Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Enrique Valero lleva a gala, henchido de orgullo, ser uno de los "guardianes del legado material e inmaterial" que encierra la 'Abadía Retuerta', de la que es su director general. Son tres patrimonios los que acoge este hotel-bodega-espacio gastronómico: el natural, con el río Duero acariciando la finca y las viñas históricas, "que hemos recuperado donde se cultivaban desde hace 8 siglos"; el histórico, con una abadía del siglo XII, "que ha sido rehabilitada respetando su arquitectura de estilo románico tardío y espíritu monacal"; y el humano, "que no es tangible, pero sí imprescindible para conseguir ese reto que buscamos, que es convertir a nuestros huéspedes en apóstoles de una experiencia única, de desconexión y plenamente placentera".
El primer huésped y empleado del 'Abadía Retuerta LeDomaine' es el río Duero. El sinuoso cauce, a su paso entre las localidades de Sardón de Duero y Quintanilla de Onésimo (Valladolid), marca el límite norte de la finca. Al pie de la ribera izquierda, la Orden de Canónigos Premonstratense fundó en el siglo XII la abadía de Santa María de Retuerta, donde vivieron, trabajaron y oraron los monjes hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1836. Luego se le dio los más variopintos usos, entre otros alojar un enorme silo de cereales justo antes de que el dueño de la farmacéutica suiza Novartis se enamorara del monasterio y pusiera en marcha una de las bodegas con más renombre del Valle del Duero.
"En 2008 empezaron los trabajos de rehabilitación a cargo del arquitecto italiano Marcos Serra, que respetó al máximo la estructura original, los materiales y el espíritu monacal del espacio", apunta el director de operaciones del hotel, Sergio Martín de las Heras, que forma parte de esta familia desde marzo de 2020, "y cuya primera decisión fue cerrar el hotel y mandar al personal a su casa porque se decretó el estado de alarma". De la abadía originaria se conserva el ábside central y los laterales de la iglesia, así como la escalera de piedra interior y el pórtico, ya del siglo XV, "que fue cuando mayor auge tuvo este monasterio".
La abadía es ahora un hotel de 5 estrellas. 8.000 metros cuadrados para 30 habitaciones, tres de ellas suites, ubicadas donde antiguamente estaban las celdas de los monjes. Incluso cuando están completos, la sensación de tranquilidad, recogimiento y soledad al atravesar sus pasillos y salones no se desvanece y solo se ve alterada por el canto de los cernícalos y abejarrucos que sobrevuelan el campanario de la iglesia. En la ampliación de 2014 se construyeron ocho de las habitaciones en un edificio anexo, lo que eran las caballerizas. Con tonos pastel, tierra y madera, todas tienen vistas a los viñedos, brindando un cuadro a través de las ventanas que va mutando su policromía con el paso de las estaciones. Los baños de las suites son de mármol de Carrara, de los Alpes Apuanos, y en todas las habitaciones los suelos son de madera de roble y los muebles de nogal están diseñados a medida.
"El 60 % de nuestros clientes son extranjeros, sobre todo estadounidenses, japoneses y del norte de Europa. En los meses de vendimia, el turismo nacional, las reuniones de empresa y los amantes del enoturismo suelen crecer bastante", añade Martín de las Heras. En los últimos años, la media de estancia son tres noches, "por lo que hemos tenido que ampliar nuestra oferta de experiencias, tanto dentro de la finca como en el entorno de Valladolid".
En los espacios comunes del hotel, el estudio de interiorismo 'Gastón y Daniela' apostó por una decoración "de lujo castellano; donde menos es más y la abadía es la verdadera protagonista que queremos que resalte", según lo define Valero. Recuperaron piezas que aún se conservaban del monasterio, como relicarios y cálices de los siglos XIII y XIV en la sacristía, tapices que cuelgan de las paredes y una tapicería de sillas y sillones en tonos eclesiásticos, como el verde papal o el morado cardenalicio. "Incluso en las etiquetas y tarjetas hemos usado el blanco inmaculado, que era el color de las túnicas de los monjes de esta orden".
En la zona antigua de las caballerizas también se construyó un spa de 1.000 metros cuadrados a 8 metros bajo tierra, aunque los enormes ventanales, los ojos de buey y los tragaluces del techo permiten que penetre hasta un 80 % de luz natural. En este centro de wellness puede uno relajarse y sucumbir a experiencias holísticas y al tratamiento spa sommelier, basado en la aromaterapia a partir del vino y los aceites que se elaboran en la finca. También cuenta con una piscina exterior (con pool bar de barbacoa y coctelería de autor) y un solárium para sacarle todo el partido a los días de calor de esta comarca vallisoletana.
