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La Calobra

Escorca, Balears/Islas Baleares

En una costa de aguas turquesas, donde las montañas se suceden sin solución de continuidad, de repente, la cortina de piedra se abre de golpe en dos para dejar espacio a una cala. Es un hallazgo totalmente inesperado, algo que casi parece obra de un Hércules al que se le hubiera encargado otro trabajo adicional: crear una playa, bella y singular, aquí, en mitad de la cornisa norte de la isla de Mallorca. Esa playa es el lugar que hoy conocemos como La Calobra, una cala que se abre de forma natural entre los desfiladeros en donde desemboca el Torrente de Pareis en su camino a la costa desde la sierra de Tramontana.

Se trata de uno de los rincones más populares de la isla gracias al atractivo de un paraje especial, paradisíaco, donde uno puede bañarse en aguas transparentes rodeado por completo de gigantescas moles de piedra que asoman su cabeza entre la superficie del agua. No es de extrañar que sea una parada obligada para todas las excursiones por la costa norte mallorquina. Desde 2003, la cala de La Calobra está declarada monumento natural por la riqueza de su flora y fauna.

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