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La cocina portuguesa da mucho de sí en esta especialidad del picar, pues su clima, aunque atlántico, es muy semejante al nuestro, lo que propicia el picoteo a veces al aire libre y, en la costa, mucho más benigno en temperatura que el interior peninsular gracias a la corriente de Canarias—que no es otra que la del Golfo que gira en el Atlántico norte—que acerca al litoral portugués las aguas frescas del norte en verano y, al girar en sentido contrario, las cálidas de las Canarias en invierno.
He aquí algunas tapas y cosas de picar, incluso un dulce, por aquello de los golosos, para agasajar a amigos o familiares.
Es este uno de los casos en los que la cocina portuguesa rinde honores a la del 'sí es no es', a la cocina de lo que parece pero no es. Estos peixinhos fritos no son tal. Unas judías verdes de la huerta hacen las veces de boquerones o sardinas abiertos y fritos.
Si no se es muy gustoso de las verduras un poco al dente, se pueden escaldar las judías verdes 4-5 minutos en agua hirviente muy salada y refrescarlas al chorro de agua fría después, antes de escurrirlas, secarlas muy bien y freír con su forro de masa. Entonces salarlas poco tras la fritura.
Emparentadas con los buñuelos de bacalao de nuestro país son, siempre, deliciosas. Además, en este caso, el mismo aceite que servirá para freír los peixinhos da horta, sin enfriar, puede continuar con la fritura de estas pataniscas.
Calentar un cazo con agua al fuego para escalfar el bacalao –cocer sin que llegue a hervir. Cuando casi rompa el hervor, apagar, tapar el cazo y dejar en reposo unos minutos.
Mientras tanto, picar el perejil, machacar el ajo y poner a calentar el aceite de fritura a fuego muy suave, para que de tiempo de hacer todo lo demás sin que llegue a quemarse.
El ave que foi à praia puede ser también codorniz, sus patitas, incluso perdiz. Las pechugas se pueden guardar para otro preparado y algunas pollerías de calidad venden las patitas solas y las pechugas por otro lado, como el gran Higinio Gómez. Hasta las alitas o patitas se pueden sustituir por pechugas de pollo en dados de bocado, que tardarán menos en estar cocinados.
Fue el postre predilecto de Eça de Queiroz, quizá uno de los mejores novelistas portugueses del XIX,. En su casa se usaba un estilo de vida francés y vivió gran parte de su vida en París y, pese a que se servía siempre comida al gusto francés, no podía resistir la tentación de entregarse al... justo amor do bacalhau de cebolada... y de las tigeladas.
Muy semejante a la crema catalana, incluso más fácil de hacer (no hay que quemarla ya que es en realidad leite queimada), hará las delicias de los 'dulceros'.
Las tigeladas se pueden cuajar en moldes pequeños de ramequin de porcelana o vidrio, si se desea. Tardarán menos tiempo y son más cómodos de servir para un picoteo.
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