Además de relax, los huéspedes de este hotel, así como los clientes de sus diferentes espacios gastronómicos, también pueden hacer un pequeño tour cultural, pues 'Abadía Retuerta LeDomaine' alberga casi cien obras de la colección privada de la compañía propietaria. Cuadros de artistas renacentistas y barrocos como Giovani Paolo Pannini, de la escuela romana del siglo XVIII, Antonio Joli, del estilo vedutismo italiano, o del flamenco Lucas de Heere (siglo XVI), se exhiben en los pasillos. Pero sin duda, la niña mimada de los últimos años es una escultura del siglo XX, Rumor de límites nº V, del escultor Eduardo Chillida. "Su hijo Luis nos dijo que su padre solo quería que salieran obras de su caserío de Hernani, el Chillida Leku, si iban a estar en un entorno mejor. Y nosotros le hemos dado un espacio único dentro de la iglesia, en un ábside lateral junto a la pila bautismal original, que descubrimos durante las tareas de limpieza", revela Valero. Para el director general de Abadía Retuerta, "el arte nos ayuda a perdurar en el tiempo. Nueve siglos nos preceden y es necesario acumular energías y fortalezas para afrontar otros nueve más".
A cinco minutos caminando de la recepción, nos adentramos en el Jardín Museo donde podemos contemplar la simbiosis que el artista alemán Ulrich Rückriem ha creado entre sus obras de piedra y la vegetación en medio del austero paisaje castellano, "y que actúa, en cierto modo, como una prolongación de los muros centenarios de la abadía". El hotel pretende ser también un espacio de inspiración para artistas, sirviendo de residencia temporal donde puedan madurar, como las uvas en las viñas, sus nuevas creaciones.
Además de hotel, 'Abadía Retuerta' es también un multiespacio gastronómico bajo la batuta del chef Marc Segarra. Justo donde los monjes tenían su refectorio para comer y cenar, en un ambiente místico en el que la luz del atardecer se cuela discretamente por las ventanas altas y nos contempla un fresco de 1670 en el que se recrea la Sagrada Cena, se ubica el restaurante 'Refectorio' (2 Soles Guía Repsol 2021 y 1 estrella Michelin). En esta temporada la apuesta por el kilómetro cero se lleva a su máxima expresión, con un recorrido por el recetario y la despensa de las nueve provincias de Castilla y León. Más de una treintena de proveedores locales "que dan vida a nuestros menús", en palabras de Segarra, y cuyos productos (desde los pichones de Tierra de Campos y patos de Espinosa de los Monteros hasta los langostinos de Medina del Campo y las legumbres de Piñel de Abajo) ofrecen su mejor expresión en cada uno de los pases.
En la antigua cilla de la abadía arranca el menú degustación, con los aperitivos que se sirven en la 'Cueva de los Monjes'. Aquí, recostadas sobre botelleros de forja, se guardan unas 8.500 botellas, incluidas todas las añadas de 'Abadía Retuerta' desde la primera de 1995. "Tenemos verticales de amigos y referencias de bodegas cercanas, así como de las principales regiones de España e internacionales. Buscamos cosas curiosas, que sorprendan a nuestros clientes, y pequeños productores. Recientemente hemos incluido en la carta el Optimum Ceretanum Vinum, un espacio reservado a elaboraciones señeras y modernas del Marco de Jerez, que es una de mis pasiones", explica Valero, cuyas raíces familiares están plantadas en esta localidad gaditana.
En el espacio de la 'Vinoteca' la oferta culinaria es más informal, con platos para compartir, arroces, raciones y tapeo, pero jugando bastante con la temporalidad y el producto de proximidad: empanadilla de lechazo, los cogollos de Tudela del Duero, el gazpacho de cerezas de El Bierzo, los afamados mejillones tigre o las láminas de buey maduradas 60 días, con vinagre de almendra, tomates y brotes verdes. La última apertura en sumarse este verano ha sido 'Calicata Terroir Bar', una terraza ubicada en la misma bodega, con decoración y propuesta inspiradas en la naturaleza y el territorio. "La restauración es la capacidad de satisfacer el alma más allá del hedonismo frugal", afirma con rotundidad filosófica Agustín Peris, el nuevo jefe de sala y responsable de sumillería de los distintos restaurantes de 'Abadía Retuerta'.
