonesa la salsa que une todos los ingredientes, sino un batido de queso fresco, mostaza y vinagre con algo de aceite. La yema cruda no es recomendable en estos viajes.
No es ninguna herejía, qué va. Incluso los menos cocinillas saben que el arroz es uno de los alimentos que mejor combina en diferentes platos. Para esta ocasión, proponemos una receta en la que el arroz casa con unas lentejas y un poco de cebolla crujiente. Recuerda que es fácil encontrar en muchos supermercados las lentejas y el arroz ya cocidos.
La cecina va con todos los panes, pero le sienta muy bien el de centeno, incluso la borona, que es de maíz y centeno. Esta especialidad de León se puede sustituir por bresaola, que también es de carne de vaca, incluso por un resto de asado de carne.
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