Para alcanzar ese reto, en 'Abadía Retuerta' cuentan con un comodín extraordinario que es su huerto propio, además de olivos y colmenas de miel. 1.200 metros cuadrados a pie de la ribera del Duero, justo en las mismas parcelas que labraban los premonstratenses. Al frente de su cuidado, un pizpireta druida llamado Víctor Frechilla, un "lector de libros a dolor" -según confiesa- y cuyos conocimientos sobre la naturaleza, la horticultura ecológica, las variedades autóctonas y el sentido de la vida son un auténtico placer escuchar. En este espacio, que bien merece una mañana completa, se puede disfrutar de un pícnic a mediodía o al atardecer bajo la sombra de los árboles, mientras Víctor cuenta los últimos retos que le ha puesto Segarra para la nueva temporada, ya sean unos calabacines gigantes, las berenjenas chinas alargadas o una menta asiática para el hermoso bancal donde cultiva las aromáticas con mimo.
Pero antes de hotel y de restaurantes, 'Abadía Retuerta' fue bodega. 30 años de historia y ocho siglos documentados de tradición vitivinícola. Por cuestiones de demarcación geográfica son outsider de la Denominación de Origen Ribera del Duero. "Esto nos ha permitido tener más libertad y creatividad a la hora de trabajar con variedades y tipos de elaboración, y conseguir colocar nuestros vinos entre los más reconocidos y premiados del Valle", presume Valero. En 1990, el vigneron francés Pascal Delbeck diseñó la bodega y seis años después le tomó el testigo el enólogo Ángel Anocíbar, "que es el que ha imprimido el carácter y personalidad a nuestros vinos".
Un bosque de pinos piñoneros rodea, junto algunos ejemplares de tejos, encinas, olivos y media docena de árboles catalogados -entre otros una encina de 350 años-, las 180 hectáreas de viñedos. "Si los pusiéramos en línea recta serían unos 700 kilómetros", desvela Chisco Sánchez, uno de los guías de la finca. El viñedo consta de 54 pagos, en los que están plantadas más de 30 variedades internacionales, "lo que nos permite realizar un estudio minucioso de los efectos del cambio climático en las viñas". La mayoría (en torno al 70 %) están dedicados al cultivo del tempranillo, la reina indiscutible de esta región. Le siguen cabernet sauvingon (10 %), syrah (10 %) y el resto merlot, petit verdot y una pequeña parcela para uvas blancas con las que elaboran el experimental LeDomaine, "una perfecta asociación de variedad de uva, suelo y exposición".
En la oferta de vinos de 'Abadía Retuerta' están los pagos Negralada (100 % tempranillo), Valdebellón (100 % cabernet), Garduña (100 % syrah), Petit Verdot (100 % de esta variedad) y la Selección Especial, un coupage para el que se destinan 48 pagos, con los mejores vinos de cada añada y protagonismo del tempranillo. En la bodega, "de las pocas del mundo en obtener su propia levadura y trabajar en gravedad la crianza", se apilan unas 20.000 barricas de roble francés y americano, suspendidas, como un espectáculo circense, en estanterías verticales. Al manejar la vinificación en gravedad y tener patentado el doble tapón en cada barrica evitan los movimientos y bombeos en los trasiegos y consiguen así vinos más reposados.
En la tienda de la bodega y en los distintos espacios gastronómicos se pueden degustar o adquirir de manera exclusiva los Winemakers' Collection, unos 30 proyectos particulares del enólogo Anocíbar y su equipo. Adaptaciones de las variedades al terruño, vinos procedentes de suelos diferentes o nuevos estilos de elaboración, incluso un ensayo con clones de tempranillo prefiloxérico. "Son vinos a explicar", aclara Chisco mientras sirve un Godello 2018 de 16 meses de crianza y un Touringa Nacional 2012 con 18 meses. Esta es una de las experiencias únicas que el hotel ofrece a sus clientes, como la visita en todoterreno, en bici eléctrica o a caballo de la finca o una jornada completa de vendimia, ahora que llega la época.
'ABADÍA RETUERTA LEDOMAINE' - N-122, km 332.5. Sardón del Duero (Valladolid). Tel: 983680314.
En general... ¿cómo valorarías la web de Guía Repsol?
Dinos qué opinas para poder mejorar tu experiencia
¡Gracias por tu ayuda!
La tendremos en cuenta para hacer de Guía Repsol un lugar por el que querrás brindar. ¡Chin, chin!